Pero Adelita no se fue, así que no hubo que perseguirla por tierra y por mar, ni en un barco de guerra ni en un tren militar.
Y ustedes se preguntarán porque recuerdo el corrido de Adelita, canción que se hizo famosa desde 1914, durante la revolución mexicana y que fue considerada como un himno de la misma. Yo la recuerdo apenas en mi infancia, seguramente cantada por Jorge Negrete quien, a pesar de haber muerto en 1953, quedó en la historia de la canción mexicana, para siempre.
La respuesta a tanta curiosidad es que la traigo a colación porque procede de la revolución mexicana, de México, país que ahora estoy apenas conociendo pues, como ya les relaté, sigo el curso de "La Otra Política", organizado por el Partido Morena del Presidente Andrés Manuel López Obrador y que es coordinado por Enrique Dussel.
Y en la sesión de ayer viernes, segunda clase, el Maestro Dussel, ni más ni menos, ese grandioso filósofo viviente que tiene la Humanidad, mostró su grandeza al responder lo que él mismo calificó como "reproche", subsanando ampliamente el error de omisión en la clase inaugural.
Pues para quien no sepa el antecedente, los invito a leer mi artículo previo www.aporrea.org/venezuelaexterior/a304999.html en donde, de cierta forma, protestaba por no haber colocado a Hugo Chávez, al chavismo y la Revolución Bolivariana en su justísima posición.
El Maestro Dussel lo reconoció, y de cierta manera, le puso remedio al aclararlo, alabar a Hugo Chávez recordando una significativa anécdota, y mencionando el sufrimiento del pueblo venezolano por estar pagando el precio de mantener la cabeza erguida, defendiendo nuestra incipiente, aún muy frágil, Segunda Independencia.
La grandeza de este personaje intelectual y filósofo, me hizo recordar un episodio de hace muchos años cuando, con mi hijo pequeño, fui a su colegio buscando al profesor de violín, y nadie me contestaba ni me hacía mayor caso. El también Maestro Emil Friedman, Director del Colegio, quien conversaba con Frank Di Polo, suspendió la conversación y acudió inmediatamente en mi ayuda, mostrándome el camino. Esto es: se molestó por alguien desorientado, casi desconocido, que andaba deambulando de la mano de un niño. Mientras que otras personas en el entorno, me ignoraban.
Ese detalle fue grande, muy valioso, pues demostró la solidaridad, la empatía con el desconocido. Demostró el saber dejar de hacer algo para atender al otro. Así como el maestro Dussel hizo conmigo, yo quien soy una perfecta desconocida, que recién empecé a interesarme de política cuando ya adulta, casada y con dos hijos, oí el primer discurso de Hugo Chávez como Presidente, y de ahí empezó el amor. Un amor que, luego yo misma me reclamaba, el haber votado por Frijolito, montado en su caballo llanero en medio de Caracas.
¡El Maestro Enrique Dussel me contestó a mí! Que no tengo cargo alguno en la política venezolana, que soy una más del bojote, que sólo tuve la osadía de manifestarle mis dudas, mi gran angustia, al percibir que, de una figura tan grande, tan gigante como la de este querido filósofo, no saliera la historia como debía de ser, además en un curso de formación ideológica.
Y deseo aprovechar este espacio, pues espero que, así como llegó a sus manos mi anterior artículo, pueda alcanzarle también este para AGRADECERLE INFINITAMENTE, cantándole la canción de Adelita y deseándole a México puedan aprovechar al máximo de este impresionante personaje quien se está dedicando en cuerpo y alma a intentar transformar la política de su país adoptivo.
Apreciados lectores, aunque Adelita entró a la revolución como activista a la corta edad de 15 años, edad cuando aún yo, prácticamente, jugaba con las muñecas y las pequeñas tacitas de café, dicen que nunca es tarde cuando la dicha llega.
Y la dicha llegó al comprobar la inmensidad, generosidad y solidaridad de este filósofo argentino-mexicano quien nuevamente, con este pequeño pero inmenso gesto para mí, le hace honor al Premio Libertador entregado por Hugo Chávez a su pensamiento crítico.
Nota: tengo otra inquietud para el maestro Dussel, pero le preguntaré en privado…