Realidades y perspectivas analíticas de la Teoría Social en América Latina

Ponente:

Dr. Nelson Pineda Prada

I

LAS CIENCIAS SOCIALES Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Cuando hablamos de ciencias sociales hablamos de sociedad; hablamos del ser humano y su forma de vivir la vida, de relacionarse con sus semejantes y con el entorno físico-natural que le rodea; eso nos lleva, inexorablemente, a revisar los postulados que dieron fundamentación teórica a la ciencia social de las sociedades de un tiempo ya vivido; así como, a imaginar la ciencia social de la sociedad por venir.

La década de los setenta del siglo pasado, fue el punto de partida en que el capitalismo neoliberal lució triunfante. Transcurridos veinticuatro años del nuevo siglo, las dotes con que se adornó al neoliberalismo se han marchitado. El totalitarismo del mercado llegó a su ocaso. El mundo unipolar, con Estados Unidos como potencia hegemónica, perdió su fuerza.

Nuevas alamedas se abren. China, que ingresó, en el año 2001, a la Organización Mundial de Comercio (OMC), sigue siendo considerada, en ese foro multilateral, como una economía de segundo mundo, a pesar de ser la más grande del universo; y, Rusia que, después del derrumbe del socialismo soviético, fue considerada como una nación atrasada; hoy nadie pone en duda su poder militar, científico y tecnológico. Ambas naciones exhiben, con sobradas evidencias, sus fortalezas políticas, militares y económicas. Conforman nuevos bloques de poder. Son potencias que, junto a los países asociados en el BRICS, han venido dándole forma y sentido al nuevo orden mundial multipolar que se está fraguando; y que, las potencias capitalistas de occidente no podrán impedir se desarrolle y consolide.

Los gobiernos supremacistas de Estados Unidos por su prepotencia, y creer seguir siendo lo que ya no son, sin medir las consecuencias que ello habría de generarle, han cometido el craso error de enfrentar a China y Rusia, al mismo tiempo.

El mundo de hoy es otro. La globalización y la mundialización de la economía y de las sociedades, no lograron someter a los pueblos del orbe. La fascinación que produjo el poder mundializado sobre los modos dominantes de pensar y de reflexionar el mundo, han sido superados. Las potencias emergentes están estableciendo una manera distinta de relacionarse. La cooperación y el respeto, son el marco de su geopolítica mundial. Razones –entre otras- por las cuales debemos seguir estimulando el fortalecimiento del movimiento altermundialista. Debemos seguir pensando en la des-mundialización capitalista y en la construcción de una vida vivible.

II

OTRO MODO DE PENSAR

¿Sobre cuáles criterios se construirán las ciencias sociales ante esta nueva realidad universal?

Considero que debemos verla desde una perspectiva heterodoxa. Esto es, desde una visión radicalmente distinta y diferente a las concepciones que hasta ahora han "explicado" el mundo; porque, cuando analizamos las variables que determinan la crisis del capitalismo, concebido no solo como un modo de producción, sino, como un sistema histórico como lo llamó Inmanuel Wallerstein, se convence de que, pensar las ciencias sociales desde una perspectiva distinta y diferente, es una tarea impostergable y necesaria. Sobre todo, para quienes no hemos perdido la esperanza de reencontrarnos con la utopía de que construir otro mundo es posible.

La crisis del capitalismo neoliberal debe llevarnos a imaginar la edificación de un nuevo sistema socio económico, distinto y diferente a los modelos de desarrollo, acumulación y reproducción de capital conocidos hasta ahora, en donde impere la justicia social y el respeto del medio ambiente.

De eso se trata, pensar de otra manera; de impulsar un nuevo estilo de reflexionar y de discutir, de imaginar lo nuevo para construir una nueva teoría social. Necesitamos hacernos de un pensar que nos lleve a formularnos muchas alternativas. Tenemos que "cultivar la virtud de reflexionar en la deliberación". Necesitamos construir una teoría social a partir, incluso, de un nuevo vocabulario, el significado y el significante de cada palabra juega un rol fundamental en la comunicación social; por lo qué, debemos saber quién lo dice, dónde lo dice y para qué dice determinadas afirmaciones, cuál es la intención de las mismas.

Pensar de otro modo, significa, avanzar en una reflexión que nos conduzca a redefinir los marcos teórico conceptuales que han acompañado los cambios y transformaciones que ha vivido la humanidad.

Pensar de otro modo, debe, tener como norte, derrotar la colonización del saber. Debe entender que lo político y lo existencial no son distintos. Que entre ellos no existen fronteras que les separen. Y es que, cuando un pensador piensa de cara a la realidad en que vive, elabora un pensamiento original. El esfuerzo de pensar se hace de manera rigurosa. Los problemas de la sociedad son analizados de manera integral. Se propone dar respuesta a la interrogante de Martín Heidegger acerca de: ¿Qué significa pensar?

Pensar de otro modo, al decir de Pablo González Casanova, es el estudio de ese nosotros, incluyente y variable; de ese nosotros, que como nos lo dice Lipovetsky, es superior al narcisismo colectivo.

Pensar la ciencia social, entonces, no puede ser un acto de futurología; debe ser un ejercicio creativo, en el cual se aborde la problemática del desarrollo de una manera integral, desde una perspectiva no solo distinta, sino diferente, a la tradicional; proceso que tiene que ser pensado a partir de lo que somos y lo que queremos ser; debe tener presente que las características económicas, políticas, sociales y culturales de las formaciones sociales, son el punto de partida del mismo.

Pensar la ciencia social, es un proceso que trasciende el reduccionismo y determinismo que ha caracterizado el aparato conceptual de la ciencia social hasta el presente; ya que, las transformaciones estructurales requeridas para dar viabilidad y hacer posible el desarrollo integral, tienen que ser correspondientes con las necesidades de los pueblos.

Pensar la ciencia social, significa avanzar en un profundo proceso de revisión de la concepción que se ha tenido de la relación del hombre con su espacio físico; en tal sentido, se hace necesario formular una nueva propuesta de reordenamiento del territorio; entender que, el desarrollo integral debe estar al servicio del ser humano y no de éste; ya que, el territorio, si lo desligamos del ser humano, como sujeto de la sociedad, se convierte en un ente abstracto.

Pensar la ciencia social, supone imaginar un proceso de planificación estratégica que supere el carácter técnico-normativo, con que se le ha concebido hasta ahora; una nueva visión del desarrollo, pensada desde una nueva perspectiva, debe conducirnos a colocar lo social como su objetivo central; ya que, el desarrollo no es otra cosa que la suprema felicidad del pueblo, su igualdad, su libertad, su Buen Vivir; condición que es posible alcanzar, si logra entenderse que la estructuración y fraguado de una nueva formación social, es un proceso sociohistórico; por lo que, la formulación de políticas que permitan otorgarle al pueblo dichas condiciones, estarán determinadas porque sean precedidas de una visión que tenga presente la "larga duración" de las mismas.

Pensar la ciencia social, debe conducirnos, asimismo, a la construcción de una democracia verdaderamente democrática, participativa y protagónica, plural; ya que, la construcción de la democracia conforma una cultura que da explicación de nuestra acción en tanto seres humanos que viven en sociedad; y, se constituye en el motor del proceso de desarrollo integral de la formación social.

Es por ello que, como hemos dicho en párrafos anteriores, debemos pensar la ciencia social de una manera distinta y diferente. Que supere la afirmación de Eduardo Nicol quien decía que "el pensamiento crítico, cuando es radical, parte siempre de la raíz, o sea, del principio, y para nosotros el principio está entre los griegos". Pero, demostrado está que éste no es el principio del pensamiento. Téngase presente que la civilización griega se conforma a partir de la invasión de los dorios y los jónicos, desplazando -de esa manera- a las antiguas culturas cretense y micénica; y que, fue a partir de la fusión de estos pueblos que nació la civilización griega. Y, nos preguntamos, dónde queda la historia de las civilizaciones Sumeria, Mesopotámica, China, Egipto, Azteca, Maya, Inca y tantas otras.

Pues bien, esa concepción helenocentrica de la historia del pensamiento es desmontada por Martín Bernal en su obra Black Athena. En la cual, según José Manuel Bautista, "se muestra como el helenocentrismo europeo es una falacia; que Europa, para constituirse en moderna, tuvo literalmente que cambiar la historia, recién en el siglo XVIII, y que el cambio de paradigma histórico se debió a motivaciones racistas, porque, según el modelo antiguo, la historia de la humanidad, o sea, la civilización, empezaba en África negra bantú hace más de cinco mil años y no en Grecia (blanqueada según el modelo ario).

Pues bien, es hora de reflexiones profundas. De reflexionar sobre la necesidad de vivir libremente, sin represiones ni exclusiones. Por lo que, pensar de otro modo, debe conducirnos a elaborar una teoría social que conciba a la sociedad de manera integral.

III

LA RECOLONIZACIÓN DE AMÉRICA LATINA COMO POLÍTICA IMPERIAL.

Las décadas de los años sesenta y ochenta del siglo pasado, tuvieron una gran significación en la historia del pensamiento universal. Mientras que los sesenta significaron una "amenaza" para el sistema capitalista internacional y pusieron al descubierto la vulnerabilidad del mismo; en los ochenta, las potencias capitalistas se propusieron restablecer su hegemonía y dominación imperial en el universo.

En los años sesenta, la Teoría de la Dependencia; la Teología de la Liberación; la consolidación de la escuela de Frankfurt; el pensamiento político radical de Herbert Marcuse y Regis Debray; el cuestionamiento de la invasión a Checoeslovaquia; la lucha armada en América Latina fueron –entre otros- movimientos sociales que tuvieron como signo común la lucha por la igualad, la libertad y la justicia social.

En los años sesenta se instaló una nueva forma de hacer política. Ante la hegemonía de los partidos políticos emergieron los movimientos sociales. En el caso de Estados Unidos, fue tal la importancia que estos movimientos adquirieron, que puede afirmarse, es cuando se alcanza el "fin de la esclavitud", por lo menos de manera oficial.

Para los años sesenta, de la centuria pasada, la exclusión social se había constituido en la variable fundamental para el estudio y análisis del capitalismo. A las desigualdades sociales, económicas y políticas, se unían otras que venían siendo solapadas a través de políticas reivindicativistas y moralistas. A la segregación étnica y religiosa, se unirían la de género y edad. Se fue conformando así un nuevo paisaje social, constituido por movimientos y grupos sociales que cada vez sentían que sus anhelos y esperanzas se alejaban.

Es aquí, donde podemos encontrar las verdaderas razones que dan explicación a las causas que determinaron la revolución mundial de los años sesenta, como ha sido definida por diversos estudiosos de ella. Por la magnitud de los hechos ocurridos podríamos definirla como la larga década de los sesenta. Fueron años de una "gran turbulencia" civilizatoria. Se ampliaron los marcos de la democracia y se reconocieron los derechos de las minorías y de la mujer, el medio ambiente se convirtió en un tema de estudio. A los derechos civiles y políticos hubo de sumarse los derechos sociales, económicos y culturales como derechos humanos en igualdad de importancia. Se libró una intensa batalla por la edificación de una nueva democracia. Los fundamentos de la democracia liberal fueron puestos en cuestión; por lo que, se plateó reformarla e incluso reinventar una nueva forma de democracia. Una democracia que tuviera a los derechos humanos como su principio fundamental; ya que, sin derechos humanos no hay democracia.

Wallarstein dice que: …, el impacto geocultural de 1968 fue decisivo. Marcó el final de una era, la era de la centralidad del liberalismo, no sólo como la ideología mundial dominante, sino como la única que podía pretender ser persistentemente racional y por eso, científicamente legitimada. La revolución mundial de 1968 devolvió al liberalismo al lugar donde había estado en el período 1815 1848, al lugar de una estrategia política entre otras. Tanto el conservadurismo como el radicalismo/socialismo fueron, en ese sentido, liberados del campo de fuerza en el cual los mantuviera presos el liberalismo entre 1848 y 1968.

Los años sesenta de la centuria pasada, fueron años que nos llenaron de esperanza. Nos motivaron a pensar que la utopía de alcanzar la buena vida, seguía siendo necesaria y era posible. Pero, lo alcanzado en esos años habría de ser considerado por el establischment, como una amenaza al orden establecido. La manera como el poder mundial reaccionó en su contra lo llevo a poner en acción variadas y sofisticadas formas de represión.

En los años ochenta, el Consenso de Washington, las políticas de ajuste macroeconómico diseñadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional; el endeudamiento externo a que fueron sometidos los países subdesarrollados; la guerra preventiva y su alerta temprana; las invasiones al Medio Oriente, Panamá y Grenada; Milton Friedman y Friedrich Hayek fueron exaltados como los nuevos modernos pensadores, el utopismo de la absolutización del mercado son la base teórica del Consenso de Washington; Samuel Huntington y su "Guerra de Civilizaciones" y de "El Fin de la Historia" de Francis Fukuyama, fueron convertidos en referentes del neoliberalismo a nivel hemisférico; la Escuela de Chicago y sus "Chicago boys", fueron el referente del marco teórico -y su acción práctica- a partir del cual el imperio, diseñó su estrategia de dominación hegemónica.

El mundo de hoy, está en presencia de una lucha por la sobrevivencia de la humanidad, cuyo debate enfrenta dos visiones. De un lado, quienes aspiramos a la conformación de un mundo multipolar, de pensamiento diverso, en donde se reconozcan y respeten los derechos humanos y el medio ambiente; en donde impere la justicia social, la igualdad, la libertad, la fraternidad, la soberanía, la libre determinación de los pueblos, la democracia como forma de vida, en fin, un mundo habitado por seres humanos.

Y, del otro, quienes quieren imponer su dominación a través de la fuerza, en donde se niegan los derechos humanos, en donde la democracia es sólo un sistema político, donde se práctica el colonialismo, el racismo y nuevas formas de esclavitud, en fin, un sistema en donde el ser humano es deshumanizado, convertido en un objeto.

Como hemos afirmado, desde los años ochenta de la centuria pasada la ideología neoliberal se apodero del pensamiento del mundo. Hizo creer a muchos, aún hay quienes siguen creyendo, que el funcionamiento de las sociedades latinoamericanas y caribeñas debería realizarse a través del mercado.

Formulación teórica que tiene como antecedente el "Proyecto Camelot" (1963-1964). Proyecto que fue elaborado y financiado por los departamentos de Estado y de Defensa de los Estados Unidos, en el año 1964, para la dominación de nuestro hemisferio.

Dable es recordar que la implementación del mismo generó una interesante discusión en diversos sectores de los países de la región, sobre todo en el mundo académico, con el propósito de establecer las razones que explicaban la dependencia y el subdesarrollo latinoamericano; así como también, sobre la posibilidad de formular lineamientos teóricos generales, para el diseño de un nuevo modelo de desarrollo de la región.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), fue una de las instituciones que promovió dicho debate y, con ella, o mejor dicho junto a ella, el Instituto Latinoamericano de Planificación Social (ILPES), la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). La utopía de edificar una nueva América seguía presente.

Para ese entonces, se había arraigado con mucha fuerza la creencia de que la única manera de imaginar el futuro de la región era relacionándolo con las "leyes" y "principios" del capitalismo. Por lo que, las políticas del "cambio social" estuvieron orientadas a encontrar la vía que permitiera transitar, de una "sociedad tradicional a una moderna", de "una sociedad semi-feudal a una capitalista".

Transición que entrañaba, en su interior, una contradicción determinada por el choque de intereses entre los sectores oligárquicos y burgueses. Choque que pondría en "riesgo" la estabilidad política y la consolidación del "capitalismo periférico", en Latinoamérica.

Pues bien, es en el marco de esta contradicción donde se inscribe el "Proyecto Camelot". El mismo, fue concebido como un estudio de la región con el propósito de establecer los lineamientos generales para el diseño de las políticas de "cambio social", para los países en "vías de desarrollo".

El imperio entendió que, la dominación de nuestro pensamiento, le era indispensable para dominarnos enteramente; pero entendió, asimismo, que ello no le resultaría fácil. Por lo que, formuló una ciencia social que hiciera creer que la sociedad capitalista era el "fin último" de la racionalidad política; por tanto, los procesos histórico-culturales de los pueblos deberían asumir los valores de dicho sistema, para lograr alcanzar su desarrollo.

Nos impusieron la creencia de que la modernización occidental era el único modelo para alcanzar el desarrollo; para lo cual, se formuló la tesis de la industrialización por sustitución de importaciones lo cual, por sí mismo, garantizaba el establecimiento de una sociedad democrática y liberal; por lo que, quienes no asumieran el ideal modernizador capitalista serían atrasados, arcaicos, antidemocráticos y antiliberales.

Los antecedentes de éste planteamiento se remontan a las formulaciones antropológicas de la Escuela de Chicago, a partir de los años treinta de la centuria pasada. La consolidación de la sociedad urbana, se convirtió en el motor del cambio social. El tránsito "folk-urbano" como se le llamó, comenzará a perder vigencia en la década de los años cincuenta; le sucederán nuevas teorías en aras de alcanzar la estructuración capitalista de nuestras sociedades.

Los sociólogos norteamericanos "descubren" que ahora sí sería posible el cambio social en Latinoamérica, rol que habría de corresponderle jugar a las clases medias urbanas como agente del mismo, ya que ésta si era una clase social modernizadora, emprendedora como gusta decirse ahora. Sin embargo, el "ansiado" cambio social, cada vez estaba más distante; ya que, en la estructuración capitalista, se excluye al principal actor de la sociedad: el pueblo.

En razón de ello, las formulaciones teóricas que proponía el imperio para la modernización de nuestros países, sería una modernización sin pueblo; un sistema político de democracia, sin pueblo; una industrialización ensambladora, no manufacturera, altamente tecnificada, poco empleadora, sin pueblo.

La sociología norteamericana que había sido pensada para ese modelo de sociedad, no lograba dar explicación a la realidad latinoamericana. Obviaba nuestra heterogeneidad estructural y cultural.

Lamentable fue que la ciencia social latinoamericana, comenzó a asumir como suya la concepción "estructural-organicista", para el estudio y análisis de nuestra realidad social. Los "nuevos laboratorios" para estudiar América latina estaban ahora en Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts. El imperio consolidaba su objetivo: la colonización del saber en América Latina.

Se impuso el criterio de que desarrollo y crecimiento económico formaban parte de una misma ecuación; ya que, sin crecimiento económico no hay desarrollo. Visión formalista del desarrollo, a través de la cual se quiso hacer creer que el progreso científico-técnico sólo era alcanzable a través del ahorro, las inversiones y la industrialización. De tal manera que, Latinoamérica necesitaba el ahorro de recursos, la inversión y el uso de tecnología exógena, para iniciar su "despegue" hacia el desarrollo.

En la región se iniciaba (con algunas excepciones) el tránsito hacia el establecimiento de la democracia representativa, como sistema político. Y que, el sistema político latinoamericano presentaba una gran heterogeneidad, encontrándose casos que iban desde lo que Guillermo O´ Donnell ha llamado como regímenes tradicionales con fuertes complementos patrimoniales, regímenes sultanistas, populistas, autoritarios, hasta regímenes de "democratización política cuidadosamente pactada".

Los gobiernos estadounidenses habían constatado que, su dominio en la región no podía seguir sosteniendose sólo en su fuerza. Por lo que, la consolidación de su hegemonía requería de la utilización de otras variables. Debía imponer "razones superiores" que, al decir de Ruy Mauro Marini, trasciendan intereses y motivaciones individuales para responder a factores de carácter más general. En otras palabras, la dominación de clase debe presentarse siempre como la expresión de algo necesario y, en cierta medida, natural.

La idea del "cambio social" tenía que ser –entonces- revestida de un manto de popularidad. La ampliación del espectro político requería la inclusión de nuevos actores. Ciertos sectores populares, junto a la clase media, fueron convertidos en protagonistas del mismo. Sectores estos que, unidos a la burguesía nacional, la cual había emergido como nueva clase dominante ante el "fracaso" de la oligarquía terrateniente, habrán de llevar adelante el proceso de modernización capitalista de la formación social latinoamericana, constituirán la base social fundamental, utilizada por el imperio, para imponer su hegemonía.

Los partidos políticos, asociaciones gremiales y profesionales, organizaciones sindicales y campesinas, universidades e institutos generadores de conocimiento, organizaciones sociales públicas y privadas, habrán de ser –entre otras- organismos a través de los cuales se impondrá el ideal de la modernización capitalista dependiente, en la región.

La realidad sociocultural de las naciones latinoamericanas desmontará –nuevamente- el andamiaje teórico, que el imperio había armado para la colonización del saber de la región. El pensamiento "imitativo y reflejo", asumido por algunos cientistas sociales, el culto a las "novedades" intelectuales del pensamiento euronorteamericano y la creencia de que la estatura de nuestros pensadores se medía por su erudición respecto a dicho pensamiento, encontraron en nuestra región un fuerte rechazo.

Albert Hirschman y José Medina Echavarría fueron, entre otros, pioneros en la oposición al modelo de desarrollo tecno-económico, diseñado por el imperio. Para ellos, la visión del desarrollo tenía un carácter integral, en el que el desarrollo del ser humano y no el crecimiento económico, debía ser lo fundamental.

La realidad era otra. Modelo de desarrollo de crecimiento hacia afuera. Modelo de desarrollo de crecimiento hacia adentro. Modelo de desarrollo de crecimiento desde dentro. Modelo de desarrollo industrial sustitutivo de importaciones. Modernización vía el cambio social han sido, entre otros, los nombres que se le ha dado a los distintos modelos de desarrollo que el imperio ha impuesto. Sin embargo, la "ansiada" modernización y el "anhelado" desarrollo, cada vez estaba más distante. A los años ochenta se les definió como los de la "década perdida".

El imperio diseño una nueva estrategia. Nicholas Brady, ex Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, y su Plan Brady (1989), habría de ser el nuevo "mago" que sustraería a la región de la recesión económica. Se inició una nueva fase de la colonización del saber. Se nos quiso hacer creer que las leyes del mercado serían la panacea a partir de la cual se resolverían los agudos problemas sociales, que se habían apoderado de nuestras sociedades.

Con la totalización del mercado se dio inicio a la instrumentación del antiutopismo, negándose, de tal manera, toda posibilidad de imaginar la construcción de sociedades mejores. Totalitarismo a partir del cual se pregonó, con mucha fuerza, "el fin de las ideologías", cuyo único objetivo no era otro que dar muerte a la esperanza. A la esperanza de vivir mejor, de tener y hacer realidad los sueños, las utopías.

En el año 2008, en su propósito de dominarnos, se planteó una nueva estrategia. Necesitaba saber por qué no lo había logrado a plenitud. Ante esta situación el gobierno estadounidense, a través del Departamento de Defensa estableció la Minerva Research Initiative, con el propósito de fortalecer la comprensión en el Departamento de Defensa de las fuerzas sociales, culturales, tendencias del comportamiento y fuerzas políticas vigentes en las regiones del mundo de importancia estratégica para Estados Unidos.

Se proponía el imperio, hacerse de un análisis directo de lo que ocurría política y socialmente, en algunas regiones del mundo para diseñar sus planes de acción intervencionista. Entendía que, a su concepción militarista del poder, le hacía falta una mayor comprensión social acerca del funcionamiento de esos espacios considerados por ellos estratégicos. Se proponía encontrarle explicación al por qué el pueblo de esos pueblos se estaba haciendo político; por qué la política se convertía, cada vez más, en una esfera de su interés. El Programa Minerva, ha sido el ente propulsor para alcanzar tal objetivo.

Para James Petras: Los investigadores en ciencias sociales subvencionados por Minerva y vinculados a las operaciones anti insurreccionales del Pentágono están implicados en «el estudio de las emociones provocados por la exacerbación o la represión de los movimientos ideológicos», incluyendo –señala Petras– «la neutralización de los movimientos surgidos en la base».

No hay lugar a dudas, los gobiernos estadounidenses con el programa Minerva se han planteado militarizar las ciencias sociales para colocarlas al servicio de sus planes bélicos para el dominio del mundo.

IV

REALIDADES Y PERSPECTIVAS ANALÍTICAS DE LA TEORÍA SOCIAL EN AMÉRICA LATINA.

Pues bien, aproximarnos a la formulación de una nueva teoría social, para y desde América Latina es posible si la miramos históricamente. Perspectiva histórica que nos permita establecer, desde un horizonte abierto, cuáles son las aspiraciones vitales que los latinoamericanos aspiramos. Y es que, en "América Latina hoy no solo se ven claramente las consecuencias perversas que la modernidad como forma de vida ha producido desde 1492, sino que también se está empezando a ver claramente la posible salida del entrampe en el que nos sumió el proyecto de la modernidad…".

Los latinoamericanos necesitamos, construir una nueva Teoría Social que dé respuesta al por qué se agudizaron, los conflictos entre los objetivos del neoliberalismo y los de la democracia. Necesitamos, la formulación de una Teoría Social, que de explicación al por qué, al imperio lo ha aterrado el miedo al cambio, al establecimiento de una verdadera democracia. Necesitamos, una Teoría Social, que le devuelva al pueblo su condición de sujeto de la historia, que no lo siga presentando como una "clase peligrosa"; ya que, como decía Rene Zavaleta, "… aquellas realidades que no han sido uniformadas por relaciones de mercado capitalistas no son cognoscibles desde la ciencia social moderna, porque esta está hecha de relaciones capitalistas y modernas…".

En fin, necesitamos construir, para América Latina, una Teoría Social que trascienda el pensamiento occidental. Ya que, "el pensamiento europeo occidental siempre fue, desde el principio, un pensamiento no solo situado, sino un pensamiento que se pensaba a sí mismo como cultura y civilización pero de espaldas a la realidad toda. Es un pensamiento que se afirmaba a sí mismo a costa de negar o subestimar el pensamiento de otras culturas o civilizaciones…". El pensamiento moderno se erigió, de tal manera, con la pretensión de ser un pensamiento único y superior al de otras civilizaciones. Haciendo creer que, por constitución o naturaleza, quienes no lo asumieran serían pueblos barbaros. Por eso se entiende que, los pueblos no occidentales, nuestros pueblos, sean considerados como pueblos sin cultura y sin historia. Pueblos inferiores.

Pues bien, el reto que tenemos los cientistas sociales latinoamericanos, es grande. Debemos producir conceptos y categorías a partir de las cuales demos explicación, y elaboremos respuestas, a los problemas que hoy tenemos. Que "hunda" su razón de ser en lo que somos y queremos ser como pueblos.

Necesitamos, pues, avanzar en la consolidación de una Teoría Social, que entienda que no es posible alcanzar nuestra soberanía y libre determinación como pueblo, nuestra independencia económica y política; que no lograremos alcanzar una identidad propia, si no formulamos una teoría Social "transmoderna" y descolonizadora, que nos permita alcanzar la emancipación.

Muchas gracias…

Citas

 Pablo González Casanova (2009): La dialéctica de las alternativas. CLACSO. Argentina.

2  Gilles Lipovetsky (2006): La era del vacío. Anagrama. Barcelona, España.
 
3 Al hablar de la larga década de los sesenta, lo hacemos teniendo presente la teoría de la larga duración que desarrollo el historiador francés Fernand Braudel.
 
4  Idem.
 
5 Para una más completa comprensión de este concepto sugerimos ver: Raúl Prebisch (1984): Capitalismo periférico. Crísis y transformación. F.C.E. México. Cardozo Fernando H. (1977): La originalidad de la copia. La CEPAL y la idea del desarrollo. Revista de la CEPAL, segundo semestre. Santiago de Chile. Theotonio dos Santos (2007): Del terror a la esperanza. Auge y decadencia del neoliberalismo. Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A. Caracas.
 
6 Guillermo O´Donell (1994): Transiciones desde un Gobierno autoritario. Paidós. Barcelona-España.
 
7 Ruy Mauro Marini (1984): La sociología latinoamericana: origen y perspectivas. Centro de Estudios Miguel Enriquez. Santiago de Chile.
 
8  EEUU. Departamento de Defensa (2008): Minerva Research Initiative. Washington D.C. 
 
9 Citado por Nafeez. Ob. Cit. 
 


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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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