La CEV pecó por omisión

"Venezuela necesita de la plena recuperación del sentido eclesiástico, de lo que significa vivir en cristiandad; el genuino sentido eclesiástico está más allá del demonio del individualismo y los intereses egoístas, obra en función del fortalecimiento permanente de la comunidad, haciendo suya la opción preferencial por los pobres que nos enseñó Cristo".

Hugo Rafael Chávez Frías (Bienvenida al Cardenal Urosa Sabino, 30 de marzo de 2006)

Resulta lamentable que nuestro país haya sido sacudido por una crisis la cual ha penetrado hasta los tuétanos todos los estamentos de la sociedad y haya encontrado una actitud retrograda y propia de época de la inquisición, por parte de la iglesia católica venezolana.

En verdad no resulta nada extraño que en la historia de nuestra nación hayan existido capítulos bañados de heroísmo y de acción patriótica por parte de varios representantes de esa misma iglesia, quienes encarnaron en su momento el ¡no! del padre Madariaga detrás de la sombra de Vicente Emparan, aquel 19 de abril de 1810.

Otro tanto pudiéramos afirmar de la valiente actuación de los seminaristas caraqueños, aquellos quienes garantizaron el triunfo de los patriotas en la Batalla de La Victoria del 12 de febrero de 1814, con José Félix Ribas al frente en el hoy conocido como "Día de la Juventud".

Vendrían también días oscuros y actuaciones de vende patria o de representantes de la iglesia católica, quienes se atrevieron a calificar en el sigo XIX al terremoto de Caracas como "un castigo de Dios".

Todo el anterior sermón se produjo por haberse revelado Simón Bolívar y el pueblo patriota contra la Corona española, hecho que llevó al Libertador a exclamar: "¡Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!".

Nuestra historia ha estado marcada por el papel de una iglesia sumisa y siempre en conchupancia con los sectores de poder. Hasta la fecha solo hemos tenido en la cúpula de la iglesia católica, una élite color purpura la cual ha coexistido junto a la burguesía parasitaria y al lado de un Gobierno que sólo bailaba al son de los "Tedeum".

Desde la llegada del Comandante Chávez - cristiano practicante - las contradicciones y relaciones entre la Iglesia Católica con el Estado Socialista venezolano entraron en contradicción.

Las posturas de los prelados agrupados en Venezuela - con la venia de la curia romana - en la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), no han cesado de manifestar su apego al sistema neoliberal capitalista en un claro contraste, incluso con los postulados del actual pastor de Roma, el Papa Francisco.

Desde la CEV se han lanzado los más hipócritas discursos y homilías contra el gobierno revolucionario. Los ataques han sido irónicos y satíricos contra el Estado venezolano quien ha respetado su rol garantizado por la Constitución Bolivariana pero también ha respondido a los discursos políticos de obispos, quienes no ocultan su rol de opositores.

La posición de la iglesia católica, que es harto conocida por su actuación en la historia, no se aparta de su conducta elitesca y parasitaria. Existen suficientes capítulos al lado de los regímenes que han dominado los países en el mundo, hasta alcanzar su independencia de la Curia y del Estado del Vaticano pero apegados a la obediencia a Pio XII.

Son por demás conocidas las actuaciones de las Cruzadas y su vocación por las hogueras, olorosas a Inquisición, las cuales - con variados matices - florecieron en el mundo detrás de las sotanas y de las mitras.

Ni entrar en sus intríngulis - muchos obviados en Venezuela - los cuales huelen a guisos en los pasillos del Vaticano y en bancos de congregaciones como el Opus Dei, los cuales están salpicados de escándalos y corrupción.

Estos escándalos de cofradías y logias no han podido ocultarse, a pesar de las oraciones papales en los reclinatorios de la Capilla Sixtina en la iglesia de San Pedro en Roma. (Ver "Los Cuervos del Vaticano", Eric Frattini)

En el caso venezolano, cardenales – adecos con sotana – conspiran en silencio en el escenario político. Desde la llegada de Hugo Chávez y su inclinación por un sistema socialista y diverso, la situación cambió y se tornó muy diferente a la que prevalecía en la IV República. (La CEV se convirtió en un partido político de oposición)

Los obispos y los cardenales agrupados en la CEV han mostrado su tramojo y su pasión golpista, en los últimos intentos de tumbar al gobierno, como en el caso de los presidentes Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro. En el primero de forma abierta y descarada y en el segundo, de manera hipócrita y solapada.

La última estrategia se ha visto adornada por discursos y cartas episcopales insolentes e impregnadas de un barniz político. Ya no son disparadas directamente desde la CEV sino por algunos obispos mutantes y amanuenses, como el trastocado por la godorria tachirense quien ahora dispara su verborrea y se ha convertido en un pastor de cuyo nombre no queremos acordarnos.

Estos obispos son los mismos color purpura quienes han hecho doble cara a la Revolución pero que ahora ya no pueden ocultar sus inclinaciones burguesas; sobre todo, cuando están protegidos por "damas rezanderas de alcurnia".

Estas damas de algunas cofradías y organizaciones secretas de la iglesia son quienes saben cursar invitaciones a cenas íntimas y además ofrecen sus capillas para misas privadas, alejadas de algunos feligreses o de los pobres quienes les estorban.

En los últimos meses cuando Venezuela ha sido sacudida por ataques del imperio y de los secuaces del "Cartel de Lima", el liderazgo de la iglesia de los pobres también se ha fortalecido sobre todo en los barrios populares y en los sectores rurales del país, aunque también existen curas que invitan a sus oficios religiosos a los superhéroes como la mujer maravilla y el capitán América.

Los grandes palacios e iglesias monumentales, llenas en algunas ocasiones por feligreses asiduos a festividades de la liturgia marcadas por el calendario del santoral venezolano, hoy cada vez lucen más vacías y solitarias.

La culpa desde luego no es del pueblo llano y humilde sino de los prelados prepotentes y soberbios, quienes prefieren estar en sus palacios y rodearse de la burguesía parasitaria que los ensalza porque los pobres les hieden. Estos últimos abren las puertas a iglesias cristianas por doquier.

Al llegar el tiempo de la Cuaresma y la temporada litúrgica de Semana Santa, sería oportuno que la cúpula de la CEV confesara sus pecados de omisión y se reconciliara con el pueblo venezolano hoy amenazado.

No existe la intención para que se conviertan en chavistas o revolucionarios pero sí que al menos demuestren su fibra de patriotismo, si es que la tienen. Ha llegado la hora de la verdad y de la defensa de la Patria, ante los sectores retrógrados y perros falderos del imperialismo quienes repican los tambores de la guerra.

El Vaticano guarda silencio para ocultar desde la Curia caminos de una iglesia católica servil y arrastrada a los oscuros intereses y a los preceptos del Opus Dei. Son ellos quienes aplauden y desean en su silencio hipócrita una invasión a Venezuela.

Si la CEV guarda silencio es porque avala una invasión desde el Pentágono, desde el Departamento de Estado o la OTAN (el que calla otorga). Además ha buscado la excusa del comunismo o del fascismo, etapa que apoyo Pio XII y el regimen de Benito Mussolini, en la segunda guerra mundial. (Ver "La Iglesia Católica" de Hans Küng)

Alguien diría que los sismos de la iglesia católica en Venezuela no existen: ¡Claro que existen pero son subterráneos!, aparecen como signos discrepantes entre los discursos de obispos aburguesados y el de los curas de parroquia a quienes cantaba Ali Primera.

Los discursos se dispersan sobre todo el de los prelados púrpura quienes han sido atrapados por los banquetes de la godorria tachirense o caraqueña. Estos pastores u obispos ahora niegan sus principios y sus votos de humildad, los cuales apartan a la iglesia de los pobres porque se olvidan que todos "Somos Iglesia".

El pecado de omisión y el silencio de la CEV ante los ataques contra el pueblo venezolano por parte del imperio norteamericano y sus lacayos, como Juan Guasón, son crímenes de lesa humanidad.

Todos ellos recuerdan la omisión de prelados de la iglesia católica, apostólica y romana quienes con su silencio contra el holocausto y otros hechos de la historia como la pederastia, los cuales atormentan al Papa Francisco y a toda la iglesia católica que como la venezolana no escapa a estos males o pecados por omisión.

¡Amanecerá y veremos!



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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