Dos Constituciones: dos ventanas, dos oportunidades

(¡¡ VIVA LA PARTICPACION Y EL PROTAGONISMO!! ¡¡VIVA LA PEPA!!)

La convocatoria a una Asamblea Constituyente por el Presidente Chávez, y la propuesta de un Proyecto constitucional sometido a la discusión pública y su aprobación en referendo el 15 de diciembre de 1999, bajo un verdadero diluvio universal, fue un poderoso punto de inflexión política que abría una ventana de oportunidades al siglo XXI venezolano.

Se estaba en presencia de una atmósfera de participación y protagonismo del pueblo; un momento clave de rescate e incorporación a nuestra vida activa contemporánea, de un valor supremo, planteado por el Libertador en el documento base del Proyecto Constitucional, presentado al Soberano Congreso, reunido en el territorio liberado en Angostura (Guayana) el 15 de febrero de 1819: El Ciudadano, como Existencia, y Estructura Central de la Vida Republicana.

Este evento altamente democrático; fue una campaña admirable civilista, de difusión e invitación a través de medios diversos: Encartados, diseño y distribución de prototipos, abierta discusión, y aportes escritos, manuscritos y orales, en plazas públicas y en cualquier lugar de la nación.

Motivos había para la efervescencia, alegría, entusiasmo y esperanza de la población; la década que fenecía era el final teatral de un drama de cuarenta años, liderado por una oligarquía político-empresarial, adheridas cual "pega loca" al inmenso ingreso de la renta petrolera, cuya corta O interesada visión político-ideológica, les impedía ir más allá del largo confort a que estaban habituados, para incursionar en sólidos proyectos económicos factibles, consistentes, de bienestar social, para integrar y complementar la independencia política, cuestión que se desprende del mensaje del Libertador, pronunciado en el Congreso reunido en Bogotá, el 20 de enero de 1830, con motivo de su renuncia al Poder Supremo.

Por otra parte, nuestra nación venezolana dispone de un enorme territorio y población escasa, lo cual ha facilitado a las élites dominantes, sin llegar a ser magnánimos, ni generosas, controlar a amplios sectores, a través del residuo rentista petrolero, estableciendo una inmensa burocracia gubernamental, promoviendo a su vez una alta concentración urbana (Mega-ciudades) organizando estructuras políticas afiliadas y carnetizadas, más clubes que organizaciones de vanguardia, y tantos colores, cual paleta de pintor impresionista, haciendo por demás muy costosa y compleja, la elaboración del tarjetón electoral. Pero esa masiva, festiva y variopinta concurrencia democrática, en el escenario teatral, quedaba reducida a Dos, dos actores, satisfechos, complacidos y, gozosos contendientes acordados, que ciclo tras ciclo, se repartían la torta.

! Ah! pero esa democracia formal, además de mítines, carnets y votos, también tenía colmillos y garras, eso lo saben muy bien algunos sobrevivientes y familiares de aquellos extraordinarios venezolanos (as) que en las décadas del 60, 70 y 80, se plantearon un mejor vivir, una Patria y una digna República.

La Constitución del 99, incomodó a varios factores, fue satanizada, cual libro hereje fue quemada en la pira inquisitorial, hasta que, los intransigentes adversarios de la Carta, entendieron que estas, pueden morir de mengua, volverse letra muerta, si no se les oxigena, pues, para que tengan vida requieren conducciones adecuadas, para que marchen a tono con las ideas más avanzadas, en ruta hacia nuevos tiempos históricos. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, fue una gran ventana de oportunidades para lograr la gloria de la civilidad; como instrumento esencial de cambios. Y, esa oportunidad de oro estaba en la Asamblea Nacional, en manos de líderes que se definían como "revolucionarios". ¿Habrá alguna épica colectiva O individual que contar de esa experiencia? Lamentablemente hay muchas dudas O en tal caso, desconocimiento sobre los aportes de ese tiempo asambleístico. Un diputado amigo, en ese entonces, me confesaba que esa instancia se ocupaba en lo fundamental de asuntos protocolares y administrativos, con una gran inversión de tiempo en la fatigosa rutina de aprobación de montañas de créditos, tratando de satisfacer la insaciable voracidad de la administración pública, sobre todo en ese periodo bolivariano de ubres rebosantes.

Sin embargo, será en el futuro, cuando bajen las pasiones, que los historiadores nos presenten cuadros objetivos de la veracidad O no del precario ejercicio constitucional, en tan fundamental instancia del Estado, en tiempos de revolución. ¡Ojalá! no aparezcan en esos relatos, nuevas versiones de "Las Nulidades Engreídas y las Reputaciones Consagradas", y los "niños del diente roto"; eso, que el común de la gente, sin cobijarse en el lenguaje literario, llamaría farsantes, aprovechadores, oportunistas y disfrazados, que le hicieron perder a esta nación, la posibilidad de organizar y acelerar la construcción de un mejor destino.

Hay un artículo cocinado en el acido humor de José Ignacio Cabrujas,"El Congreso" publicado en el Diario de Caracas, el 7 de junio de 1992, donde describía con brillantez, la insipidez y oscuridad del parlamento de la CUARTA, que se sustentaba en la Constitución del 61, formato apresuradamente elaborada en bufetes jurídicos; allí cabría el humor O el sarcasmo, pero en el caso, de la Asamblea Nacional y la Constitución del 99, dado su origen, finalidades, objetivos y propósitos, radicalmente diferentes; sería otro el análisis… que sigue pendiente.

¡VIVA LA PEPA!, ¡Viva la Pepa" exclamaban los españoles, cuando las Cortes reunidas en Cádiz, promulgaron el 19 de marzo de 1812, la primera Constitución Monárquica de España, instrumento político que, apenas duró un par de años, pues Fernando VII, de nuevo en el poder en 1814, la suprimió.(1). Mientras tanto los independentistas en Hispanoamérica, seguían en su empeño, y los españoles también en su guerra colonial.

Pero ese documento, que aún estigmatizado y rechazado por el rey, se las traía, no por el documento en sí mismo, sino por lo que significaba como reflejo de la dinámica político-social de una España invadida por Napoleón Bonaparte que combatía al opresor, y una Europa surcada por los "aires liberales" y la Revolución Industrial. En enero de 1820, el monarca, se dedicó a organizar y concentrar en Cádiz, una poderosa armada, constituida por más de 50 navíos de guerra y transporte de tropa y auxiliares, 20.000, infantes, 3000, jinetes y 100 piezas de artillería, la expedición tenía la finalidad de fortalecer al ejército realista en América y rehacer el fracturado dominio colonial. Pero: "La Pepa"… " La Pepa" , irrumpió y dio lugar a nuevos contextos, en tal sentido, se sucedieron varios pronunciamientos civiles y militares, entre estos el de los generales Quiroga y Rafael del Riego oponiéndose a esta aventura bélica, sustentándose en este instrumento constitucional, que se salía de la línea del tradicional Absolutismo. El rey fue obligado a jurar la Constitución de Cádiz, proceso político-militar-social que hizo, que se derrumbaran los planes bélicos-expedicionarios de la monarquía. En ese año se inició el trienio liberal en España.

Esos sucesos político-constitucionales españoles fueron de gran impacto favorable, en el proceso hispanoamericano de liberación, puesto que de haber llegado a la América tan poderoso ejército (imaginando…imaginando…imaginando) mucho daño hubiesen causado, tanto en el plano militar, como en el político. Desde el ángulo político pudiesen haber contribuido a apuntalar algunas tendencias monarquistas en algunos sectores independentistas del Sur del Continente.

En ese mismo año de 1820, recibía Bolívar la cordial invitación del "Pacificador", Teniente General Pablo Morillo para "conversaciones", y, entre otras, acordar un Armisticio, pero, realmente el centro vital de la reunión, era el interés español en procurar que los insurrectos hispanoamericanos, jurasen y se acogiesen, a la Constitución monárquica de Cádiz, en el marco de los "aires liberales" que soplaban en España y Europa.

En su mula, con una reducida escolta y pocos acompañantes, vestido con una sencilla levita, el 27 de noviembre, se presentó El Libertador, en la población de Santa Ana (Trujillo) ante el imponente e impecablemente uniformado Pablo Morillo, cubierto de condecoraciones y símbolos, jefe militar que desde 1815, dirigía la guerra colonial contra los patriotas de Nueva Granada y Venezuela. Allí ambos jefes acordaron un Armisticio de varios meses y ciertas normativas humanizadoras de la contienda, (Regularización de la Guerra). En el encuentro, de haberse tratado el tema de nuestra independencia de España y el establecimiento de la República, O la continuidad de la Monarquía, no era un dilema para Bolívar.

Dos semanas después de la entrevista, el 17 de diciembre, el conde de Cartagena y Marqués de la Puerta, se embarca en la Guaira, para irse definitivamente a España, dejando al Mariscal de Campo Miguel de la Torre y Pando, encargado de las fuerzas realistas. Seis meses más tarde, el 24 de junio de 1821, Simón Bolívar al frente del ejército patriota, derrota plenamente en el Campo de Carabobo, al importante ejército peninsular, comandado por La Torre.

LA REVOLUCION ES CULTURAL

  1. "La Pepa", se le llamó a la Constitución Monárquica de 1812, por haber sido promulgada el 19 de marzo, día de San José (Pepe) y siendo la Constitución femenina, pues sería "La Pepa".



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Rafael Castro

Especializado en Gestión Cultural. Colaborador y Fundador de Instituciones de la Cultura, en el Sector Público y Privado.

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