Chávez dejó preparado el camino para los nuevos liderazgos de América Latina

Nuestro líder fue un poderoso visionario, no se limito a su tiempo, se desafío a sí mismo hasta trascenderse, una noche oscura detuvo el despertar de nuestras conciencias en el continente con su desaparición física, aun andamos en penumbras, pero el universo no dilata en revelarnos las nuevas fuerzas del destino. Ellas se habrán se encargaran de asegurar el porvenir del proyecto humano, nuestra especie sobrevivirá a los engaños que le han incrustado en su dilatada memoria.

Todo luce controlado, las mentes privilegiadas y sus clases elitistas solo sirven para reforzar la esclavitud de los pueblos del mundo, el mundo de hoy luce sin alternativas, las ideas viejas se apagan, solo sobreviven aquellas con el coraje de encontrarse con las verdades superiores que brotan de la propia naturaleza humana. Estamos en un mundo de control, no se puede pedir revolución en medio de tantos controles, el espíritu humano necesita ser libre para experimentar su propia conciencia, solo así avanzará con rostro iluminado proyectando un mañana promisorio.

Aun la gente ignora la grandeza de su líder, entregado a una agenda mundialista, sus gigantescos brazos se extendieron a todo lo largo y ancho de nuestro hemisferio, albergo siempre la esperanza de unir a los pueblos en la hermandad, lo entrego todo por el bienestar de la humanidad, compartió su inmenso corazón con quienes anhelaban un mundo de justicia y felicidad, le dio esperanza a los desposeídos.

Sus pensamientos viajaron los tiempos, escudriño a los genios, se inclinó con reverencia a las fuerzas dominantes de los reinos celestiales, su techo era inalcanzable, su piso tan profundo como el alma misma, incapaz de comprender misterios que pasaban de lo escalofriante hasta lo apasionante. El universo fue su gran aliado, encontró en sus dotes personales al hijo perfecto de su manifestación mas heroica, y se dio la tarea de lucubrar en los pueblos a los líderes del futuro. Aquellos que se levantarían para las épicas batallas de finales de los tiempos.

Es el tiempo de la generación de líderes de conciencia, de los conductores de naciones despiertos, el enemigo es el titiritero, el que nunca es tocado por los movimientos de la historia, esos pequeños clanes o mafias súper poderosas que carecen de sentimientos nacionalistas, aunque ayudaron a forjarlos, cuando les convino. El enemigo es todo lo que nos separa de nuestros semejantes, los que nos divide, la ambición que infecta nuestras almas y nos ciega de un poder desenfrenado.

Chávez lo sabía, lo medito junto a las grandes almas, fue en el tronco de ese árbol prodigioso de vida que vio crecer sus sueños de amor por toda la especie humana. El sabia el secreto de los avatares encarnados, que estaban aquí los que al final de los tiempos, de estos tiempos que vivimos, darían respuestas a los confusos procesos que estamos viviendo.

Es la hora en la que se manifiestan los hombres y mujeres devotos del Amor Eterno.



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Rafael Guillén Beltre


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