Debemos creer en Venezuela

Creer en Venezuela, significa apostar  a su triunfo en conseguir la paz ciudadana. Son innumerables las formas o maneras de tributar a esta necesidad. Una entre tantas la podemos identificar en la invitación impostergable de un consenso nacional, que pueda estar inspirado en la producción de un silencio reflexivo capaz de medir en el presente y futuro el impacto desencadenado de esta nueva cultura oportunista que sitúa, en un segundo plano, las necesidades básicas de nuestra población. El castigo a los contraventores de la leyes y procedimientos establecidos en las diferentes instituciones públicas, tienen que ser el primer paso para generar un efecto de retorno de las buenas prácticas de los valores éticos y morales, que deben manifestarse en todo momento en el manejo público.

En segundo lugar, sincerar la economía en cuanto el manejo dado hasta ahora podría abrir un marco de posibilidades para el realce positivo de la misma, abandonar modelo que no han sido exitoso e implementar nuevas formas contagiadas de prácticas socialista es la vía. Se debe entender que lo productivo es mejor consolidarlo y afianzarlo para su expansión, con esto intento reconocer la importancia del sector privado y sus procesos productivos, ningún país del mundo ha salido adelante sin la convergencia entre lo público y lo privado.  Si algunos rubros se están produciendo de manera natural, a que se debe ese intento de paralizar líneas productivas para como en un juego de ensayo y error, a mediano y largo plazo aprender los procesos y causar un desabastecimiento del rubro. Recurriendo a la necesidad de importación del mismo para suplir la demanda que este puede representar en el consumidor. Considero, que no hemos sido asertivo con esa política, creo que la estrategias tiene que ir dirigida hacia aquellos rubros que vienen presentando problemas para su oferta en el mercado, esa debe ser la política para la diversidad económica e industrial en Venezuela, démosle a quienes conocen de las artes productivas las herramientas que ellos sabrán qué hacer con ellas para activar el país en una gran cruzada de éxitos, como en algún momento lo dijo un insigne personaje de nuestra nación, al referirse a la siembra del petróleo.

En tercer lugar nos encontramos con las alcabalas de la administración pública, caracterizadas por la creación incesantes de trámites, registros, permisos, licencias, fiscalizaciones y otros denominaciones tácticamente diseñadas para la corrupción y otras prácticas que golpean de manera despiadada al sector industrial, minimizando su interés en producir bienes y servicios y agotando los espacios para dar repuestas a las crecientes demandas de algunos rubros que llegan a tener importancia estratégicas para la cotidianidad demográfica. Son en estas alcabalas donde reina el exceso de documento, minimizando la capacidad productiva está queda en un segundo plano o en el archivo ministerial de las cosas sin importancia. Todo supone que esta estrategia apuntala a no facilitar procesos para incentivar la importación pero con divisas subsidiadas por el estado a través del gobierno, los resultado en el tiempo y el espacio de esta política económica son desastroso, ante nuestros ojos, hoy podemos  ver el desenlace de esta triste historia con la economía de Venezuela.

Por último, solo debemos pensar en la Venezuela de lo posible y todo lo que ella nos brinda para ser el mejor país del mundo y que nuestra población pueda ser capaz de mostrar la mejor de sus sonrisas.



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Joselino Serrano


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