El camión que falta

No, amigo lector, no me refiero aquí a ese extraño bultito que mientan "valija diplomática", procedente de los Estados Unidos (y nariceados) de América que tanto alboroto causó en días recientes y que ocupaba no uno, sino cuatro camiones, aunque el argumento es bueno para señalar uno de los peligros diarios, contínuos y premeditados que nos acechan desde el Norte: la provocación, la manipulación mediática, la amenaza sostenida contra nuestra paz, la mentira burda, la pedantería con la que el mastodonte capitalista nos trata y a la cual se prostra en abyecta sumisión antipatriótica una nutrida manada de comunicadores sociales, bípedos prestos a convertirse en cuadrúpedos... bueno, ustedes entienden de qué hablo.

De lo que se trata aquí es del camión de bolas que aún tenemos que echarle todos para consolidar un proceso que apenas asoma sus dientecitos de leche. El que piense beatamente que "...Chavez ya ganó..." , "...las elecciones son pan comido..." y otras muy confortantes mariqueras está bien, pero bien dormido. No pongo en duda la victoria electoral, en absoluto; lo que me preocupa es la amenaza contínua durante estos meses de campaña, los escenarios conflictivos que se irán desarrollando según los libretos y planes "A" y "B" (y demás letras) que la CIA tiene en ejecución para desacreditar la democracia venezolana, desalentar al votante y propagar la nunca descartable violencia producto de las permanentes provocaciones.

Tratar de convencer al núcleo "duro" del antichavismo es una tarea de siquiatras y requiere de tratamiento en clínicas especializadas: son víctimas de un odio visceral que sólo una muy bien engrasada maquinaria mediática pudo producir con todo el arsenal de las operaciones sicológicas y subliminales. Son casi irrecuperables, como el cegato de la propaganda, y su peligro estriba únicamente en su agresividad cuasi homicida: sin embargo son fáciles de detectar, basta con mostrarles un afiche de Chávez o Barreto y sus caras se contorsionan en una mueca inocultable de asco, acompañada de espasmos estomacales. Pobrecitos, tenemos que considerar desde ya una misión para que su adaptación al socialismo no les produzca daños mayores y puedan llevar una vida libre del odio que los medios lograron inyectarles en el alma.
Pero resulta que si empezamos a preguntarle al o a la compatriota que va a votar por Chávez respecto a su visión del futuro que esperamos construir a través de la reelección, encontramos un espectro de opiniones tan variado y contradictorio como para preguntarnos sobre la coherencia del liderazgo local, la eficiencia de nuestros medios y nuestra política comunicacional y además la obvia cuestión de que TODOS estuvimos sometidos durante décadas a la dictadura de los medios, y eso afecta nuestra visión colectiva dado que muy pocos de los que ahora apoyan a Chávez han tenido un contacto real con la formación ideológica de los luchadores de izquierda.

A ver si nos entendemos: durante más de cuarenta años se nos inculcó un modelo de desarrollo dictado bajo la óptica del sueño USAmericano, racismo incluído, por lo que nuestros íconos son símbolos del más puro consumismo capitalista. Estar "bien", según esta óptica, es tener un carrazo nuevo, andar bien trajeado, jalarle bolas al que tiene poder, tener un televisor de plasma que ocupe una pared de la sala, pisotear al que no tiene o al que te puede serruchar el puesto y meter mano mientras "haiga". ¿La educación de los chamos? Bueno, ellos van a una escuela privada, y en la tarde se entretienen con la tele. ¿La salud? Clínica privada, para eso tienes una tarjeta "Gold". ¿Política, economía, justicia, relaciones diplomáticas? Bueno, eso es trabajo de esos tipos enflusáos que estudiaron para eso. ¿Autoestima? Bueno, con un buen traje todo se siente taaaan bien que no me importa un carajo ese sentimiento de culpa, algo así como un escrúpulo cuando miro a esa gente que ve su rancho caerse o cuando un crimen horrendo se lleva por los cachos jóvenes vidas en un barrio de marginales.

Quizás estoy hablando de un segmento particular de la sociedad venezolana, pero el punto es que muchas de nuestras conductas fueron aprendidas a través de los medios y métodos equivocados. Una nueva sociedad requiere de un nuevo individuo social, y obviamente eso implica arrastrar una inercia generacional mientras se forma al ciudadano de mañana. Como cita Mario Silva al filósofo zuliano, no podemos pedirle peras al horno, por lo tanto debemos ser capaces de llevar adelante un proceso novedoso de cambios en la estructura síquica del venezolano haciendo acopio de su buena voluntad mientras vamos avanzando (y ojo, casi ni siquiera hemos empezado) en la formación ideológica necesaria para convivir bajo la consigna del bien común, la solidaridad social y el amor al prójimo. Esta oportunidad es única, y no podemos desaprovecharla: tenemos real, tenemos la experiencia de los antecedentes socialistas europeos y latinoamericanos, conocemos al enemigo externo y estamos empezando a conocer al enemigo interno, ese que está implícito en nuestras interpretaciones equivocadas de lo que es el progreso de la humanidad. tenemos a un líder con carisma y los cojones necesarios para levantar bien en alto la bandera de la autodeterminación, la independencia y la integración latinoamericana, que es sólo uno de los peldaños en la integración de las clases que han estado históricamente sometidas y que promete ser una lucha larga... pero estamos del lado justo de la batalla.

¿Qué frentes faltan por cubrir? Por un lado, el tecnológico. Debemos dejar de comprar tecnología de última generación de la que no somos dueños, sino usuarios: bajemos uno o dos peldaños para poder producir y mantener en el país los automóviles, artefactos, máquinas y demás elementos necesarios para nuestra vida. ¿De qué nos vale comprar tantos automóviles nuevos si no los hacemos íntegramente en Venezuela?

Otro frente es el espiritual, todo ese andamiaje de dogma que se envuelve bajo el manto de las diferentes religiones. Es un tema largo y espinoso, pero no podemos seguir violando los derechos de nuestros niños y niñas al imponerle casi desde el momento del nacimiento una religión en particular, con toda la carga de rituales, creencias y mitos que ello conlleva y su impacto en la conducta. Démosle la libertad de elegir su fe cuando tengan la edad apropiada para ello.

El frente ideológico ya fue tocado, pero es importante recalcar su importancia; nos queda implorar por el sentimiento de nacionalismo para que juntos TODOS los venezolanos podamos enfrentar las amenazas sobre nuestro país por reclamar lo que nos corresponde por derecho: la autodeterminación. Lograr eso nos permitirá evitar que nos separen con odios irracionales, aunque lo intentarán con lo que venía en ese camión. Y en los que faltan.

Ing. Franco Munini. muninifranco@gmail.com


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