“Un golpe de chigüire en el azar
Jamás podrá abolir el codillo”
Víctor Valera Mora
1.- Del sentido y la envestidura de la sociedad venezolana se trata: en ese límite, cabo, aprieto insoslayable, no hay lugar para visiones estrechas, horizontes reducidos y esperanzas recatadas. En ese borde, en esta hora, en ese tope, en ese anclaje de la sociedad venezolana, de la nación, nos encontramos.
La demanda de una política de igualdad, justicia y democracia, de un nuevo sentido o investidura, constituyen las razones de porque, el rumbo actual de la sociedad venezolana se nos presenta signado por la búsqueda y construcción de un nuevo proyecto de nación.
2.- Es esa búsqueda, permanente y actual, la que da lugar a los desencuentros políticos y sociales que presenciamos y vivimos. Y la que fundamenta la toma de partido y las posiciones políticas en juego, en disputa.
3.- No vivimos en un tiempo Light, y no hay que lamentarse por ello. Estamos en presencia de fuertes efectos (políticos, económicos, sociales y militares). Efectos que son el resultado de una tensión real, la de la fuerza de las cosas. De ese dato propio de los ordenes sociales que buscan, incesantemente y a veces con rodeos, la eficacia de la política de igualdad, justicia y democracia.
4.- La izquierda y el socialismo de derechas vivieron un cierto y corto veranillo, cuando se inventó aquello de: la Tercera Vía, el capitalismo aterciopelado y la hegemonía light o benigna de la elite imperial.
Los tiempos de dominio de la comunidad financiera internacional, del guerrerismo de la elite imperial, de la beligerancia del mundo unipolar, dieron al traste con esa versión sin bases ni fundamentos de un cierto socialismo que hoy está en bancarrota.
El rearme de la elite imperial, el proceso de constitución de esta modalidad de imperio contemporáneo, constituye una interpelación y desafío mundial.. De esa interpelación y desafío, cada sociedad, las clases sociales, los partidos políticos revolucionarios y movimientos sociales anticapitalistas, tienen que hacerse cargo
5.- La política de igualdad es el principio de un trayecto que define rupturas en el orden establecido, con “lo que hay”. La igualdad es un acontecimiento subjetivo, una toma de posición, una acción que desarticula las lógicas desigualitarias.
En términos de organización política y social, la política de igualdad es una teoría y una experiencia de vida que recurrentemente, se plantea novedosas e inéditas formas de igualdad para transformar lo que hay y establecer nuevos horizontes de sociedad que sean alternativas al modelo capitalista:
La igualdad no es un asunto de mejoras o de reformas, es una ruptura significativa y esencial en el orden de “lo que hay”.
6.- La novedad, lo revolucionario, de la política del ideal socialista es que hace efectiva la igualdad. Novedad revolucionaria que no guarda parecido o semejanza alguna con la igualdad de status, la homologación de ingresos o la igualdad ante la ley. Se trata de la igualdad que es “la más estricta” igualdad”
7.- En un pasaje clave de “El Capital”, Marx confronta la desnaturalización capitalista del principio de igualdad. En ese pasaje queda claro que se trata de una modalidad de igualdad que subordina a los negocios capitalistas, a la dinámica de la economía capitalista. Marx demuestra que la igualdad capitalista se refiere o trata de la igualdad calculable y negociable; y afirma que la igualdad socialista discierne entre lo que es igual o desigual en las relaciones sociales y entre lo injusto y lo justo.
8.- Cuando una sociedad, la comunidad de la nación hace suyo el principio que establece la igualdad de todos: las relaciones desigualitarias, asimétricas, dan lugar a la emergencia de un litigio, una impugnación, una querella, que tienen por razón y finalidad colocar las cosas en su lugar y establecer lo que es igual y justo.
9.- Las revoluciones socialistas, la lucha por modelos alternativos de sociedades socialistas, no son más que ese litigio, impugnación o querella acerca de las relaciones desigualitarias y asimétricas (relaciones de dominación, explotación y exclusión) del orden social capitalista:
Y ese litigio, impugnación o querella, por la igualdad y lo que es justo, es el trabajo eterno del “viejo topo” .
10.- El principio de justicia tiene un nombre preciso y claro: la política justa. Justa no en sentido del saber político, de las posiciones políticas que emanan de los análisis de correlación de fuerzas; y menos aún, justas de acuerdo a los fundamentos y dictámenes del derecho o la ley;
La justicia se refiere, básicamente, a la cuestión del bien común. Exactamente, por el reparto justo del bien común entre las clases y grupos sociales (o partes) de la sociedad.
El reparto justo del bien común nada tiene que ver con el “equilibrio de los intereses de los individuos”, de los daños que se hacen “unos a otros”, los contratos de negocios entre los agentes que intercambian-compra y venden bienes y servicios. El reparto justo del bien común tampoco tiene que ver con que la “ley sea igual para todos”.
La política justa y el reparto justo del bien común no es el establecimiento de “principios de justicia” o un derecho objetivo para remediar, aliviar o mejorar los daños y prejuicios ocasionados a los que no tienen parte, a la mayoría, al pueblo.
11.- La cuestión radical es que la ley tiene el sentido de la igualdad como dato primario y fundacional. La ley se define por la igualdad, la igualdad no se define por la ley o porque ante la ley todos somos iguales. El principio esencial es que todos somos iguales. Y la política justa se estructura por tal igualdad.
El derecho de la política justa y del reparto justo del bien común es una fuerza subjetiva que hace efectivo el principio de que todos somos iguales: “Ninguna justicia…parece posible o pensable sin el principio de responsabilidad…”
12.- La democracia nos remite a tres ordenes de problema: es una promesa, es una insurgencia contra las lógicas desigualitarias y es una forma específica de acción política y conformación de un poder, del poder de los que tienen parte, de la mayoría, del pueblo:
Definir la democracia como un conjunto de instituciones y la existencia de un régimen parlamentario, y un Estado de derecho es un acto espurio
13.- La democracia es una promesa en el sentido del establecimiento de una sociedad democrática. En tanto promesa, la democracia siempre supera a las democracias existentes:
Definir criterios fijos, eternos e inamovibles que definen de antemano que es la democracia, es una tarea de los operadores intelectuales y políticos de la elite imperial y los grupos oligárquicos. Tarea que tiene por finalidad privilegiar e imponer un modelo único de democracia, esto es la democracia esencial de la lógica capitalista: el modelo representativo, el sistema de partidos y el régimen parlamentario.
14.- La democracia es una promesa que moviliza y organiza, para la acción política, a los que no tienen parte, a las clases subalternas, la mayoría, al pueblo. La democracia es un asunto de resistencia y lucha que tiene por finalidad establecer la igualdad de todos, el reparto justo del bien común y el establecimiento de comunidades democráticas:
La democracia es un asunto de las revoluciones.
15.- La democracia es una forma específica de acción política: participación directa en la política (sin mediaciones o representaciones), de los ciudadanos y colectivos sociales. Este es el dato distintivo de las sociedades y organizaciones políticas realmente democráticas.
16.- La democracia es una de forma de poder:
La del poder popular o del modelo alternativo de un orden político-social que privilegia la participación política de la mayoría, del pueblo y sus formas de autogobierno.
17.- Para confrontar la democracia del Poder Constituyente, la elite imperial y las oligarquías criollas, han postulado, en la actualidad, la idea de la buena democracia.
En un primer momento, la propuesta de la “buena democracia” es presentada para ajustar cuentas con la democracia representativa, ya que da lugar “a demandas sociales que constituyen una fuerte presión sobre los gobiernos y el Estado”. Presión que debe ser erradicada para establecer una modalidad de Estado (Estado efectivo o fuerte) y la modalidad de gobernabilidad que le es afín.
En un segundo momento, la buena democracia se afianza en la idea de fortalecer, a la capacidad de los gobiernos y el Estado para crear y organizar el consenso de las masas sobre la aceptación y aplicación de las buenas políticas económicas (exactamente de los programas de ajuste estructural, los llamados paquetazos). El resultado de estas revisiones es una modalidad específica de democracia: la democracia de “baja intensidad”, restringida o consensual.
18.- La buena democracia de la elite imperial esta apareada con la tesis de la democracia consensual y el veto de las minorías:
La buena democracia es la figura eufemística de la democracia consensual, de ese modelo de gobierno “de los mejores y sabios” (es decir, -él del acuerdo o consenso entre las elites (económicas, políticas, sociales y militares) que hace efectivo el principio conservador del veto de las minorías.
El veto de la minoría. Las reglas constitucionales que avalan las decisiones de la mayoría han sido cuestionadas y en los hechos revisadas por la elite imperial y sus operadores políticos e intelectuales. Y es así como, sin ambages y rodeos se afirma y se defiende que: “la democracia mayoritaria es inviable y peligrosa para la estabilidad democrática…la regla de la mayoría significa dictadura de la mayoría y contienda civil más que democracia”.
En las luchas políticas de la Venezuela reciente hemos presenciado como se bate el cobre del veto de la minoría: desde el golpe de Estado pasando por las guarimbas hasta la tentativa de organizar y realizar un referendo presidencial, por cuenta de la minoría y válido para el conjunto de la sociedad. En nuestro caso, es por demás evidente que la minoría puede optar, perfectamente, por la contienda civil.
19.- El socialismo democrático ha sido y es una impostura. La suposición de una “revolución socialista” que se detiene en los límites de la democracia parlamentaria y representativa y de los “gobiernos revolucionarios” que se hacen efectivos en base a decisiones consensuadas entre los grupos de interés o factores de poder, no dan el ancho de la idea de la democracia como una promesa, y por lo tanto, de la construcción de relaciones o vínculos sociales que no sean el resultado de la efectividad de relaciones de dominación, exclusión y explotación social.
Los defensores de la tesis del socialismo democrático son prisioneros de la visión unilateral sobre el proceso de construcción de modelos alternativos de sociedades socialistas: visión que se afirma en la tesis de un socialismo tal que acepta las leyes del mercado y sacraliza la institucionalidad típica de la democracia representativa.
En la actualidad, tal socialismo está hecho jirones y su última y penosa defensa naufragó en manos del PSOE y el Partido Socialista Francés:
El socialismo democrático y su versión neoliberal (la Tercera Vía), nada puede hacer frente al rearme masivo de la elite imperial.
19.- Frente a la posición de determinados dirigentes de PODEMOS y el PPT, la cuestión no es la parafernalia o cortina de humos de “somos hijos del debate” o el dogmatismo apaga fuegos de “se van quienes tienen que o deben irse”. Si bien es cierto que determinadas aguas terminan agarrando su nivel, también no es menos cierto que ante determinados deslindes políticos, se impone un debate serio, responsable y coherente: las condiciones de posibilidad de construir el Socialismo del Siglo XXI no dejan otro camino.
20.- La democracia como promesa y el socialismo del Siglo XXI: a contrapelo del socialismo real y de la democracia parlamentaria y representativa.
En la revolución actual y real, esto es, en el socialismo del Siglo XXI, se decide (¡ y de que manera!) cómo solucionar las omisiones, fracasos y desventuras del socialismo real. En este punto hay un impasse que no puede ser obviado.
Asimismo, en términos de la vida democrática, la igualdad, la justicia y el porvenir, la revolución socialista no es un salto de tigre al pasado: esto es, a formas de relación política que asumen la idea de pueblo en base de una cuenta equívoca y sesgada de la democracia, y por lo tanto de la política: “El litigio sobre la cuenta de los pobres como el pueblo y del pueblo como comunidad, es el litigio sobre la existencia de la política por la cual hay política”.
En esa precisa alternativa de la política, se diluye toda potencialidad revolucionaria de la tesis o idea del socialismo democrático”. El sistema de la democracia parlamentaria y representativa, (así como los gobiernos de elites y de consenso entre las elites) , en la actualidad, perfila su legitimación en base aun modelo fácil de vencer, ya vencido, esto es, confrontándose con el socialismo real y sus lamentables residuos. Y en este punto, el socialismo democrático está “por demás” derrotado:
La cuestión clave y decisiva es el porvenir, lo que viene y debe venir en el corazón del Socialismo del Siglo XXI.
fclugo49@cantv.net