Simples perogrulladas

A preparar la vialidad política...se puede...o el barranco

En estos momentos imagino, que un sensato funcionario que administre recursos de la nación, debe sentirse consternado ante los números que no cuadran ante un avance inflacionario minuto tras minuto, que invalida presupuesto tras presupuesto, que hace que los contratos sean volátiles, y aturdido quedará ante la presencia de crecientes y penosas nóminas distribuidoras de pobreza.

Igual situación deben atravesar los empresarios no apadrinados por el Estado, y que en verdad sean inversores, creativos y productivos, pues ellos tienen que lidiar con materias primas, empleados y obreros, elaboración de productos, comercialización, costos y beneficios en general.

También en esta confusa hora republicana, los militares deben estar preocupados. En la década del 80, me desempeñaba como docente en la Academia Militar; en el país había mucha intranquilidad político-económica, veníamos del "Viernes Negro", allí en su cubículo, compartí buenas conversaciones con el entonces capitán Chávez. Avanzando la década los cadetes en el aula no se aguantaban y salía el tema social, cuestión difícil manejar para un civil como yo, que tenía delicados antecedentes políticos, pues efectivamente había una deprimente realidad económica, que afectaba a toda la población; quién escribe tenía que trabajar en dos sitios (Galería de Arte Nacional y Academia Militar) para poder vivir con cierta solvencia. Casi al final de esa década (1989), se produce el luctuoso "Caracazo", donde las Fuerzas Armadas, cumplieron un papel bochornoso, tan patético, como cuando establecieron los Teatros de Operaciones Anti guerrilleras (T.O).

Este recuerdo forma parte de la historia reciente venezolana, y no veo a los soldados de la Patria de Hoy, de nuevo cumpliendo roles poco gloriosos. Hablamos todos los días de dialogo, pero a diferencia de los que piensan que ese ejercicio civilizado deben limitarse a las cúpulas políticas y militares o dejarlo al criterio de la "Geopolítica", estarían repitiendo viejos comportamientos que no garantizarían una futura estabilidad política.

La Nación venezolana ocupa una amplia, estratégica y envidiable geografía, su población aunque escasa está presente en todos lados: en los territorios con pueblos originarios, en las urbes, en el campo, en las islas. Habitantes que nacidos O no en el territorio, igualmente compartimos esta Tierra de Gracia; es la Patria enriquecida en sus diferencias: piel, habla, ideas, profesiones, oficios, legado independentista; que convivimos y aceptamos las normas, y códigos de vida, la cultura. En fin, con esta población y este territorio y su historia, todos tenemos responsabilidad, somos ella misma, pero no podemos hacer una abstracción.

Aquí existe un Estado y un Gobierno, que ha manejado durante veinte años instancias y estructuras de poder, sobre ellos recae en lo fundamental la mayor responsabilidad en los aciertos y desaciertos. Sí la República no ha logrado consolidar los fines filosófico-políticos-sociales propuestos, en esa magna obra Constitucional del 99, que la población con mucho entusiasmo apoyó y puso en las manos de los líderes en el poder para su fortalecimiento y avance, estos tendrán que aceptar su responsabilidad, que no es correcto endosar a otros, si hubo O no, precaria diligencia en el desempeño de sus funciones. La lealtad política a un pueblo exige rendición de cuentas.

Que esta realidad es difícil, y lo que viene, es complicado, y posiblemente más difícil, no hay dudas, que el imperialismo ha estado en permanente acecho contra el proceso político Bolivariano, es cierto, pero eso ha sido y será una variable que acompañará en el mundo capitalista a cualquier sociedad que pretenda cambios y con mayor razón si se trata de ideas socialistas.

Ahora bien, la parálisis, la ceguera política, el estancamiento, la incertidumbre, la falta de audacia y altura política para la búsqueda de acuerdos que eviten la extinción de la República sería el peor fracaso, pues no se trata del honor de una cúpula político-militar que está en juego o de egos, O del desnudo ante una mala conducción política y una probable y transitoria derrota; sino el destino de millones de venezolanos que están en una situación cada vez más desesperada, que se niega a seguir navegando hacia un futuro incierto.

Que estamos entrampados señalan algunos con coherentes argumentos. En el horizonte político actual abundan los dirigentes políticos en diversas ubicaciones y colores que no le garantizan confianza y estabilidad a la nación, no se trata de colocar en la mesa de soluciones esquemas del pasado, no se trata tampoco del mal menor, la cuestión no es lanzar a la República en las manos de connotados antinacionales. Venezuela no es una Nación en oferta Bursátil, es una República, que aspira a seguir siéndolo. No es la Hacienda Pública que espera la instalación de nuevos depredadores, ni una Nación que busca "protectores".

En Venezuela existe la gente, también está en todos lados, en todos las ámbitos profesionales, que no hace ruido, que tienen conciencia social, que son nacionalistas. Eso sí, forman parte de la diversidad plural, están en las Academias: Ciencias Sociales, Ciencias Duras, en sectores empresariales, entre los jubilados y pensionados, en los cuarteles y centros de formación militar, en las Universidades, Institutos universitarios de Formación Técnica, Inces, en el magisterio, (maestros y profesores) y los trabajadores de todas las formaciones, habilidades y conocimientos que emigraron al exterior, que deben regresar y que son necesarios aquí.

Por ahora, detener la GUERRA CIVIL es la tarea, neutralizar a los guerreristas de cualquier bando. Hay un peligro latente, que seamos integrados a la carrera armamentista en un mundo donde se manifiestan y agudizan las confrontaciones inter capitalistas. ¿Seremos también compradores de artefactos bélicos? Lo que nos puede llevar a adquirir colosales deudas, con la dependencia que ello tradicionalmente origina. La crisis venezolana O como se llame, requiere mucha participación plural, esto no es asunto de un grupito dueño de la verdad, cualquiera sea el color con que se arropen. Esto es una tarea urgente de los venezolanos, sin embustes, sin demagogias, sin prepotencias y pretendidos héroes; donde es preciso el aporte de las numerosas inteligencias que existen en nuestro país.

¿Quién puede afirmar con propiedad, que la Guerra Civil venezolana es la solución?

¿Estamos seguros que una invasión de ejércitos vecinos O de mercenarios contratados por empresas de la guerra, nos traerán la Paz y la Libertad?

¿Será que los marines norteamericanos asumirán ellos la tarea de traernos personalmente el sueño americano?

LA REVOLUCIÓN ES CULTURAL



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Rafael Castro

Especializado en Gestión Cultural. Colaborador y Fundador de Instituciones de la Cultura, en el Sector Público y Privado.

 racasce@gmail.com      @racas42

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