Quiero insistir en el tema, porque por allí vienen algunos tiros.
Don Cipriano Castro quizás inauguró para Venezuela la promesa de "hombres nuevos, nuevos procedimientos". Le tocaba hacerlo porque hasta ese momento de 1899 cuando los andinos cruzan el Rubicón, los rubicundos blanquitos de Caracas eran quienes mandaban. Una anécdota de Cipriano es esa donde el presidente de la Republica, Ignacio Andrade, se refiere a Castro como un indiecito que no cabe en su cuero. Con Cipriano se inauguraba pues, un gobierno de hombres nuevos, y en muchos aspectos procedimientos nuevos. Al menos la historia no señala a ningún preso envenenado con vidrio molido oyendo el arpa de un Nereo Pacheco en tiempos previos a los andinos.
Los hombres viejos no pueden deshacerse con facilidad de sus procedimientos viejos. Solicitar eso es pedirle guayabas al chaparro. La sabana es sabia y las vaquillas glotonas van dejando la cagadita con semilla de guayaba que hace que tengamos guayaba en aquellos chaparrales del Guárico, pero cada quien en su sitio.
Para algunos hombres viejos y proclamados de izquierda, el proceso venezolano, la revolución bolivariana , es una farsa. Una farsa que aplauden a rabiar las transnacionales, y los gobiernos imperiales. Consideran al gobierno de Chávez un enemigo del pueblo venezolano, de la soberanía nacional, y de todo lo que tenga que ver con el futuro de Venezuela como nación libre y soberana. Es por ello que les importa poco el apoyo popular a Chávez y a su equipo de gobierno. Supongo que en el análisis marxista llegan a la sabia conclusión de que los pueblos se equivocan y que hay que dirigirlos y ellos son los elegidos para hacerlo.
Tienen numerosas teorías, dialécticas todas (¡claro!), que demuestran con la claridad y contundencia que lo hace un analista de respeto, honorabilidad y larga tradición venezolanista como don Rafael Poleo, que todo ese apoyo popular proviene del intercambio por planchas de zinc, y que dura lo que dura un peo dentro de un chinchorro (otra vez la dialéctica: ¡peo vs. chinchorro!). En resumidas cuentas, Chávez y su equipo son una extensión algo folklórica de la IV República y por ello debe ser derrocado (¡ya!) por la revolución auténtica*(marca registrada) que ellos representan. El gobierno es enemigo de clase. No en vano, cualquier iniciativa tomada desde Miraflores es bombardeada desde los medios alternativos camuflada en la necesaria crítica y auto-crítica del proceso revolucionario socialista (¿existe otro tipo de revolución?).
No ha quedado títere con cabeza: Petróleo, Economía, Cultura, Ambiente, Agricultura, Vivienda, Corte y Costura.... Al enemigo ni agua, reza un Palevi por ahí. Pero el Palevi que es bueno para la pava es bueno para el pavo. Si ellos se declaran enemigos del gobierno y del proceso, y matan a jierro, no habrán de solicitar del pueblo de Venezuela que apoya a su revolución, un tratamiento sombrerístico.
Supongo en que eso estamos claros, todos. ¿No?
Así las cosas los hombres viejos, rodeados de incautos jóvenes (alguna vez fui parte de eso), usarán el procedimiento viejo de conminar a la represión a un gobierno que hasta ahora no ha hecho uso de la violencia como política de Estado. Y no me vengan con anécdotas porque estoy hablando en serio. Muy en serio. No quiero para mi país ni una guerra civil, ni un a invasión extranjera.
La irresponsabilidad en la denuncia, el chepa-candelaje en la "contraloría social", y la falta a todas luces de una verdadera auto-crítica (auto: acción recae sobre quien la efectúa), la innecesaria dramatización de hechos, y el aupar posiciones de centro-derecha de la clase media profesional como método de atacar al gobierno, es el comienzo de una vieja estrategia, un procedimiento viejo de estos hombre viejos.
Cigarrón atora, Cipriano!!!, que algo queda...
