Es un hecho que las victorias populares en las últimas elecciones, ya sea las de Gobernaciones o las Presidenciales fueron fruto del liderazgo estruendoso de Hugo Chávez; sin desmeritar las virtudes que pueda tener Nicolás Maduro, fue el compromiso del Pueblo por Chávez, lo que llevo a esa mayoría a votar “desde lo más profundo de su corazón”, y elegir presidente a Maduro.
Frente a esta realidad, contrasta el futuro escenario de las elecciones de Alcaldes y Concejales para el próximo 8 de diciembre, más aun cuando la mayoría de las gobernaciones están bajo control de la revolución.
En cuentas básicas se ve muy simple, controlando la Presidencia, la Asamblea Nacional y las Gobernaciones, el PSUV debería obtener una victoria contundente, pero, en política, las cuentas no son tan simples.
No podemos olvidar que muchos de los alcaldes no han sabido o no han querido interpretar el sentimiento de las personas, generando rechazo a los mismos, indistintamente de su orientación política; aun las figuras de las alcaldías son administradas como pequeños feudos, que se sienten amenazados por la cada vez mayor participación popular en la toma de decisiones y en la administración de los recursos y el diseño de políticas por parte de los consejos comunales y comunas, cosa que cuadra de manera exacta con la propuesta de revolución participativa y protagónica.
Tampoco podemos dejar de lado el hecho que el PSUV había programado e iniciado un proceso de elecciones de sus candidatos, que fue detenido y reorientado hacia un proceso de “cooptación”, dejando por fuera la voluntad manifiesta de sus bases, que hasta ahora ha dejado de lado y en mano de algunos, la suerte de una decisión política tan íntima y cotidiana, como es la elección de candidatos a las alcaldías y concejos municipales, situación que hasta ahora no se pudiera ver como negativa por la disciplina que ha mostrado el PSUV a raíz del liderazgo de Chávez, pero que podría ser contraproducente ante la ausencia física del líder, y la posibilidad de que `puedan quedar de lado liderazgos populares por voluntad de alguna corriente política.
Por otro lado, se ve una oposición que a pesar de tener profundas diferencias y fisuras entre sus dirigentes y agrupaciones políticas, ya ha hecho la tarea y definido a sus candidatos.
Estas elecciones son no solamente la medida del liderazgo de las posiciones antagónicas que se enfrentan desde hace 14 años en Venezuela, sino que también pasan a ser un termómetro para medir liderazgos nacionales y fortaleza de los grupos políticos, además del liderazgo de los bisoños Gobernadores y sobre la aprobación de sus gestiones hasta ahora, pero pudiera también significar la posibilidad de que la oposición pudiese obtener la victoria en algunas de las principales capitales de estado, lo que les reabriría la puerta para un posible referéndum revocatorio al Presidente y a la desestabilización, y pudiera afectar la valoración de los sectores revolucionarios en cuanto a los nuevos liderazgos.
En consecuencia, muy certeras deben ser los métodos y las decisiones que adopte el PSUV para la selección de sus candidatos, para que esas certezas puedan abrir el camino a la continuidad de la revolución y la esperanza del Pueblo.
Chávez demostró en todo momento su confianza en el Pueblo, y la Dirección Nacional del PSUV, más allá de las corrientes, debe contar con suficiente información para poder decidir de la forma más acertada al sentir de su militancia y del pueblo venezolano.
*Politologo
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