La gran batalla. Democracia socialista Vs fascismo neoliberal

Al Presidente Nicolás Maduro, por el estoicismo, valentía y dignidad con que ha asumido los retos de su alta investidura.

A los camaradas Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, por el acierto en la conducción del PSUV y la campaña electoral.

Al Pueblo Chavista.

La victoria de Nicolás Maduro, el 28 julio de 2024, requiere ser analizada desde una perspectiva que trascienda los resultados numéricos. Tal vez sea por nuestra condición de historiadores que, frente a los datos sobre los hechos sociopolíticos tenemos la costumbre de dialogar con ellos, de interrogarlos; ya que, solo así podemos saber de qué están hechos y por qué ocurren de una determinada manera. Veamos, entonces, esos resultados electorales desde otra perspectiva.

Como se recordará en el año 2005 el Presidente Hugo Chávez le anunció al país que se proponía construir una sociedad socialista en nuestra Patria. En el proceso electoral del año 2006, enarbolando las banderas del socialismo, Chávez gano la Presidencia de la República. Desde entonces, en los procesos electorales presidenciales realizados en los años 2012, 2013, 2018 y 2024, el socialismo ha sido la propuesta bandera del chavismo.

Una primera mirada sociopolítica del resultado electoral del 28 de julio pasado, nos permite afirmar que el ideal socialista está arraigado en el sentimiento político del venezolano, como propuesta para la construcción de una nueva manera de vivir. Los más de seis millones de venezolanos que votaron por Nicolás Maduro, lo hicieron por el Socialismo. De manera contraria, quienes dirigieron la candidatura de Edmundo González Urrutia no pueden afirmar que la votación obtenida por éste, un poco más de cinco millones, sean votos a favor del capitalismo neoliberal.

Mientras el discurso de Nicolás Maduro siempre estuvo enmarcado en hacer realidad los principios del socialismo; Edmundo González Urrutia, en los pocos actos públicos que participó, presentó un discurso sin propuestas programáticas, sin principios, vacío de ideas, a nuestro modo de ver, presentado de esa manera para ocultar el carácter neoliberal de las razones que guiaban sus pretensiones presidenciales.

Ahora bien, quienes militamos en el ideal socialista debemos evaluar de manera crítica, la votación obtenida por la derecha apátrida y fascista representada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado. No hubo rincón del país, discurso, artículo y nota de prensa, en donde no se les denunciara como tales. Cualquier verbo, cualquier adjetivo, era bueno para hacerlo. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿hay cinco millones de venezolanos que creen y profesan esa conducta? Evidentemente que no. Y, entonces, ¿por qué votaron por ella? Las razones son muchas y variadas; conocidas, en buena medida, por quienes militamos en el PSUV; por lo que, nos parece no es necesario repetírnoslas; pero si, comenzar a enfrentarlas de verdad.

Creo, entonces, que damos una mejor contribución al proceso revolucionario si reflexionamos en torno al tiempo por venir, a ese presente por vivir, a eso que llamamos futuro. Se me ocurre que bien podríamos dar inicio a este proceso reflexivo a partir de las siguientes preocupaciones:

La primera, teniendo el ideal socialista 18 años instalado en el sentimiento político del venezolano, siendo parte de su ethos político, ello nos obliga a trazar una nueva estrategia política que nos permita acercarnos a los sectores de la sociedad venezolana de los cuales aún estamos distantes. Distanciamiento que ha impedido que la propuesta de construcción de la Venezuela Socialista sea conocida; y, por tanto, el alcance de sus bondades no hayan sido permeadas por los mismos.

La segunda, estamos obligados a revisar los problemas concretos del pueblo. Tenemos la tendencia de jerarquizar dichos problemas de manera uniforme y universal para todas las comunidades; obviando, de tal manera, las realidades particulares que estas tienen. Debemos, asimismo, mejorar nuestra comunicación con el pueblo; algunas veces nos relacionamos con él utilizando un lenguaje y un estilo que retrasa la comprensión del planteamiento socialista; ello ocurre, porque, seguimos sin conocer al pueblo real; porque, se coloca la función de dirigente por sobre el rol de él como sujeto y actor fundamental del proceso de transformación revolucionario; y, ello ha ocurrido porque no nos detenemos a dialogar con el pueblo sobre sus preocupaciones materiales y espirituales; sobre sus aspiraciones, sobre su situación vivencial.

La tercera, estamos obligados a revisar nuestro discurso. Tenemos la tendencia a mirar hacia atrás. La nostalgia sobre nuestras utopías de ayer nos invade. Sabemos que ellas son un presente vivido; pero, queremos convertirlas en el presente que vivimos. No terminamos de comprender que la Revolución Bolivariana y la construcción del Socialismo Bolivariano es un proceso sociohistórico venezolano de nuevo tipo; y que, en tanto proceso revolucionario, puede tener objetivos sociales, políticos, económicos y culturales parecidos a los de otras experiencias revolucionarias, pero no iguales.

La cuarta, como corolario de la anterior, debemos superar el dogmatismo, el esencialismo, la concepción simplista y primitiva que nos lleva a relacionar al pueblo con la pobreza como resultado de una ecuación infalible. Pero, debemos superar, asimismo, la conducta vanguardista cuya actuación está por encima, y es superior, a la del pueblo; la cual, engendra el paternalismo y el clientelismo como conductas políticas. Por lo tanto, creemos que, el diseño de una nueva estrategia política, debe conducirnos a comprender que el destinatario principal de nuestra política revolucionaria es el pueblo.

La quinta, del proceso electoral presidencial del pasado 28 de julio extraemos la siguiente conclusión: la lucha política a partir de ahora se va a realizar desde dos posiciones políticas radicalmente contrarias; de un lado, quienes creemos en la necesidad de construir un proyecto nacional que hunda su razón de ser en el establecimiento de un modo de vida de democracia socialista, como su pilar fundamental; y, quienes postulan el establecimiento del fascismo neoliberal como modelo de estructuración de la sociedad. Confrontación de la cual Venezuela forma parte fundamental, dada la variedad de riquezas minerales estratégicas que posee; y que, son imprescindibles para los planes hegemónicos de las potencias capitalistas de occidente.

Pues bien, en el objetivo de establecer una relación más próxima con el pueblo, debemos revisar, redefinir, redimensionar los órganos del Poder Popular, otorgándoles siempre el rol de pilares fundamentales de la estructuración del Estado Comunal. Es, en esta instancia, donde de manera directa y concreta, encontraremos la información sobre los problemas; sobre la manera como el pueblo percibe su vida, se forma criterios de ella y sobre ella; es allí donde, se fundan y conforman sus expectativas, esperanzas, anhelos, inquietudes; es allí en donde nace su condición de ser social, donde se hace político y comienza a practicar la política; pero sobre todo, es allí, en las instancias básicas del poder popular, en donde nuestras formulaciones políticas se convierten en asuntos del pueblo.

Tenemos que empeñarnos en lograr que nuestras formulaciones programáticas se conviertan en el ideal político de nuestros compatriotas. Para ello, debemos convertir los problemas concretos que hoy padecen los venezolanos en el centro político de nuestra propuesta socialista. Entender que para avanzar en la superación de los mismos es necesario instrumentar algunas reformas políticas y económicas; que, para hacer realidad el socialismo es necesario encontrar solución inmediata a los problemas más ingentes que hoy tiene el pueblo; que, la solución de éstos no pueden esperar la consolidación de la sociedad socialista, para ser satisfechos. Por ello, es necesario tener presente que vivimos un momento de transición en el camino hacia el socialismo. Debemos entender que, si las bondades de la sociedad socialista son superiores a las del capitalismo, estamos obligados a instrumentar políticas que tiendan a demostrarle al venezolano, durante esta fase transicional, que la construcción del socialismo es, entonces, el único camino que tenemos para alcanzar el reino de la felicidad, la igualdad y la libertad. Debemos profundizar en el venezolano, de manera clara y precisa, la certitud de que nuestras diferencias con el capitalismo no son de carácter coyuntural; que no son, tampoco, expresión de un resentimiento político, social, económico o cultural; sino que, el mismo hunde sus raíces en lo más profundos principios del humanismo. Que el Socialismo Bolivariano es una alternativa profundamente humanista y democrática.

Debemos, para lograr que la propuesta socialista no sea solo una idea preñada de nobles intenciones, exponerle al país por qué al nuestro lo llamamos SOCIALISMO BOLIVARIANO. Debemos tener presente que el pueblo venezolano es un pueblo politizado, al cual ya no se puede engañar con cantos de sirena. Que los niveles de educación que han sido alcanzados le permiten tener una mayor conciencia sobre las expectativas de su vida. Si ello es así, estamos obligados a darle carácter terrenal a nuestros postulados teóricos. Debemos entender que la construcción del Socialismo Bolivariano no puede supeditarse al resultado de la discusión sobre la revolución francesa, rusa o cubana. O, a la interminable discusión sobre el carácter marxista, leninista, troskista, maoísta, gramsciano o guevarista del mismo. Es verdad que, todos estos hechos históricos y postulados teóricos forman parte de nuestras reflexiones teóricas; pero, en sí mismos, no definen la realidad que vivimos los venezolanos. Y, no la definen porque son postulados de teoría social que fueron formulados para otras épocas y otras realidades económicas, sociales, políticas y culturales.

Se trata, asimismo, de seguir profundizando nuestra participación en la consolidación de un mundo multipolar. La reaparición de sectores de la ultraderecha -en diversas latitudes del universo- no puede verse como hechos coyunturales, ocasionales, aislados. No, tenemos que estar claros que ello forma parte de la estrategia trazada por el gran capital financiero y de la tecnocracia mediática, para recuperar su poder hegemónico a nivel planetario. Ellos saben que la globalización y las políticas de ajuste neoliberal no les permitieron alcanzar ese objetivo; en ese sentido, la candidatura de Edmundo González Urrutia y el rol protagónico de María Corina Machado tienen que ser ubicados en el marco de dichos planes.

Se trata, pues, de avanzar en la apropiación de un conocimiento pleno de la realidad venezolana. Se trata de entender que, no podemos actuar sobre esa realidad sino sabemos de qué está hecha, como se hizo y por qué se hizo de tal manera y no de otra. Solo así, podremos comprender el comportamiento político de nuestros compatriotas. Solo así, podremos entender lo que ocurrió el 28 de julio pasado. Solo así, podremos trazas la nueva estrategia política que la Revolución Bolivariana y la edificación de la Venezuela Socialista están demandando. Solo así, podremos derrotar a los sectores fascistas en su propósito de entregar nuestra soberanía y las riquezas de nuestra patria al capitalismo financiero y de la tecnocracia mediática. En este último objetivo, debemos incorporar a todos aquellos venezolanos que no quieren que seamos, nuevamente, colonia de ninguna potencia extranjera. Por lo que, la creación de un frente antifascista debe ser una tarea de pronta constitución. Esta es: LA GRAN BATALLA que debemos librar hoy.



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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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