La crítica es una institución y el propósito de ella es contribuir con los cambios sustantivos propuestos, en todos los ámbitos del quehacer humano. De tal manera que su necesidad es irremplazable. Es decir, que la crítica cumple una función social.
Si hiciéramos un resumen de los requisitos de la crítica, pudiéramos decir que ella debe ser lo bastante profunda y no esquiva. Que no debe servir a la cosmética, ni al pragmatismo superior de un beneficio inminente, ni debe ser utilizada como técnica de aproximación fundada en el agrado, el halago o el demérito de otras ni de otros. No es palabra vacua ni frágil.
En la crítica, el intercambio de ideas debe ser libre e igualitario pues si una de las partes se ubica en una posición de poder, seguramente sólo esperará y aceptará escuchar lo que le conviene, le interesa, le apertreche sus alforjas o haga adormecer sus errores en almohadones de hipocresía.
Cuando abordamos la problemática de los derechos humanos se exige una conducta militante y un conocimiento científico capaz de dar respuestas asertivas, acordes a las necesidades y a los reclamos de quienes reclaman, sin discriminaciones ni dogmas pre-aprendidos de exclusión, clasificación y etiquetaje. “Trata a toda persona, en cualquier circunstancia, como a ti te gustaría que te trataran”. Lo dijo un hombre cuyo nombre era Jesús, el Cristo y, antes que él, fue recogido como principio fundamental en el primer libro sobre La Política, escrito en la India. Revolucionario ¿no?.
*Ex Viceministra del Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género
Coordinadora de Los Estudios de Género
Instituto de Filosofía del Derecho
Universidad del Zulia