"¡Qué espanto causa el rostro del fascismo! Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas" (Víctor Jara).
En estas reflexiones intentaremos establecer algunas conexiones entre el fascismo y el pensamiento crítico revolucionario.
Lo haremos desde el punto de vista ontológico, epistemológico, metodológico, histórico y axiológico.
Desde la Ontología
Decimos que ontológicamente, el pensamiento crítico revolucionario trasciende el fenómeno, va al nóumeno, parafraseando a Immanuel Kant. Por eso, más que inmanente es trascendente. Por tanto, no sólo mira sólo los árboles, sino que, sobre todo, penetra en el bosque.
En el caso del fascismo, decimos que su ontología está vinculada con la lógica del capitalismo, es profundamente egoísta, yoísta, narcisista, negador de la otredad y de la alteridad y es, además, practicante del odio y del desprecio.
El fascismo se caracteriza por la exaltación del nacionalismo, el autoritarismo, el totalitarismo, la supremacía del Estado sobre el individuo, el rechazo a la democracia liberal y la intolerancia hacia la oposición política.
Desde el punto de vista epistemológico.
En el terreno del conocimiento y desde la perspectiva del pensamiento crítico revolucionario, se coloca el énfasis en la relación dialéctica entre el sujeto cognoscente y el objetivo cognoscible y, como resultado de esa relación, se encontraría el conocimiento. Esto es, no está ni en el sujeto ni en la realidad, sino en su relación.
El sujeto y el objeto son agentes de investigación, ambos se encuentran en constante transformación.
Epistemológicamente el pensamiento revolucionario, acude al marxismo como su fuente nutricional. Según Robert Cox, trasciende a las teorías de resolución de problemas, porque son teorías críticas, de cambio, transformación.
En el caso del fascismo, no sólo se trataría de negar esa forma de "resolución de problemas" y de criticar su proceder, que es absolutamente inhumano. Importante es establecer la alternativa, que nunca puede ser el capitalismo, porque el fascismo es una de sus extremas expresiones.
Desde el punto de vista metodológico
Hay quienes dicen ser críticos, pero se quedan atrapados o atrapadas en una vida dicotómica. Por eso, el pensamiento crítico, ante una realidad compleja, aplica el pensamiento complejo, por tanto, no es monosílabo, no puede ser yoísta, egocentrista; tampoco binario, es decir, no ve la vida, la sociedad, el mundo, en blanco y negro, en bueno y malo; o en Dios y el Diablo. El pensamiento crítico revolucionario está convencido, más bien, que existe el gris, pero también otros colores.
El pensamiento crítico revolucionario es dialéctico porque acude a la contradicción como elemento consustancial de la totalidad del ser, pero también es analéctico, en los términos planteados por la Filosofía de la liberación, desarrollado por pensadores como el teólogo Juan Carlos Scannone, el filósofo Enrique Dussel y el antropólogo Rodolfo Kusch.
En la lucha contra el fascismo, por ejemplo, es posible encontrar tres etapas o momentos. El primer momento, es aquella donde las distintas posturas niegan esta realidad. El segundo momento, sería el de los movimientos que luchan contra el fascismo. El tercer momento, sería el de la creatividad y, sobre todo, de la construcción de un proyecto revolucionario. Es la alternativa ante el fascismo.
Por ejemplo, el sociólogo argentino Daniel Feierstein, señala que los gobiernos populares o de corte socialdemócrata no están resolviendo los problemas de las grandes mayorías y que eso genera campo fértil para el crecimiento de corrientes fascistas en Argentina y en diversos países. Y lo cito: "Es importante construir frentes y acuerdos en las estructuras políticas que cierren la puerta a estos movimientos".
Y eso que es válido para Argentina también lo es para otros países.
Desde el punto de vista histórico
El pensamiento crítico revolucionario, en termino histórico, acude a los tres tiempos verbales. Un poco en los términos planteados por Simón Bolívar, en Mi delirio sobre el Chimborazo: "Miro lo pasado, miro lo futuro y por mis manos pasa en presente" y también por Eduardo Galeano, en Las venas abiertas de América Latina: "La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será".
En otras palabras, debe buscarse el origen, las causas, los motivos de los fenómenos y hechos sociales. Haciendo esto podemos diagnosticar el hecho o fenómeno, en este caso el fascismo, y a partir de allí, plantearse los escenarios, las consecuencias y, sobre todo, las acciones que deben desarrollarse para evitar que el fascismo triunfe y se aposente en nuestro país.
Recordar siempre que el fascismo es consustancial al capitalismo y, por tanto, sigue su lógica. Ya Carlos Marx, en su extraordinaria obra, El Capital, que trabajó casi durante cuarenta años, intentó de desgranar las características primordiales del modo de producción capitalista y sus relaciones de circulación y producción. Allí nos dice que la extracción de la plusvalía es lo más importante y que en esa explotación la vida vale muy poco.
Mucho antes, Nicolás Bernardo de Maquiavelo, en su texto, El Príncipe, nos dirá que el gobernante para mantenerse en el poder utiliza la fuerza del León y la Astucia del Zorro. La ética y la moral no están presentes.
Nunca olvidar que el fascismo y la segunda guerra mundial están estrechamente relacionados, ya que el ascenso de regímenes fascistas en Europa, como el de Benito Mussolini en Italia y el de Adolfo Hitler en Alemania, fue uno de los factores que condujo al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy en día, según el Papa Francisco, estamos en pleno desarrollo de la tercera guerra mundial, que él denomina fragmentada.
En Argentina llegó Javier Milei y su discurso no es muy distinto al de Mussolini e Hitler, y los tres con fuerte apoyo popular.
Desde el punto de vista axiológico
En términos axiológico, el pensamiento crítico revolucionario, no debe ser dogmático, fanático y tampoco aplicar el "jalamecatismo", como se decía en la época de Simón Bolívar.
Siempre se debe asumir posición. El pensamiento crítico revolucionario no practica la "neutralidad axiológica" de la que nos habló Max Weber. No es acéfalo, neutral y siempre lo hace por los "condenados de la tierra" como decía Franz Fanón. Y en un mundo de conflictos, en un mundo de víctimas y verdugos, la tarea de la gente pensante debe ser -como sugirió Albert Camus- no situarse en el bando de los verdugos.
Así que el pensamiento crítico revolucionario está comprometido con los desvalidos, los de a pie, los descamisados. Por tanto, nunca pueda abrazar ni, muchos menos, convalidar al fascismo.