En nuestra opinión no tiene gran sentido tratar de buscar qué es el socialismo del siglo XXI más allá de nuestras fronteras y nuestras experiencias.
¿Qué es el socialismo del siglo XXI? Lo que viene ocurriendo en nuestro país a partir del año 1998, con el ascenso de Chávez al poder. Esta afirmación la fundamentamos en lo que constituye el cuerpo de valores para el pensamiento socialista, el cual nace de la aspiración humana de alcanzar un mundo donde predomine la equidad, la igualdad y la justicia. Ellas constituyen la triada que ha animado a una parte muy grande y valerosa de la humanidad a librar muchas batallas por alcanzar su realización.
El socialismo, antes que estalinista, fue el pensamiento impulsor, junto al liberalismo político, para alcanzar formas de organización política democráticas.
Europa fue testigo de este gran esfuerzo.
El pensamiento socialista se ha visto sometido a serias transformaciones desde su propio ámbito interior.
Sin ir muy lejos, en nuestro país el estalinismo nunca había recibido tan profunda felpa que la proporcionada desde el propio partido comunista por quienes luego fundaron el MAS. Que este partido no haya sido capaz de profundizar aquel esfuerzo teórico y político que culminara con una proposición adecuada al momento histórico, no deslegitimaba la experiencia.
Los líderes masistas entendieron el nuevo modo de ser socialista como una modalidad para dejar de serlo.
Las respuestas que dieron a las aberraciones estalinistas fueron las mismas que provenían del neoliberalismo; desde la derecha.
¿Qué ocurre en Venezuela? La presencia de un gobierno que está dispuesto a usar los mecanismos de un Estado democrático para superar las inequidades, las desigualdades y las injusticias. Para que ello sea posible es necesario desmontar el andamiaje que reproduce el sistema de dominación que ha imperado en nuestro país a lo largo de los años.
Un primer paso es fortalecer la acción del Estado, que había sido desmantelado en muchas de sus funciones para que fueran asumidas por el mercado. Por supuesto, el mercado acá es monopólico y oligopólico.
No es posible pensar en políticas de igualdad sin una intervención decidida del Estado. Cuando ello ocurre, estamos en presencia de la concreción de un valor socialista.
Pero ello se viene dando en el marco de un sistema político que es democrático y participativo. Que, además, admite y favorece la iniciativa individual, a la vez que fomenta la economía social, democratizando el acceso al crédito y al conocimiento.
Y de esto se trata el socialismo del siglo XXI, proporcionando respuestas adecuadas al momento histórico que estamos viviendo. Lo que queda más claro al observar cómo nuestro devenir revolucionario no tiene nada que ver con la manera clásica como se han desarrollado otras experiencias en el mundo.
En nuestro país la gente que desea salir no tiene que hacerlo en balsas ni tampoco existen campos de concentración en los cuales sean encerrados los disidentes.
En nuestro país se vota directa y secretamente, y cada quien es dueño de su opinión. Existen numerosos partidos políticos y hasta los sediciosos aparecen en las pantallas de TV y en las páginas de los diarios.
Es más, ni Betancourt ni Caldera se hubiesen calado lo que Chávez se cala con Oswaldo Álvarez Paz, de quien todo el mundo sabe anda montando una conspiración. Lo menos que le hubiese salido en aquella época eran las Colonias Móviles de El Dorado.
El socialismo del siglo XXI, nuestro socialismo, es democrático, participativo y libertario, como ha quedado demostrado desde 1998.