Viviendo las mil veces decretada transición hacia el Socialismo del Siglo XXI, de naturaleza pacífica, participativa y constitucional, impávidos observamos cómo se retardan los apremiantes cambios que demandamos los revolucionarios en estos tiempos cruciales. Transición que ha ofrendado demasiadas concesiones al viejo modelo y lo mantiene incólume en muchas áreas vitales de la nación, al punto que avanzar se ha tornado un laberinto. ¿Será acaso una trampa histórica urdida por la complicidad de elementos exógenos y endógenos a la propuesta socialista?
Lo cierto es que tanto los incontables atajos de la oposición para defenestrar el gobierno bolivariano, así como la ineficiencia, el burocratismo y la falta de compromiso de muchos funcionarios públicos, han sido escollos fundamentales en ese avance. Son sólo algunas de las causas de la anestesiada transición, que Chávez la enunció apoyándose en Gramsci, pero en ese momento la pensaba despierta, vigorosa, mediata, finita. Por ello delineó un andamiaje jurídico y planes para que el pueblo apoderado, la trascendiera. Y ello aún no ha pasado.
Algunos autores niegan la existencia de un proceso de transición del modelo capitalista al socialista. Se es capitalista o socialista, y detentar los medios de producción es decisivo. Aducen por ejemplo, que los empresarios no serán nunca tan generosos para dar sus medios de producción a los trabajadores a cambio de quedarse sin sus propiedades. Contrario a eso, el chavismo no niega convivir temporalmente con la propiedad privada, y bien refrendado está en los planes de gobierno, donde se plantea la transición hacia una formación económico social más incluyente en la que progresivamente el pueblo, los trabajadores, se apropien de los medios de producción. Para tal propósito en el Plan de la Patria se plantea “promover la constitución de 30.000 empresas de propiedad social directa”. Y desde esa óptica, cumplir tal meta es una buena medida para precisar la trascendencia hacia la acera anhelada.
Inconcebible será la transición en ese orden fundamental, si por ejemplo, las Alcaldías Bolivarianas no se involucran en el cumplimiento de ese objetivo, asumiendo por demás una doble responsabilidad: impulsar la transferencia de los medios de producción y acompañar la organización y formación del pueblo en estos momentos que tanto se necesita.
Y viendo desde todas las aristas el camino hacia el Socialismo del Siglo XXI, desde lo macro, meso y micro, en lo económico, cultural y educativo, es probable que la perplejidad nos siga asolando. Ojo, pese a los enormes avances que en tales áreas ha alcanzado el gobierno bolivariano, pero no ha sido suficiente. Chávez bien lo advertía: “…pudiéramos estar haciendo cosas buenas, pero no exactamente lo necesario para ir dejando atrás de manera progresiva y firme el modelo de explotación capitalista y creando un nuevo modelo: el socialismo venezolano, bolivariano, del siglo XXI.”
Por ello, bastan unas muestras para admitir que la cultura del capital, la cultura del consumismo, del mercantilismo con todas sus implicaciones truca la transición. No es un hecho aislado que en esta trama, particulares y empresas privadas acaparen alimentos o electrodomésticos con la complicidad de quien sabe cuales funcionarios para venderlos a su discrecionalidad, como sucedió la semana pasada en el centro del país donde las autoridades incautaron en un restaurante decenas de televisores, celulares y módems de CANTV.
Ese hecho, como muchos otros que tienen que ver con la cosificación de nuestra cotidianidad, nos habla de la principal concesión que en la actualidad le hemos hecho al modelo burgués: permitir que nos sigan enajenando con el mercadeo permanente de nuestros gustos y preferencias, tanto dentro y fuera de las redes sociales. Ante lo cual el sistema educativo ha sido endeble pese a los grandes esfuerzos que se han hecho, particularmente en los primeros diez años del chavismo, que hoy afortunadamente se retoman con la consulta que lleva a cabo el Ministerio del Poder Popular para la Educación.
Y no puedo soslayar en esta disertación desesperada de la inefable transición, referirme a la mencionada consulta. Una consulta que involucra a la comunidad. Es tardía tal vez, pero llegó. Con ello se está siendo congruente con el Art. 62 (CRBV): “Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho de participar libremente en los asuntos públicos (…) La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo tanto individual como colectivo…” De eso se trata la consulta, con lo cual se pretende vigorizar la resolución 058 que emana de los artículos 17, 18, 19 y 20 de la Ley Orgánica de Educación. ¿Quien se atreve a decir que la actividad desplegada por el MPPE, no se acoge al marco constitucional o que es castro-comunista?
Cuidado con recular, no más concesiones. Eso es de importancia capital para ir dejando atrás la inefable y lenta transición.
Aquileo Narváez Martínez