Mi querido Presidente Chávez, con gran alegría leí en el boletín que recibo diariamente de VTV que en ¡Aló Presidente! dijiste que descartabas el cambio de nombre de la República Bolivariana de Venezuela porque, como bien lo dices, “lo bolivariano lleva intrínseco el valor socialista”.
Día a día respondes a mis inquietudes. No sé si leíste un escrito mío que hice circular por Internet bajo el nombre “Lenin le “jala” las orejas a Chávez” y que puse en mi blog LOS VIAJES DE GULLIVER (http://laculturaeselcampodebatalla.blogspot.com/ , cuyo nombre he tomado del famoso libro de Swift, que te recomiendo VIVAMENTE leer, porque sé que se lo recomendarás a tus oyentes y televidentes en un ¡Aló Presidente!, ya que es una radiografía de lo que ocurre con la gente visionaria como tú, a quienes los reaccionarios – que no ven más allá de sus narices – desprecian y aún los tratan de locos. Solo el pueblo que, como decía mi papá, Jorge Eliécer Gaitán, “es superior a sus dirigentes”, intuye los pasos audaces que dan los seres iluminados, que se proyectan varios años, e incluso siglos, en el futuro.
Sí, mi querido Presidente, las palabras no solo expresan las ideas del conciente sino que tienen efectos emocionales al nivel del subconsciente. Es por ello que no se puede jugar aleatoriamente con los nombres y las palabras. Mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, un visionario como tú, dijo algo muy importante, que fue la clave de su éxito, principio que quiero que te sirva de reflexión.
Refiriéndose a la escuela científica a la cual el pertenecía anotó que esta consideraba “la voluntad como el ÚLTIMO ciclo en el proceso de todo acto humano”. Y agregaba: “es un efecto, pero no una causa de la actuación. Esta empieza en el ambiente, se refleja en la sensación, se liga a la percepción del individuo, se hace idea y se orienta con la voluntad”.
Es decir que la VOLUNTAD ORIENTA PERO NO ESTÁ AL ORIGEN DE NUESTROS ACTOS. Esto le permitió decir que no existe el libre albedrío, oponiéndose así a la escolástica. Por ello dirá: La escolástica, para demostrar el libre albedrío, dice que nosotros nos sentimos libres y esto es natural y se explica porque en el momento en que nuestra razón razona es porque ya es el momento en que esos factores se han cristalizado por fenómenos psicológicos anteriores. Ya hay, pues, una afectividad sobre lo cual se ha repercutido el medio y entonces se cree ser libre. Ciertamente que todos tenemos conciencia de nuestra libertad, pero hay un determinante que es la inteligencia, producido por una demostración, por los distintos elementos. Y cuando se entra a actuar, es en un plano secundario muy avanzado que ha pasado por el subconsciente. El consciente nuestro pasa a una segunda categoría, contra el cual nada vale nuestro rechazo”.
Pues bien, cuando uno le plantea esto a un académico racionalista o a cualquier teórico político mecanicista, se le ponen los pelos de punta como a los clérigos del medioevo cuando juzgaban las tesis revolucionarias de Galileo, porque producir un quiebre epistemológico en un intelectual es lo más difícil a que tiene que enfrentarse una revolución de cualquier índole: científica, estética, cultural, política. Los académicos y los intelectuales se aferran a los viejos paradigmas con la misma decisión e inconciencia que un animal salvaje a su presa.
Pero ahora ha aparecido en las ciencias exactas una comprobación de las ideas visionarias de mi padre. El New York Times, en suplemento del diario El Tiempo, publicó el pasado domingo 14 de enero una separata titulada MISTERIOS DE LA MENTE. Uno de los artículos está escrito por Dennos Overbye y se titula El debate sobre si existe o no el libre albedrío. Si a ti te entregaran lo que uno te envía te lo mandaría, pero ya no pierdo más mi tiempo y, a propósito, te sugiero que abras la página de la Presidencia de Chile. En esa Web hay un espacio titulado “escríbale a su presidenta”. ¿Te imaginas que se pudiera hacer lo mismo contigo de cuántas cosas no te enterarías y cuántas ideas surgidas del pueblo no te iluminarían?
Cita Overbye a William James, quien escribió en 1890 que todo el “sabor y emoción” de la vida viene de “nuestra sensación de que todo se decide, en realidad, de momento en momento, y que no es el sordo ruido de una cadena forjada en épocas inmemoriales”. Y continúa el periodista informando: “un abanico de experimentos recientes sugiere que la mente consciente es como un mono en el lomo de un tigre, que acata decisiones subconscientes y acciones en progreso, frenéticamente inventando historias sobre tener el control”. Y continúa diciendo que los neurocientíficos se preguntan hoy por qué creímos alguna vez que teníamos libre albedrío. Y cita más adelante a Mark Hallett, investigador en el Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos y apoplejías de Estados Unidos, quien dijo: “el libre albedrío sí existe, pero es una percepción, no un poder o una fuerza impulsora. Las personas experimentan el libre albedrío. Tienen la sensación de que son libres”.
Ese descubrimiento tan moderno de los neurólogos, fue la base fundamental de las tácticas utilizadas por mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, para organizar al pueblo y combatir a la oligarquía. Al tener consciencia de que obramos movidos por nuestra constitución psíquica, que está modelada no solo por elementos biológicos, sino por tradiciones atávicas, enseñanzas de la familia, del medio, de la sociedad, mi padre se basó en la cultura como eje central de su acción política.
La cultura, como mi padre decía, es un acumulado que se suma a la manera de capas geológicas que van estructurando nuestra percepción de realidad. Somos, decía mi padre, filoneístas (amigos de lo nuevo) o misoneístas (enemigos de lo nuevo) y es esa personalidad la que, desde el subconsciente, impulsa nuestras acciones. Por lo tanto LA CULTURA que es la suma de las personalidades individuales, es la que al fin y al cabo nos gobierna y, por ello, modelar una CULTURA REVOLUCIONARIA, es el campo FUNDAMENTAL de la lucha en que debemos estar involucrados y esa es tarea de psicólogos y psiquiatras, más que de políticos. Es por ello que mi padre contaba que tenía hondos y profundos estudios en psiquiatría.
Es así como mi papá dirá: “lo que queremos es la democracia directa, aquella donde el pueblo manda, el pueblo decide, el pueblo ejerce control sobre los tres poderes de la democracia burguesa: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial y que, además, garantice la equidad en el aspecto económico. Allí donde el pueblo es el pueblo, el pueblo ordena y ejerce un mandato directo sobre y en control de quienes han de representarlo. Todo esto exige trabajar honda y apasionadamente en el CAMBIO DE UNA CULTURA, que despierte en el pueblo VOLUNTAD PARA REGIR DIRECTAMENTE SUS DESTINOS y exige un profundo cambio constitucional para disponer de una Constitución acorde con la necesidad de un mandato popular directo sobre los destinos de la patria, que elimine los filtros que la democracia burguesa establece y defiende”. Ponía en primer lugar la CULTURA y luego se refería al cambio constitucional.
Te dije, desde cuando te fui a buscar a Caracas en los primeros días de diciembre de 1998, cuando estabas de candidato a la Presidencia, que yo me ofrecía a dictar seminarios sobre los métodos pedagógicos de Gaitán para moldear una cultura revolucionaria. POR ESCRITO me dijiste que sí, en carta que siempre he creído que escribió el General Alberto Müller, pero nunca me cumpliste… Eso hace parte de la cultura latinoamericana mestiza: no tenerle respeto a las promesas. Debemos aprender de nuestras culturas aborígenes, donde lo prometido es deuda…
Es una lástima que a Gaitán no se le estudie en serio, en su cuerpo de doctrina científico que rompió con los paradigmas mecanicistas y racionalistas que iluminaron el pensamiento del siglo XIX y que hoy, como rezago epistemológico sigue orientando a nuestros teóricos.
Tendríamos mucho qué aprender de él si miráramos cómo concebía la construcción de una Latinoamérica unida a través del trabajo sistemático sobre la cultura colectiva. Se lo propuso en documento escrito a Haya de la Torre, cuando éste todavía era revolucionario y lo planteó reiterativamente siendo rector de la Universidad Libre. Es esa idea la que yo recogí en el Instituto Gaitán, que Alvaro Uribe presionado por los paramilitares y por la CIA liquidó y que tu me prometiste solemnemente poner nuevamente a andar a nivel latinoamericano.
Uribe fue presionado por la CIA porque en los jardines de la Casa-Museo Gaitán yo había colocado la valla que aquí te anexo en fotografía. Y fue presionado por los paramilitares que exigieron en hoja volante que me retiraran de la dirección de la casa de mi padre para que se pudiera cumplir el designio del Consejero de Paz de Uribe, el psiquiatra Luis Carlos Restrepo, quien exigía por escrito en su extenso ensayo titulado La Sangre de Gaitán publicado en el libro Saqueo de una Ilusión que acompaña las fotografías de Sady González sobre el 9 de abril de 1948, que los colombianos sepultáramos par siempre la memoria de Gaitán, así nos tildaran de herejes.
No es raro que un psiquiatra hubiera querido enterrar la memoria de Gaitán porque el recuerdo de mi padre es aliento y motivación de lucha para el pueblo colombiano. Un psiquiatra entiende, mejor que nadie, el valor que tienen las improntas históricas en el alma y el subconsciente de los pueblos. Y es por ello también que ahora le han entregado el manejo del museo a “la frialdad dolosa de los académicos”, de que hablaba mi papá, lo que les está permitiendo “reconstruir” un Gaitán del tamaño de su acomodo y de los intereses de la oligarquía y el imperialismo. Algo parecido a lo que hicieron los del Pacto de Puntofijo con la figura de Bolívar.
Es el momento, mi querido Presidente Chávez, de cumplir con el propósito de refundar el Instituto Gaitán para moldear una cultura latinoamericana de la unidad de Nuestramérica y del repudio al imperialismo. Así como se reúnen Correa, Evo, Ortega, Ahmadineyad y tú, para discutir la unión por arriba, así deben establecerse lazos entre el pueblo humilde, no solo con instrumentos como el Congreso Bolivariano de los Pueblos, que adelanta una loable labor, pero que no está concebido para estructurar un trabajo especializado en la cultura que era la vocación del Instituto Gaitán y que ahora podría tomar una dimensión continental, si tu invitas a otros gobiernos a apoyar esta idea.
No le tengas miedo a Uribe. Si apoyas el proyecto de un Instituto Latinoamericano de la Cultura Unitaria “Jorge Eliécer Gaitán”, no se va a negar a darle paso en el territorio colombiano a la construcción del gasoducto y el oleoducto proyectados. Uribe está gobernando sentado en un polvorín y toda su soberbia se ha visto limitada por las circunstancias.
Un proyecto superestructural en el camino hacia la unión latinoamericana, sin contar con la formación de una cultura acorde con la unidad del pueblo humilde, será un proyecto demasiado frágil para resistir las embestidas del imperialismo norteamericano y sus lacayos. Con mis esperanzas fincadas en ti, me suscribo fraternalmente, Gloria Gaitán
Bogotá, enero 22 de 2007