Cuba y Venezuela - Rutas y Destinos

El proceso de transformación política que vive Venezuela es muy particular, y de ninguna manera por sus ritmos y objetivos de corto y mediano plazos se puede comparar con el proceso de transformación que ha vivido Cuba, desde enero de 1959. Evidentemente distintos y diferentes sin necesidad de demostrarlo, por la evolución histórica de ambos países, por las particulares condiciones internas e internacionales en que asume el poder el movimiento revolucionario cubano, al triunfar en la lucha armada en contra del régimen dictatorial de Batista, y de la misma manera, por las particulares condiciones, en el mismo orden, en que asume la jefatura del gobierno venezolano Hugo Chávez, al encabezar una propuesta electoral que se gana el apoyo y confianza de amplios sectores de la sociedad venezolana, en diciembre de 1998.

CUBA -ALGUNOS ANTECEDENTES-

El arribo al poder de Fidel Castro y los primeros meses de ejercicio del mismo, significó, ni más ni menos, la posibilidad de construir un estado nacional y un sistema institucional conforme a las necesidades del proceso de transformación revolucionaria a que sería sometida la isla por la conjugación de fuerzas políticas, que al mando de Fidel Castro, asumió el mando del gobierno cubano. El desplome del estado nacional vigente hasta el último día de diciembre de 1958, producto de la caída de la dictadura de Fulgencio por el empuje del movimiento armado, facilitó la tarea histórica de iniciar la creación de un nuevo proyecto de país, mediante la implantación de nuevos instrumentos institucionales y constitucionales.

El triunfo del movimiento armado y la toma del poder por esa triple alianza integrada por el Movimiento 26 de julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario 13 de marzo, bajo el liderazgo reconocido de Fidel, significó el rompimiento con el pasado en términos radicales, y dio paso a la implementación, inmediata unas y paulatinas otras, de las iniciativas de transformación de la sociedad cubana en los primeros años de la revolución. La ley reforma agraria que transformó la realidad de las áreas rurales del país, creando las condiciones para la organización de una nueva economía agrícola, la ley de reforma urbana que transformó el régimen de propiedad de bienes inmuebles y creo las bases para dinamizar los procesos de transformación urbana, la intervención de todo el sistema financiero y productivo en manos de la oligarquía cubana, la nacionalización de todas las empresas norteamericanas que dominaban las principales arterias del comercio y de la actividad económica de Cuba, crearon las bases para iniciar la construcción de un nuevo orden social y político. La implementación de la legislación revolucionaria, que golpeó directamente los intereses norteamericanas que dictaban las condiciones de funcionamiento de la economía cubana generó reacciones de todo tipo y alcances, cuyas consecuencias todavía se están soportando.

La presencia del campo socialista encabezado por la Unión Soviética, en medio de las condiciones de la guerra fría y el enfrentamiento con las potencias occidentales, de alguna manera mitigó las consecuencias de esa política brutal que desencadenó la reacción norteamericana en contra de Cuba, no obstante las limitaciones tecnológicas y financieras en que se debatían los países signatarios del Pacto de Varsovia y el resto de países socialistas. La cooperación y solidaridad internacional salvó el proceso revolucionario cubano, pues le abrió un mercado a la oferta exportadora cubana, que giraba fundamentalmente alrededor de la producción azucarera y garantizó los resguardos políticos y militares que se necesitaban para la defensa y consolidación de la revolución. La derrota de la contrarrevolución interna y las especiales condiciones de aislamiento internacional a que fue sometida Cuba por parte de los Estados Unidos, situación a la cual se sumaron la mayoría de los país latinoamericanos y europeos, y su ligamen estratégico, en todos los campos de la actividad política y económica con los países socialista, de alguna manera u otra, toda esta serie de factores conjugados crearon las condiciones para acelerar el proceso de transformación en la búsqueda de un nuevo orden social.

VENEZUELA -ALGUNOS ANTECEDENTES-

Los orígenes del proceso de cambio en Venezuela ha sido totalmente distintos. El Pacto de Punto Fijo, la derrota de las tesis insurreccionales de los años 60 y siguientes, el reflujo de la izquierda orgánica, y el deterioro de las condiciones de gobernabilidad de Venezuela con la derrota estratégica de la propuesta de los partidos tradicionales, Acción Democrática y COPEY, que tuvo su pico de expresión en el rechazo a las políticas de ajuste estructural impuestas por el FMI e implementadas por el gobierno adeco de Carlos Andrés Pérez, todos estos factores conjugados, se puede decir que fueron creando condiciones objetivas, a la espera de un rompimiento, con las maneras tradicionales de “hacer política” en Venezuela.

En Chile, el triunfo de la Unidad Popular en las elecciones de 1973, en Nicaragua, el triunfo del FSLN en 1959 luego de un largo proceso insurreccional en contra de la dictadura familiar de los Somoza, en Brasil, el triunfo del PT en las elecciones del 2004, en Uruguay, el ascenso al gobierno del Frente Amplio en marzo del 2004 y en Bolivia, el triunfo electoral reciente del Movimiento al Socialismo, encabezado por Evo, triunfos y derrotas del movimiento revolucionario en América Latina, son el producto de procesos de maduración de condiciones objetivas y subjetivas, de acumulación de contradicciones entre los bloques de poder, y manifestaciones de fuerzas orgánicas e históricas de naturaleza revolucionaria y de movimientos sociales profundamente anclados en las luchas populares. Al contrario, en Venezuela, aunque las condiciones objetivas estaban dadas y en proceso de maduración, en especial a partir del segundo gobierno de CAP con la implementación de una agenda de políticas neoliberales que al final de cuentas aceleró el proceso de empobrecimiento de amplios sectores de la población, la desarticulación y fragmentación de las fuerzas sociales y movimientos políticos no permitía prever en el corto y mediano plazos un rompimiento del paisaje político venezolano que abriera espacios para que el país tomara rumbos distintos.

Sin embargo ante la crisis generalizada del modelo político de país impuesto por los organismos internacionales con la complacencia de los sectores políticos que dominaban el escenario del país, los factores subjetivos entraron en juego. El surgimiento de una corriente patriótica y nacionalista en los sectores militares, recibidos con desconfianza inicial por los sectores revolucionarios de izquierda, fueron creando paulatinamente las condiciones para provocar un salto en la conciencia social hasta llegar a constituirse en un factor catalizador de las esperanzas, tantas veces frustradas, de amplios de la sociedad venezolana, que habían roto en forma definitiva con las maneras tradicionales de hacer políticas en Venezuela.

El nacimiento del proceso de cambio venezolano ha sido distinto y particular con relación a otras experiencias de transformación revolucionaria que se han hecho presentes en la realidad latinoamericana. Un proyecto de carácter patriótico y democrático que nace en el seno de las FAN, por sus acciones políticas y militares se convierte en un factor de integración de amplios sectores sociales, con una diversidad de enfoques y visiones ideológicas asume el mando del poder formal e institucional, en medio de las limitaciones que le impone un ordenamiento constitucional diseñado en su oportunidad, para servir de sostén a los grupos que se turnaron en el mando del país en los últimos 40 años.

VENEZUELA -LIMITACIONES Y PERSPECTIVAS-

El triunfo electoral de la coalición de fuerzas políticas y factores sociales que se agruparon alrededor de la candidatura presidencial de Chávez y la puesta en vigencia de un nuevo ordenamiento constitucional, significó un avance importante y crea nuevas condiciones que pretenden marcar la marcha del país durante un período de su historia. Los derechos fundamentales consagrados en la constitución bolivariana relativos a derechos políticos, económicos, sociales y culturales que al final de cuentas solo se pueden afianzar por medio de la acción decidida del pueblo organizado, abren espacios suficientes para emprender acciones fundamentales de transformación del país.

No obstante las holguras que genera el nuevo ordenamiento constitucional del país, las mismas se han convertido en la actualidad en una camisa de fuerza que limita los objetivos del proceso de transformación, en la eventualidad de que el mismo amplíe sus fronteras y objetivos mediante la implantación de iniciativas que, de alguna manera signifiquen el rompimiento de todas las articulaciones económicas, financieras y comerciales, que todavía están en manos de grupos de poder, que dominan amplios espacios de la actividad productiva del país.

Será posible, en las condiciones vigentes en Venezuela, abordar el tema de la construcción de una sociedad socialista sin poner en la agenda el tema de la implantación de nuevas relaciones de propiedad y de producción, sin acuerdos sustanciales sobre el diseño político y económico del proyecto que se pretenden implantar y los objetivos sociales del nuevo modelo de país. Será posible poner de acuerdo a las fuerzas políticas que le dan soporte al gobierno bolivariano, las que tienen representación parlamentaria y los movimientos populares y comunales, sobre una agenda mínima que abra el camino a la construcción de una sociedad de nuevo tipo o su dispersión ideológica impide generar acciones orientadas con tal fin? Será posible crear una agenda mínima de país, que integre a amplios sectores sociales y grupos empresariales que con responsabilidad patriótica asuman los nuevos mensajes de transformación, dentro de los marcos de una economía plural?

En fin, será posible en las condiciones internacionales actuales, ponerle el acelerador al proceso de transformación?. Será posible diversificar la economía del país, crear espacios adecuados para la inversión pública y privada, que propicie la activación de la actividad económica sostenible como medio para la generación masiva, necesaria y urgente, de puestos de trabajo e incremente los volúmenes de intercambio comercial?.

Será posible en fin, impulsar iniciativas que eleven la calidad de vida de la población mediante un acceso adecuado a la vivienda, la salud y la educación, en los marcos de un proceso de transformación revolucionaria que propicie el rompimiento de las relaciones y articulaciones de poder vigentes, las cuales en forma sustancial están en manos de grupos empresariales, que dominan y controlan todavía amplios espacios de la actividad productiva, bancaria y de servicios en su más amplio espectro, que controlan los mecanismos de comercialización más importantes del país y los sistemas de transporte público. En fin, podrá ser factible en forma paulatina, una conciliación de la necesidad de emprender acciones e iniciativas de transformación con las posibilidades reales, que no produzcan desgarraduras importantes en el cuerpo social del país, todo con la visión que es mejor invertir en tiempo que no en sangre, o los portillos que se necesitan para continuar con el proceso de cambio se están cerrando, por la intransigencia de los sectores más radicales e irracionales, desplazados del ejercicio y usufructo del gobierno por el proyecto revolucionario, lo que obligará en el mediano plazo, a invertir en sacrificio y violencia ante la incapacidad de invertir en tiempo y aceptar realidades históricas.

El gobierno bolivariano asume a partir de 1999 la conducción política del proceso de cambio, en los marcos de una crisis generalizada de esa visión de poder unipolar que se estableció en el mundo a partir del desplome del campo socialista encabezado por la Unión Soviética, estimulada aún más por la crisis energética mundial y los problemas de abastecimiento de crudo que soporta la economía de los Estados Unidos. Las reservas energéticas del mundo en estas condiciones y de conformidad con su particular de visión de potencia imperial, se convierten para los Estados Unidos en objetivos de primer orden y en tal sentido, las guerras de intervención y ocupación de Irak y Afganistán y la política agresiva con relación a Venezuela, Cuba, Corea del Norte e Irán, son muestra indiscutible de la visión guerrerista y alarmista que se ha impuesto en el tratamiento de los asuntos internacionales en los últimos quinquenios, aunque esa visión de la política vaquera esté cediendo el paso, por algunas manifestaciones recientes, a una visión oportunista y coyuntural, impuesta por la realidad electoral en los Estados Unidos y el descrédito en que ha caído la Administración Bush.

La política internacional del gobierno bolivariano ha logrado dentro de estas circunstancias crear los espacios necesarios para dotar al proceso de una retaguardia que asegure su incorporación a bloques de poder regionales, fundamentada en una nueva visión solidaria y de ayuda mutua en América Latina y en otras regiones del mundo que aseguren, en unos casos, articulaciones y apoyos políticos de primer orden y en otros una ampliación de mercados, que estimulen la oferta exportable venezolana y en fin la diversificación de la capacidad de producción del país. Estará por verse si esos espacios conquistados podrán soportar las presiones internacionales ante una posible radicalización del proceso de cambio, en términos de las transformaciones internas que se puedan derivar de la reelección del Presidente en diciembre próximo. El gobierno bolivariano debe aprovechar de manera absoluta todos los espacios que se generen para que las transformaciones que se implementen mantengan un ritmo estable de avance y salir de ese círculo en el cual el Presidente Chávez muestra una actitud radical y de enfrentamiento con el enemigo externo e interno cuando el gobierno se ve amenazado, y por otro lado, conciliatoria y moderada cuando ha superado en forma exitosa los desafíos a que se ve sometido.

La capacidad del gobierno bolivariano para establecer con reglas del juego claras, una economía plural, que crezca y se desarrolle con opciones claras para incrementar la oferta exportable y la oferta de consumo interno. La presencia en la vida económica del país, de un sector estatal representado por actividades estratégicas girando alrededor de la producción petrolera, petroquímica, energética y minera, un amplio sector privado inmerso y participativo de las políticas nacionales en la perspectiva de ampliar las fronteras productivas que permita exportar más e importar menos y un nuevo sector de actividad económica ligado a los sectores productivos que nazcan como producto de las iniciativas de estímulo, organización y aprendizaje promovidas por el gobierno bolivariano, en las áreas industriales, pecuarias y agrícolas.

El proceso de cambio que vive Venezuela debe adquirir sus propios ritmos y definir con claridad sus objetivos de largo plazo. Esa nueva especie de socialismo por el que se pronuncia todos los días y por todas las vías posibles el Presidente Chávez, hay que diseñarlo y construirlo todos los días con las herramientas disponibles, entre ellas la constitución vigente no obstante sus limitaciones, pero sobre todo hay que construirla con organizaciones políticas competentes que abran el camino, que puedan ver el horizonte. Esas organizaciones políticas no existen actualmente en el país y los intentos por forjarlas, de manos de los sectores sociales más comprometidos y claros, son todavía tímidos y en algunos extremos, son hasta sectarios. Mientras la vida política del país no se vea robustecida por nuevas alternativas orgánicas de partidos políticos, que piensen más en la esencia del proceso y menos en los compromisos electorales y clientelares, pues la revolución bolivariana seguirá comprometida.

CUBA -ENSEÑANZAS Y PERSPECTIVAS-

En pleno mar Caribe, Cuba socialista en medios de las condiciones generadas por el bloqueo comercial impuesto por los Estados Unidos, y surgiendo de las pruebas a que se vio sometida con motivo del "período especial" de su economía impuesto por el derrumbe del campo socialista, que significó la pérdida de sus principales socios políticos y comerciales, asume en forma ejemplar su vocación solidaria y dentro de las limitaciones de su economía, abre las puertas a la colaboración con todos los pueblos del mundo. La presencia cercana de Venezuela y la evolución paulatina de paisaje político del continente le ha abierto espacios importantes de colaboración política y comercial, lo que ha facilitado los procesos de diversificación de su economía hasta lograr alcanzar niveles de desarrollo e indicadores de calidad de vida nunca antes vistos desde el triunfo de la revolución en enero de 1959. Las amenazas de agresión directa de los Estados Unidos se mantienen vigentes desde el primer día y las medidas políticas, económicas y de carácter migratorio derivadas del bloqueo se han radicalizado, pero no obstante las dificultades que se presentan, las fronteras políticas y de apertura comercial se han expandido. La presencia en Cuba de inversión extranjera en la actividad turística, telecomunicaciones, minería y energía ha generado saltos en su desarrollo y condiciones de bienestar de su pueblo. La diversificación de su economía que se ha generado y el potencial innovador cubano en el desarrollo de la industria farmacéutica como consecuencia de los niveles alcanzados en los campos de la biotecnología y diseño de tratamientos médicos alternativos colocan a Cuba en niveles nunca antes posibles. La actitud combativa y solidaria de la revolución cubana con los movimientos de liberación nacional en muchas partes del mundo en años 60 y su identificación plena, con los pueblos africanos para derrotar los resabios del colonialismo en la década de los 70, se constituyen en la actualidad, como un efecto de continuidad histórica, en la disposición y presencia de la ayuda cubana, expresada en ayuda y colaboración médica en la actualidad, con pueblos que padecen las consecuencias de fenómenos naturales. La presencia cubana en iniciativas de impacto social y económico emprendidas por los gobiernos de Venezuela y Bolivia se constituyen en claros ejemplos de solidaridad y capacidad de sacrificio del pueblo y gobierno de Cuba.

LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO -LA EXPERIENCIA CUBANA-

De la experiencia cubana en la construcción de esos elementos de dirección política, ausentes todavía en Venezuela se pueden sacar muchas enseñanzas. Reconociendo sus diferencias históricas y circunstancias del nacimiento de ambos procesos revolucionarios, es bueno repasar la historia contemporánea cubana, en la consolidación de los mecanismos de dirección política, que le da un carácter distinto al proceso revolucionario, por su profundidad y alcances y sacar las conclusiones que correspondan. En Cuba estamos hablando de una sociedad de partido único con todas las consecuencias que de ello se derivan, con un estado nacional, único y exclusivo gestor y protagonista de la actividad económica, educativa y cultural, en todas sus manifestaciones. En Venezuela estamos hablando de una sociedad plural regida por otros conceptos de representatividad, dentro de los marcos en proceso de construcción de una democracia participativa y protagónica, que se desarrolla dentro de los marcos de una economía de libre mercado, en donde el estado nacional, además de gestor de la actividad productiva en algunos campos fundamentales y estratégicos, cumple además, aunque en forma limitada, funciones reguladoras para conciliar los intereses de productores, gestores comerciales y consumidores y usuarios. En Cuba, según los estandares de sus detractores, no existe libertad de expresión, solo medios de comunicación comprometidos con los intereses de la sociedad y los objetivos vigentes del proyecto político del gobierno revolucionario. En Venezuela, según los estandares de sus detractores, la prensa libre e independiente ejerce sus funciones en los marcos de un régimen de libertad de expresión con "serias limitaciones", obviando el hecho real de que en los marcos de un amplio régimen de libertades públicas que va más allá del libertinaje, la mal llamada "prensa independiente", los principales medios escritos, radiales y de televisión, se han convertido en los principales gestores de la actividad contrarrevolucionaria.

CUBA Y EL PARTICO COMUNISTA -ANTECEDENTES Y EVOLUCION-

El 16 de abril de 1961 en el entierro de las víctimas del bombardeo a la capital cubana por aviones basados en Puerto Cabezas, región norte-atlántica de Nicaragua, en la víspera del ataque contrarrevolucionario de playa Girón, se proclamó el carácter socialista de la revolución cubana. Coincidieron estos acontecimientos, en que se puso a prueba la capacidad de defensa y respuesta efectiva de la revolución, con los esfuerzos que se desplegaban en el seno de las organizaciones revolucionarias cubanas, bajo la conducción de Fidel, en la tarea de unir a todas las fuerzas plenamente identificadas con el proceso revolucionario cubano, en una sola dirección, bajo una sola conducción política. El 16 de abril de 1961, fecha de proclamación del carácter socialista de la revolución cubana, quedó establecida como fecha de fundación del Partido Comunista de Cuba.

El nacimiento del PCC y su posterior desarrollo, tiene sus raíces ancladas en la historia profunda de Cuba, en las grandes batallas que se dieron en contra del régimen colonial español durante el siglo 19 y en las luchas del movimiento obrero cubano durante la primera mitad del siglo 20, pero sobre todo tiene sus principales manifestaciones en el proceso revolucionario que se desarrolla en Cuba, a partir de las particulares condiciones que se generan con el golpe de estado de Fulgencio Batista en marzo de 1952. El robo, el abuso y la corrupción de los sectores favorecidos por el régimen dictatorial fueron el caldo de cultivo para justificar un ascenso en la calidad del enfrentamiento que se estaba gestando en el seno de la sociedad cubana.

Para comprender en toda su profundidad este proceso, que entra en su etapa decisiva con el advenimiento de la dictadura batistiana, es necesario, ante todo, tener presente un hecho de primordial importancia: la figura central que se destaca como el organizador y jefe de la lucha insurreccional, en el líder admirado por amplios sectores del pueblo cubano, es Fidel Castro, el cual, aun militando en las filas del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), había abrazado las posiciones marxista-leninistas, por evolución intelectual y convencimiento personal.

Según historiadores políticos cubanos, Fidel Castro así como el núcleo dirigente que lo acompañó en la lucha antidictatorial a partir de marzo del 52, integrado entre otros por Raúl Castro, Abel Santamaría, Ñico López, Ramiro Valdés, Juan Almeida, Jesús Montané y otros, aunque no se les podía considerar formalmente dirigentes o militantes de un partido marxista-leninista, habían estudiado bajo la conducción de Fidel lo esencial del pensamiento revolucionario y se habían convertido en convencidos portadores de la ideas del socialismo.

En declaraciones dadas a un medio de información, allá por enero de 1979, a propósito de su formación política e ideológica y del resto de dirigentes principales del proceso revolucionario cubano, Fidel expresó: "Yo puedo decir lo siguiente —y esto parte de una convicción muy profunda— que nosotros no habríamos podido hacer la revolución si no hubiésemos partido de los principios marxista-leninistas. [...] En mi caso fue precisamente la teoría revolucionaria, vinculada con un carácter, con un espíritu determinado, lo que hicieron de mi un revolucionario, y eso se lo agradezco y se lo agradeceré siempre al marxismo-leninismo. [...] Sin esa base teórica nosotros no habríamos concebido una estrategia revolucionaria correcta y victoriosa. [...] es decir, no habríamos cambiado la situación social de nuestro país, no nos habríamos liberado del dominio imperialista."

Y continuó expresando; "Yo era un apasionado comunista, pero formalmente no estaba en las filas del partido. Y no estaba en sus filas porque elaboraba mi propia línea estratégica de la revolución en Cuba. Por qué tome esta decisión?, porque en el país reinaba el anticomunismo, el pueblo estaba desconcertado, el Partido Socialista Popular –el viejo partido comunista- se encontraba en un fuerte aislamiento. El PSP no tenia ninguna posibilidad objetiva de ponerse al frente de la revolución en Cuba. Yo estimaba que si lograba dirigir a esa gran masa, entonces, sin hablar de comunismo, se podía conquistar el poder.”
En las condiciones políticas de Cuba con posterioridad al golpe de estado de marzo de 1952 los partidos políticos opositores al régimen dictatorial imperante en la isla carecían de medios, de líderes y de estrategia de lucha. El PSP por si solo, no contaba con medios, fuerzas ni condiciones nacionales e internacionales para llevar a cabo una insurrección armada y además en las condiciones imperantes en Cuba en aquel instante, habría sido un holocausto inútil. La larga prédica y trabajo constante de los comunistas cubanos que nace con Baliño y Mella al calor de la revolución de octubre, contribuyeron a divulgar en Cuba las ideas revolucionarias presentes en Europa, se convirtieron en un mensaje atractivo para sectores de la juventud cubana. En una sociedad llena de prejuicios, sometida a patrones culturales importados, el aislamiento, exclusión y represión que padecían los militantes comunistas como portadores de las ideas políticas de vanguardia durante el período dictatorial, creo que las condiciones para que nuevas generaciones de revolucionarios, bajo el influjo de las ideas sembradas en la historia lejana y reciente de Cuba, y con la conducción de Fidel Castro, obligaban a las nuevas generaciones de revolucionarios cubanos a asumir responsabilidades históricas y emprendieran el camino de la lucha armada en contra de la dictadura batistiana, con la finalidad de establecer un nuevo orden político, económico y social en Cuba.

Como parte de la visión estratégica de Fidel y definido el camino por el cual debía de transitar el proceso revolucionario cubano, el asalto al cuartel Moncada y la defensa de Fidel ante el tribunal de Santiago de Cuba que lo juzgó, sacudieron profundamente al pueblo cubano y le enseñaron el camino a seguir. El derrocamiento por la vía de la lucha armada de la tiranía y el cumplimiento del programa del Moncada, formulado en "La historia me absolverá", vinieron a ser en aquel entonces los principales objetivos para la unidad en la acción de los sectores políticos y movimientos sociales comprometidos en un proceso de transformación revolucionaria. Una propuesta programática que resultó ser la defensa de Fidel ante el tribunal de Santiago de Cuba, que integró a amplios sectores de la sociedad cubana en contra de la dictadura, que no incluía como objetivos la nacionalización de las empresas extranjeras y la lucha por el socialismo, se convirtió al final de cuentas en un medio programático que abrió los espacios suficientes y el camino hacia una sociedad de nuevo tipo. La situación internacional, la división del mundo en dos realidades políticas y militares contrapuestas y la posición geográfica de la isla, fueron factores que tomó en cuenta la dirigencia del Movimiento 26 de julio, como principal fuerza insurreccional, para establecer los límites estratégicos de la revolución cubana en una primera etapa, durante la lucha armada y la derrota de la dictadura batistiana.

Fidel se ha referido a esa etapa de la lucha revolucionaria por la que transitaba Cuba, en los siguientes términos; "Creo que el mérito de nuestro movimiento consistió en recoger, de manera concreta, esas aspiraciones de la gran masa, en aquel momento, que no tenia un nivel de conciencia política muy desarrollado, pero que constituía una fuerza revolucionaria en potencia; y haber podido movilizar esas masas en pro de objetivos concretos: el derrocamiento de 1a tiranía, el establecimiento de un régimen popular, y el cese de la corrupción, el cese de las injusticias, las demandas en favor de los campesinos, las demandas en favor de los trabajadores, sin que todavía adquiriera la forma de un programa socialista. Porque yo creo que fue un gran acierto por nuestra parte plantearnos esas metas concretas; pero ya en ese memento nosotros éramos y pensábamos como marxista-leninistas. Lo que nosotros hicimos fue apreciar una situación potencialmente revolucionaria en nuestro país, partiendo de las ideas marxista-leninistas, y elaborar un programa que recogía, digamos, la aspiración de ese memento de las grandes masas del pueblo y llevarlas hacia un camino revolucionario, sobre todo llevarlas hacia la conquista del poder revolucionariamente."

Al triunfar la revolución el 1ro de enero de 1959, el programa del Moncada ya no es simplemente una proclama o un llamado a la insurrección ante el pueblo de Cuba, sino que se convierte en un programa de carácter nacional-liberador, democrático y popular, que según las expresiones de Fidel, fue el programa de la etapa agraria y anti-imperialista de la revolución cubana, que viene a ser, en las condiciones concretas en que se desarrolla el proceso, en la antesala inevitable de la etapa por la revolución socialista. Se inscriben dentro de este programa las medidas iniciales adoptadas en los primeros meses relativas a la destrucción del aparato estatal vigente en todas sus manifestaciones posibles y la construcción de un nuevo estado popular y democrático, la implantación de las reformas económicas fundamentales que marcan el curso de la revolución, el restablecimiento de los derechos fundamentales de los trabajadores y la decisión más importante y radical de esta primera etapa, la promulgación de la Ley de Reforma Agraria de mayo de 1959, que liquidó para siempre la gran propiedad latifundista. Durante 1960 se inicia el proceso de nacionalización de la banca extranjera especialmente norteamericana, la banca cubana en manos de grupos financieros nacionales y se liquidan por la vía de la nacionalización y traspaso al área de propiedad estatal, las grandes empresas industriales, agro-industriales y agrícolas de capital cubano y extranjero.

Con la aplicación de esta serie de medidas y disposiciones del gobierno revolucionario, se le da un golpe contundente a los intereses extranjeros y a la oligarquía nacional y se cumple ante el pueblo de Cuba con las metas y objetivos de la generación del Moncada, encabezada por Fidel y se consolida la ruta para las grandes del futuro, que arranca con la proclamación del carácter socialista de la revolución cubana, el 16 de abril de 1961.

Durante el período transcurrido, desde la lucha en contra de la dictadura batistiana que arranca con el asalto al Cuartel Moncada hasta el triunfo de la revolución el 1ero de enero de 1959 y su posterior evolución en un proyecto de transformación socialista, no existieron nunca diferencias esenciales entre las fuerzas políticas que asumieron el peso fundamental de la lucha en contra de la dictadura. Entre los sectores dirigentes del Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, las diferencias que se dieron en este período fue esencialmente sobre cuestiones tácticas y métodos de lucha.

A comienzos de 1961, como producto de la implantación de una serie de iniciativas de transformación del país, la conciencia política de amplios sectores de la sociedad cubana había llegado a unos niveles de identificación con el proceso de cambio, que ya estaba en capacidad de asimilar, identificarse e incorporarse con los objetivos estratégicos del proyecto revolucionario. El 16 de abril de 1961, el día del entierro de las víctimas del bombardeo a La Habana e instalaciones militares cubanas, por aviones procedentes de bases de la CIA en Nicaragua, como preludio de la invasión mercenaria, estaban dadas las condiciones para que el pueblo organizado respondiera al llamado de Fidel, de defender hasta las últimas consecuencias la revolución socialista.

La defensa del proyecto revolucionario ante la agresión externa, el avance en el proceso de implementación de las nuevas condiciones políticas y económicas en que se desarrollaba el país y el estado de conciencia del pueblo organizado ante el proyecto de transformación socialista, obligaban a la dirigencia de la revolución bajo la conducción de Fidel, pero dispersa en varias organizaciones y movimientos políticos, a construir un punto de encuentro, un centro de dirección y articulación de acciones que lograra integrar a todos los cuadros, todos los esfuerzos y concentrar el contenido y alcances de las acciones fundamentales del proceso de transformación por el que transitaba el país.

Las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas), esa versión preliminar de partido de vanguardia del proceso revolucionario cubano, en el que se fueron encontrando paulatinamente, a partir del 1ero de enero de 1959, las fuerzas más sanas y consecuentes que participaron en la lucha en contra de la dictadura batistiana se había convertido en una necesidad que no se podía aplazar. La intensidad del proceso de transformación y los riesgos que se estaban asumiendo obligaron a la dirigencia cubana a actuar con sentido de oportunidad y con sentido de responsabilidad. Sin partido la revolución ponía en riesgo su futuro. La integración de los niveles de dirección de las ORI, no fue un tema de asignación de puestos en función de la presencia y rol histórico que había jugado cada organización revolucionaria, fue más relacionado con niveles de responsabilidad por la experiencia combativa y de presencia en la historia contemporánea del país. Como dice Fidel, “………….se produjo la fusión de facto, como resultado del acercamiento, de los contactos que teníamos antes de la guerra, de los contactos posteriores, del hábito que se creo de consultarnos los problemas más importantes.”

El proceso de organización de la nueva economía y de la nueva forma de estado revolucionario, la creación y consolidación de los organismos de defensa del estado en todas las formas de expresión, la depuración de elementos reaccionarios dentro del movimiento sindical y de las organizaciones revolucionarias, fueron creando las condiciones objetivas para el nacimiento de un instrumento político unificado de carácter transitorio que abriera las puertas a la creación del partido político de vanguardia de la revolución cubana.
Durante el mes de junio de 1961, en un gesto de desprendimiento, de profundas connotaciones políticos e interpretando fielmente los objetivos estratégicos del proyecto revolucionario cubano, los máximos dirigentes del Movimiento 26 de Julio, del Partido Socialista Popular y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo toman la decisión de disolver sus organizaciones y crear un nuevo partido con el nombre de Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), reconociendo en Fidel al más alto dirigente del proceso.
“Con las fuerzas revolucionarias integradas, con el Partido Unido de la Revolución Socialista, bajo la dirección de Fidel, entramos a cumplir con las complejas tareas del período de transición, del período de construcción del socialismo”, expresa Blas Roca máximo dirigente del Partido Socialista Popular, el partido de los comunistas cubanos, en el acto de disolución del PSP.
El 26 de julio de 1961 en ocasión del acto de masas convocado para celebrar el 8vo aniversario del ataque al Cuartel Moncada, Fidel hizo pública la decisión de la dirección revolucionaria cubana de crear el PURS. Esa unidad orgánica entre las fuerzas revolucionarias, resulto decisivo en la consolidación de la revolución pues significó, entre otros factores, la integración al proceso de creación del PURS, de miles de cuadros políticos y organizativos probados en múltiples combates por la conquista del poder revolucionario.

Se formaron órganos únicos de dirección política en todas las provincias de Cuba, con los dirigentes de las tres organizaciones involucradas en el proceso unitario y del mismo modo, se empezaron a crear las organizaciones de base en los centros de producción, tanto industriales como agrícolas, en las universidades, centro de cultura, en todos los centros de trabajo.

Enjuiciando este hecho en su informe ante el I congreso del Partido, Fidel. Afirmó que “...después de las definiciones del 16 de abril y de la gloriosa victoria de Girón, nació de hecho nuestro partido en la unidad estrecha de todos los revolucionarios y del pueblo trabajador cimentado por el heroísmo de la clase obrera, que combatió y derramó su sangre generosa en defensa de la patria y el socialismo En adelante actuaríamos como una sola organización y bajo una dirección cohesionada. Las geniales ideas de Martí y Lenin acerca de la necesidad de un partido para dirigir la revolución, estaban mas que nunca presentes".

Un camino nuevo estaba recorriendo la dirigencia política cubana. Las dificultades y distorsiones derivadas de la falta de experiencia en algunos extremos y de la prepotencia y sectarismo en otros, comenzaron a manifestarse. En la medida en que los sectores más combativos del pueblo cubano se incorporaban y asumían posiciones militantes bajo un clima de unidad y confianza en la dirigencia de la revolución, algunos sectores de cuadros procedentes del Partido Socialista Popular, con cargos de importancia en el proceso de integración orgánica, incurrían en errores derivados de visiones sectarias, producto en algunos casos de su origen partidario y trayectoria política.
Las manifestaciones de sectarismo, justificables e inevitables en las condiciones de clandestinidad en la lucha en contra de la dictadura batistiana como elemento natural de protección del militante revolucionario, se transformó en práctica política en las condiciones de la construcción del socialismo. Cuando se había dado un salto de calidad en las masas, en las nuevas condiciones, convertidas en defensoras incondicionales del proceso revolucionario, la desconfianza en la capacidad de las masas organizadas, se manifestó evidentemente como un fenómeno dañino para la unidad y supervivencia de la revolución.

Además de esta razón, las concepciones y los métodos sectarios de dirección condujeron en la práctica a una deformación grave del concepto leninista del partido de vanguardia, de sus principios de organización y de sus métodos para dirigir las organizaciones de masas, la administración de los ministerios e instituciones del gobierno y del estado, las fuerzas armadas y los organismos de seguridad del estado, introduciendo en el país una verdadera anarquía, desde el punto de vista de mando político unificado y central.

Gracias a la profunda lucha ideológica que se desató en seno de las organizaciones revolucionarias cubanas, abocadas a un proceso de integración, encabezada por Fidel, se lograron restablecer las relaciones de confianza entre el partido y las masas. Puntualizaba Fidel en aquel período “La revolución se hace por las masas y para las masas. Esa es la razón de existir del partido, y todo su prestigio y toda su autoridad estará en relación con la vinculación real que tenga con la masa. Ese partido no tendrá autoridad ante la masa por ser partido, sino que será partido por la autoridad y el prestigio que tenga ante las masas. Si no tiene conexión con las masas, ni prestigio ni autoridad ante las masas, no es partido; se vuelve una organización raquítica, pobre, y será cada vez menos partido, porque su razón de ser esta en su vinculación con la masa."

En marzo de 1962, como conclusión del debate interno en contra de los métodos sectarios que habían ocupado espacio en los niveles superiores de la revolución, se tomó la decisión de reestructurar los organismos de dirección partidaria e informar al pueblo, siempre de cara al pueblo, sobre su integración y las medidas orgánicas adoptadas. Encabezada por Fidel se consolidó una dirección nacional como máxima autoridad partidaria, en el organismo colectivo llamado a orientar, organizar y dirigir la lucha del pueblo cubano por la realización de los objetivos patrióticos y socialistas de la revolución cubana. En medio de las tensiones generadas en el campo internacional, en especial la crisis de octubre de 1962 que puso a Cuba y a la humanidad entera al borde del enfrentamiento nuclear, los esfuerzos de consolidación de la organización partidaria y la consolidación institucional del estado cubano, siguió su camino.
En Mayo de 1963, las ORI pasaron a llamarse definitivamente Partido Unido de la Revolución Socialista. No era sencillamente un cambio de nombre. La realidad objetiva por la que transitaba la revolución cubana había dejado atrás ese proceso de unidad, de encuentro de todos los destacamentos combativos que habían asumido el reto de construir el primer proyecto de sociedad socialista en el continente americano. El proceso de construcción del PURS, como lo exigían las circunstancias, fue una verdadera lucha por la calidad de sus militantes, por la pureza ideológica y por el mejoramiento constante de su composición clasista, pero además abrió las puertas al inicio de una etapa en el desarrollo del partido marxista-leninista.

Septiembre y octubre de 1965 fue un período de importancia histórica en la consolidación de la estructura partidaria de la revolución. Toda la dirigencia nacional, regional y provincial estuvo concentrada dedicada a la revisión y análisis de temas relacionados con la estructura y operación del poder local y regional y la organización del partido. Los acuerdos y decisiones tomadas en esa oportunidad ocuparán para siempre un sitio de primer orden en la historia partidaria y de la revolución cubana.

Fidel, en el acto de presentación del primer comité central del PCC, el 3 de octubre de 1965, resaltó el significado de esa jornada, de la siguiente manera: “Este paso significa mucho, significa uno de los pasos más trascendentales en la historia de nuestro país, significa el momento histórico en que las fuerzas unificadoras fueron superiores a las fuerzas que dispersaban y dividían, significa el momento histórico en que todo un ,pueblo revolucionario se unió estrechamente, en que el sentido del deber prevaleció sobre todos, en que el espíritu colectivo triunfó sobre todos los individualismos, en que los intereses de la patria prevalecieron ampliamente y definitivamente sobre todo interés individual o de grupos, significa haber alcanzado el grado más alto de unión y de organización con la más moderna, la más científica, a la vez que la más revolucionaria y humana de 1as concepciones políticas."

Nace el Partido Comunista de Cuba como una necesidad histórica. Con este nuevo paso dado en octubre de 1965 termina propiamente el proceso de formación del partido, iniciado en abril de 1961, que Fidel resumió el proceso de consolidación de la siguiente manera: “Primero fuimos ORI en los primeros pasos de la unión de las fuerzas revolucionarias, con sus aspectos positivos y sus aspectos negativos; después fuimos Partido Unido de la Revolución Socialista, que significo un progreso extraordinario, un extraordinario avance en la creación de nuestro aparato político. Esfuerzo de tres años en que, de la cantera inagotable del pueblo, se extrajeron incontables valores surgidos de entre !as filas de nuestros trabajadores, para llegar a ser hoy lo que somos en cantidad, pero sobre todo lo que somos en calidad. Pero Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba dice mucho, pero no dice todo, y partido unido da todavía la idea de algo que fue necesario unir, que recuerda todavía un poco los orígenes de cada cual. Y como entendemos que ya hemos llegado al grado tal en que de una vez por todas y para siempre ha de desaparecer todo tipo de matiz y todo tipo de origen que distinga a unos revolucionarios de otros, y hemos llegado ya al punto afortunado de la historia de nuestro proceso revolucionario en que podamos decir que solo hay un tipo de revolucionario, y puesto que es necesario que el nombre de nuestro partido diga no lo que fuimos ayer, sino lo que somos hoy y lo que seremos mañana, ¡Partido Comunista de Cuba".

Que significado tiene en la Venezuela de hoy el concepto de profundizar la revolución que algunos sectores exponen y reclaman. Qué significado debe tener, pero sobre todo que contenidos debe tener el Socialismo del Siglo XXI como consigna política levantada por el Presidente Chávez. Esto está por verse.

fedepuko@yahoo.es


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Federico Picado


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