Más allá de las elecciones del 28 de julio (V)

La Victoria fue el inicio de su derrota

Si algo está demostrado, con absoluta certitud, es que los ojos del mundo tienen su mirada puesta en el proceso electoral presidencial que se realizará el próximo 28 de julio. Eso habla bien de nuestra Patria. Hemos dejado de ser un país del cual se hablaba solo por nuestra condición de país petrolero. Ahora se comenta la importancia que tiene el pensamiento libertario, soberano e igualitario que nos legó El Libertador Simón Bolívar, para la construcción de la democracia participativa y protagónica como nueva forma de vida. Somos un país "ranqueado" positivamente en el concierto internacional de naciones; a pesar de los esfuerzos de sus enemigos, los de afuera y los de adentro, por presentar la imagen de un país en crisis.

Ahora se habla de que en Venezuela, con la Revolución Bolivariana, se edifia un proyecto de nación de (y para) los venezolanos. Una interrogante que se ha vuelto común a nivel mundial es, ¿cómo hizo el gobierno venezolano para resistir tanto acoso y tanta agresión a que ha sido sometido por el imperio norteamericano y sus socios serviles de la Unión Europea? El asombro es grande. ¿Cómo hicieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro para impedir que el capitalismo imperial derrotara la Revolución Bolivariana? La respuesta es sencilla: Tenemos un pueblo amante de su soberanía, que hace de la dignidad de la patria un principio inalienable; y, tenemos un gobierno que, durante estos veinticinco años de asedio, acoso y desestabilización, con la mayor hidalguía y valentía ha sabido defenderla. Ahora tenemos Pueblo y tenemos Patria.

Los análisis electorales de los propulsores de la candidatura, fascista y entreguista de Edmundo González Urrutia, nos recuerda la extraordinaria novela de Lewis Carroll: Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas; ya que, en su mayoría, están envueltos en un hálito de fantasías.

La mayoría de esos analistas le otorgan un fuerte énfasis empirista y cuantitativo a sus predicciones; así como también, una muy marcada propensión a privilegiar las teorías de la "elección racional". Formulaciones estas, a partir de las cuales diseñan toda su estrategia comunicacional y propagandística. Parten de presupuestos ideológicos de dominación que, como dicen Noam Chomsky y Edward Herman, en "Los guardianes de la libertad", les sirva para elaborar un modelo de propaganda a partir del cual le ofrecen al elector venezolano una realidad inexistente. Analistas inspirados en las tesis de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de Hitler: Mentir tantas veces como sea necesario, hasta convertir esa mentira en verdad. Para ello, se valen del debilitamiento de los mecanismos institucionales; así como, de un uso excesivo de los más diversos medios de comunicación. Son análisis alejados de las razones sociopolíticas presentes en el proceso electoral; lo cual, les impide verlo y analizarlo desde una perspectiva politológica.

La mirada con que realizan su análisis obvia la realidad nacional; el mismo lo hacen desde una determinante "americanización" del tema político. Se pretende que las matemáticas y la estadística sustituyan al pueblo como sujeto fundamental en el mismo. La teoría política es, de tal manera, relegada a un rol secundario, cuando no excluida. Con lo cual se despoja del "espíritu crítico" que debe tener todo análisis sociopolítico, como acto humano y como hecho social. En otras palabras, tienen una visión tecnocrática del acto electoral.

Se obvia, y esto me parece lo más preocupante, que desde el año 1999 Venezuela vive un proceso político particular. Con aciertos y desaciertos; con avances y retrocesos; con éxitos y fracasos; con defectos y virtudes; pero, con la mirada puesta en la necesidad de ver las cosas de una manera distinta, en la búsqueda permanente de la construcción de una sociedad alternativa.

Sociedad alternativa inundada de esperanzas. Con sus maravillas. Pero, maravillas que son vistas desde una perspectiva distinta a las del país de Alicia. Que ve y entiende que hay una Venezuela y un mundo diferentes, llenos de expectativas por los cambios y emergencia de nuevas realidades económicas, políticas y sociales a las impuestas por las potencias occidentales, hasta ayer hegemónicas. Nueva realidad que obliga a pensar y actuar, dentro de esa Venezuela y de ese mundo, de una manera diferente a como ha venido haciéndose.

Nuestra reflexión nos dice que, el estudio y análisis de los resultados electorales del próximo 28 de julio, tiene que hacerse más allá de cuántos votos se obtendrán y de cuántos se habrían podido obtener. Y, no es que estos datos no sean importantes para el mismo, sino que, vistos separadamente del contexto sociopolítico que hoy vivimos, y el que queremos edificar, son incompletos, son irreales, pierden su importancia.

Al reducirlos a una condición exclusivamente matemática se les despoja de su potencial analítico. Se les convierte en un fetiche al creer que ellos, por sí mismos, conducen a la comprensión de dicho resultado. Se asume frente a ellos una postura cientificista. Son la verdad verdadera porque las matemáticas y la estadística, base de las encuestas, son "infalibles". Tal vez sea por nuestra condición de historiadores que, frente a los datos sobre los hechos sociopolíticos tenemos la costumbre de dialogar con ellos, de interrogarlos; ya que, solo así podemos saber de qué están hechos y por qué ocurren de una determinada manera.

En relación con estas afirmaciones, bien vale la pena recordar que, en el proceso electoral de 1998, la mayoría de las empresas encuestadoras llegaron a otorgarle a Irene Sáez el 70 %; Claudio Fermín, el 35 %; Henrique Salas Römer, el 21 % de las preferencias electorales. A Hugo Chávez, esas mismas empresas, para septiembre de 1997, le otorgaban un 5%; para febrero de 1998, el 10%; en mayo, ya superaba el 30%, y en agosto, las encuestas lo colocaron por primera vez al frente con un 39% contra el 38% de Salas Römer. El resultado final fue Hugo Chávez, 56.20%; Salas Römer, 39.97%, porcentaje que ninguna encuestadora le otorgó, a lo largo de la campaña electoral, al primero de ellos. Recuérdese, asimismo, que, aun cuando hubo otros candidatos, la estrategia electoral impuesta por el gobierno de Bill Clinton, fue la de crear una polarización entre Hugo Chávez y Salas Römer como candidato antichavista.

¿Por qué volver a mirar éste dato, en el presente proceso electoral? Porque los sectores fascistas y de la extrema derecha siguiendo, al igual que en 1998, órdenes del gobierno supremacista de Estados Unidos repiten la misma estrategia del referido proceso, han creado el mismo escenario. La candidatura de Edmundo González Urrutia, al igual que la de Irene Sáez y la de Salas Römer, no tiene otro objetivo que derrotar al Chavismo, acabar con el Chavismo. Por lo que, otorgarle cualidades y niveles de aceptación que no tiene, la convierte en una candidatura inflada, espumosa, flatulenta.

La mejor demostración de esta afirmación es el acto realizado en La Victoria, Estado Aragua, el 18 de mayo pasado; en él mismo, se puso en evidencia la incapacidad motriz, la carencia de propuestas programáticas, la orfandad afectiva de Edmundo González Urrutia. Mientras que, El Chavismo, con su acto realizado el mismo día y en la misma ciudad, presidido por Diosdado Cabello, lo superó con creces en movilización y aceptación popular, en calor humano y la decisión de un pueblo que sigue teniendo en la Revolución Bolivariano su proyecto de vida. A partir de entonces, las concentraciones públicas de María Corina, la candidata del candidato, han bajado su frecuencia y poder de convocatoria. Contrario a ello, el Chavismo ha tomado las calles del país. La candidatura de Nicolás Maduro crece y se consolida. Edmundo González Urrutia ya tocó techo; hasta los propios medios de comunicación que lo apoyan dejaron de difundir fotos y vídeos de sus actos; ahora, solo muestran los rostros tristes y de frustración de quienes María Corina decide encaramar en la tarima. De allí el título de esta nota: La Victoria fue el inicio de su derrota.



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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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