Los modelos de sociedad que conocemos hasta ahora, llámense capitalismo o socialismo, quieren imponer una actitud mecanicista de la vida y una inclinación predeterminada para facilitar el dominio de los pueblos.
Hay quienes consideran, que la cotidianidad del ser humano debe estar dirigida a cumplir el ciclo animal: nacer, crecer, desarrollarse, trabajar, reproducirse y morir. Situación que puede considerarse lastimosa, ya que semejante visión se reduce a eliminar la verdadera razón de la existencia humana, existencia humana que debe estar ligada con la sociedad en que se vive y cuando se habla de compromiso, se trata de revisar en el quehacer de esa cotidianidad, nuestras actitudes frente a la responsabilidad histórica ontocreador de mejorar las condiciones de vida del colectivo social al cual pertenecemos y desechar esa cotidianidad impuesta, por quienes pretenden convertir al ser humano y a la sociedad en una especie robotizada que no piensa, que no siente, que no cuestiona, que no razona, que tiene nula la inteligencia y que se resigna a vivir esclavizada por quienes ejercen el poder.
Los modelos de sociedad que conocemos hasta ahora, llámense capitalismo o socialismo, quieren imponer una actitud mecanicista de la vida y una inclinación predeterminada para facilitar el dominio de los pueblos. Frente a tal imposición hay que encontrarle el verdadero sentido a la vida, donde se entienda que cualquier sociedad, llámese como se quiera llamar, no puede ni debe tolerar los malos gobiernos, la injusticia, la corrupción, el asesinato, el peculado, entre otras variables, para poder encontrarle el verdadero sentido a LA EXISTENCIA HUMANA y poder entendernos como naciones y como pueblos, para poder convivir, empatizar, disfrutar del patrimonio social que es de todos y no de unos pocos acostumbrados a secuestrar y robar el patrimonio público de nuestras naciones.
MATERIALIZAR LAS UTOPÍAS
De entender ese compromiso social con nuestra historia, es desatar el poder creador que nos da nuestra inteligencia, para encontrar e inventar sociedades más justas, más libres, más democráticas y distintas a las que conocemos y sobre todo que contribuyan tal y como lo pensara nuestro BOLÍVAR y su maestro Don Simón Rodríguez, a encontrar ese camino que nos pueda conducir a esa suma de felicidad posible.
Sabemos que para lograr tales propuestas, necesariamente pasa por confrontaciones sociales, políticas, ideológicas y militares, entre los que quieren dominar el mundo y los que nos oponemos a seguir viviendo en la esclavitud alienante promovida por la perversidad de los que poseen el poder.
Es allí donde se ha de materializar el compromiso histórico de los pueblos, en los que asumen la lucha liberadora y emancipadora, en ese quehacer permanente de los que no se rinden y creen en la necesidad de perseverar hasta lograr la victoria, para poder materializar las luchas de las utopías en ese pensar de soñar como pueblos libres.
El que se resigna a vivir en este presente lleno de injusticias en todos los órdenes, pierde por su cobardía o ignorancia su condición de ser humano como sujeto histórico, el que cuestiona la confrontación se coloca al lado del enemigo que lo oprime, en otros términos no es posible eludir la responsabilidad que como pueblos y como individuos tenemos frente a este modelo globalizador neoliberal que tanto el llamado socialismo como el propio capitalismo lo asume, lo ejecuta y lo promueve