Comunas y Mancomunidad

División política de un mundo nuevo Hugo Chávez la acaricio, fue su verdadero sueño

            La comuna es la utopía humana, ha de ser la célula principal de la gran confraternidad humana, es la semilla originaria del comunismo cristiano, sin unidad integral entre los habitantes de un mismo vecindario, demarcación territorial, municipio, provincia, naciones, jamás existirá comunismo. El socialismo es la revolución de la burguesía, el comunismo es la revolución de la conciencia en procura de la justicia, la confraternidad y la igualdad de oportunidades de todos los seres humanos.

            Las relaciones de producción determinan el sistema en el que vivimos, mientras el gran capital especule con los responsables de producir las riquezas de una sociedad será cualquier cosa menos socialismo o comunismo. Los pueblos estamos compelidos a la creación de una sociedad cimentada en los más pequeños núcleos comunitarios, estas células manejando sus propios proyectos económicos, culturales y sociales reproduciéndose en miles de millones de células más, irán gestando la nueva anatomía política y geopolítica de la humanidad.

            Las primeras comunidades de los seguidores de Jesús eran exactamente eso, grupos de familias que conformaban un solo organismo, donde se apoyaban mutuamente, unos con otros compartían todos sus bienes y riquezas  utilizándolas en función de las necesidades de sus miembros. Es la concepción del Reino de Dios en la Tierra de la que nos habló Jesús, donde el fin jamás será la acumulación de la riqueza de unos pocos en detrimento de los restantes miembros de la comunidad, sino más bien la distribución de las riquezas para los proyectos comunes de carácter político, económico, cultural y social.

            Se pudiera pensar que es imposible realizarlo, responde a una lógica contraria al sistema que tenemos y nos mantiene esclavizado en una vida indignante y paupérrima, donde la sobrevivencia es el factor prioritario que determina la dinámica social. Sin embargo la vida del ser humano en la tierra ha de ser más que la sobrevivencia, más bien no necesitaría de mayores apremios que estar vivos para emprender una vida dichosa y feliz.

            Este hermoso sueño acariciado con esmero por el Comandante Chávez, debe de superar  a las ideologías para producirlo, no se puede basar en la dominación de una clase social sobre otra; debe pues superar las diferencias de clases, es un verdadero sueño utópico, colocado en un horizonte bien lejano para nuestros pobres niveles de conciencias. Es el desafío a nosotros mismos, a nuestros condicionamientos y programaciones inculcadas por los que nos han dominado en función de la división que nos han creado en todo el devenir histórico de la humanidad.

            La conciencia es determinante para su realización, pero ¿qué fuerza sería capaz de producir un movimiento social con tendencia revolucionaria hacia el logro de este fin superior? Para los que tenemos Fe sabemos que solo la conciencia de Dios explicando nuestra más profunda razón de ser haría posible la estructuración inteligente de un nuevo organismo espiritual que proyecte a la sociedad como una comunidad articulada armonizada de acuerdo a la conciencia que la produce.

            Esta fuerza divina la invoco Chávez de momento en momento, Él sabía que solo Dios insuflando espíritu divino a la dinámica revolucionaria rompería los obsoletos cimientos extremadamente arraigados a nuestra conducta. La revolución ha de llevarnos a la conquista de la suprema felicidad, sigue siendo revolucionario el llamado de Jesús a mostrar la otra mejilla, para así desarmar a los agresores en su ímpetu por controlar, imponer y utilizar a la gente con fines meramente egoístas y mal sanos.

            Una sociedad que no ha sido capaz de darle solución a los principales problemas que adolecemos es una incapaz de erigirse con la suficiente estatura moral como para aplicar un régimen de sanciones para aquellos que no han logrado someterse al conjunto de leyes y normas que la rigen.

            Cada problemática social es una señal de alarma que nos indica con certeza las debilidades de la que adolecemos quienes estamos asumiendo la responsabilidad de administrarla con fines de lograr la armonía y la paz entre los miembros de la colectividad. Mientras no seamos capaces de asumir nuestras culpas o responsabilidades de los graves problemas y dificultades que nos afectan, jamás lograremos entonces enfrentar con la debida responsabilidad y eficacia las causas que originan las fallas sociales que tenemos.

            Estoy ahora más que convencido que una de las mayores conspiraciones de la que ha sido víctima la humanidad, es precisamente aquella que se ha orientado para negarnos la verdad de nuestra naturaleza espiritual. La creación de ideologías materialistas ha producido las taras que nos impiden realizarnos como seres consientes, responsables y absolutamente dueños de nuestras existencias.

            ¿Cuándo entenderemos la unidad social que nos define como colectividad? ¿Cuándo entenderemos la conciencia unitaria que prevalece en la diversidad que nos hace únicos, especiales y verdaderamente indispensables para lograr un equilibrio social justo? Tenemos que superar el alter ego en el que se ha basado el modelo social de los que actualmente ejercen dominios sobre todos los factores culturales, económicos, religiosos, intelectuales y políticos. En el modelo social actual, que es una consecuencia de las relaciones de los seres humanos con los medios de producción de bienes y servicios, gravitan las señales de la competencia, del individualismo, de la sed de reconocimientos personales, en fin la frecuencia vibratoria de todo el quehacer humano del modelo social imperante es la vanidad.

            La fuerza del amor, la humildad, la sencillez, la sensibilidad, la honradez, la honestidad, la templanza, el carácter, entre otras no sintonizan con la dinámica social actual del modelo capitalista oligárquico elitista monopolista basado absolutamente  en el egoísmo. En el actual sistema que nos han impuesto para interpretar las relaciones humanas a la que debemos de acogernos nos niegan toda la fuerza sublime emanada de nuestra real naturaleza espiritual. Ya los científicos saben que la materialidad es una ilusión, los espacios vacíos de la supuesta materia son los que definen la materia, las fuerzas invisibles son las causantes de la organización de la apariencia material que erráticamente nos han vendido como verdad irrefutable.

            Dios es revolución, realizarlo más allá de lo que nos han dicho que son las cosas creara el nacimiento de la anatomía comunista que proclamo Jesús con su evangelio de amor. Nuestro prójimo es esencialmente nuestro hermano, ni su ideología, ni su clase social, ni su nacionalidad, ni su credo, religión o fe, ni su género, nada podrá despojarnos de la irrefutable verdad de que somos seres semejantes. Romper barreras que nos separan, encontrar los puntos de uniones, y las particularidades con las que hemos nacido, para luego enmarcarla en un todo articulado que nos dé una imagen de la necesidad de cada quien para la conformación de la armonía social universal, es nuestro gran desafío. Solo aquellas ideas que sean capaces de enfrentarse al conjunto de ideas con las que nos han infectados para dividirnos y reducirnos en muchos grupos separados, son las que prevalecerán, y por supuesto siempre serán las ideas con verdadero alcance revolucionario capaz de alcanzar la utopía de la confraternidad de los pueblos, la raíz matriz que dará al traste con el actual sistema egocentrista y aniquilador de la raza humana.

            La revolución verdadera no persuade a sus adeptos mediante métodos revolucionarios cargados de violencia (cuerpos militares represivos) e imposición (adoctrinamientos), sino, y solo por medio al poder infinito del amor capaz de revelarnos la verdad de nuestra semejanzas más allá de aquello que nos intenta separar de nuestro prójimo.

            La unidad ha de ser en base al amor que inspira Dios (conciencia del ser que somos), solo así haremos la gran mancomunidad de la Humanidad que nos hará vivir libres, felices y en paz en oposición al nuevo orden mundial que nos pretende esclavizar, haciéndonos desdichados e infelices. Marchemos a la Gran Mancomunidad de la Humanidad, el nuevo Reino de Dios en la Tierra.



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Rafael Guillén Beltre


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