El deporte y el engaño a Chávez: un enfoque sociopolítico

Apreciado, compatriota y camarada Hugo, después de reflexionar y aterrado por el “viraje” que esta tomando nuestro deporte, he decidido hacer públicas estas notas para el debate abierto, franco, y sincero sobre el fenómeno deportivo en tiempos de revolución. La intención es hacer una síntesis general del problema sociopolítico del deporte actual, tomando como método de análisis el materialismo histórico y dialéctico.

La historia nos instruye cuando señala que la génesis y organización del deporte moderno estuvo íntimamente relacionado con el florecimiento de la llamada revolución industrial burguesa, acaecida durante el siglo XIX. Por lo tanto, éste también refleja y reproduce las características propias de las relaciones humanas basadas en el capitalismo, alcanzando su máxima expresión en el mercantilismo, el intercambio, la competencia, la jerarquía, el rendimiento y el deportista como mercancía que genera plusvalía. Al respeto, Lukacs, expresa “esta forma mercantil dominante en los intercambios ejerce una influencia decisiva sobre todas las manifestaciones de la vida. Imprime su estructura a toda la conciencia del hombre.” Así, el deporte como aparato ideológico del estado y de la clase dominante, representa en el plano de las superestructuras el modelo mercantilista de la sociedad capitalista, resultando imposible divorciar al deporte (considerado por algunos como neutro y apolítico), de las relaciones sociales en la que se inserta y que lo determinan.

Por lo señalado anteriormente, es absurdo imaginar un deporte mercantilista, alienado, totalitario, dentro de una propuesta socialista. En ese mismo orden de ideas Brohm, “sostiene que resulta imposible reformar el deporte dentro del actual encuadre. El reformismo deportivo es una ilusión utópica. El deporte como forma de dominación, de represión (competencia- rendimiento), debe desaparecer en una sociedad socialista”. , “el deporte es el modelo reducido de la sociedad capitalista industrial constituida sobre el eje del rendimiento y de la productividad. Aparece como el microcosmo de los procesos sociales y representa un buen reflejo de los principios que rigen la sociedad capitalista industrial…”.

Ya en el plano concreto del deporte nacional, es fácilmente apreciable que las viejas estructuras de nuestro deporte se encuentran radiantes, la concepción del deporte medallero y mercantilista domina todavía , se estimula de una manera exagerada el deporte profesional, ese que reúne todos los rasgos típicos de las categorías y estructuras de la sociedad capitalista, como son: explotación del hombre por el hombre, apropiación de la plusvalía, contratación “leonina” y competencia desleal entre otro, todos ellos están vivitos y coleando . A pesar del reconocimiento incuestionable que se le ha conferido al mismo en los últimos ochos años, comenzando por proporcionarle rango constitucional, con la creación del Ministerio del Poder Popular para el Deporte, la fundación de la Universidad Iberoamericana del Deporte y el aumento gigantesco de los recursos destinados a este rubro.

Lo antes expuesto permite concluir, al menos preliminarmente, que el fundamento filosófico e ideológico del sistema deportivo nacional, está sustentado sobre ideales capitalistas, las cuales no han sido tocadas en lo más mínimo por el proceso revolucionario que vivimos; en contraste con lo apreciado en otros organismos e instituciones del Estado, quizá otrora tildadas de conservadoras, tales como: PDVSA, BCV, el sistema educativo nacional y los órganos castrenses, por sólo mencionar algunas. En todas ellas se realizaron transformaciones de fondo, que las han colocado en sintonía con el proyecto socialista, edificando la patria grande que soñó Bolívar y contribuyendo a la formación integral de la sociedad desde la base.

Aunque es importante reconocer los esfuerzos, en este caso no se trata únicamente de aumentar significativamente el presupuesto, construir más infraestructura, incrementar los resultados deportivos en competencias internacionales ni propiciar el crecimiento y desarrollo de la estructura deportiva (lo que al final se traduce en más burocracia). Así, a pesar de toda la voluntad realizada, la misma sólo ha estado dirigido a nutrir la superestructura que sostiene el deporte nacional, con sus evidentes consecuencias, que se ponen de manifiesto en la confiscación, degradación, depravación y deshumanización del fenómeno deportivo y sus protagonistas. Esta tendencia, líderizada por la burguesía y sus lacayos, esclaviza a los actores de la estructura deportiva a intereses ideológicos y políticos contrarios al socialismo, pues al final, lo que se aprecia es la reproducción (consciente o producto de la alienación) de los antivalores de clase que constituye el credo de las sociedades y estados capitalistas.

Por todo lo señalado anteriormente señor presidente, es que afirmamos que lo están engañando. En nuestro deporte todavía quedan figuras camaleónicas enquistadas, que han creado todo un manto de triunfalismo medallero, empleado para justificar su incapacidad, burocracia y permanencia en los puestos. Pero el trabajo en los actuales momentos de desmantelar la organización pública y privada del deporte nacional y a sus dirigentes fantasmagóricos brilla por su ausencia. Ya no es posible seguir aplicando políticas gatopardianas en la estructura deportiva burguesa, segregacionista, burocrática, selectiva y elitista que todavía sigue cabalgando en el proceso, no se permiten más reformas al viejo modelo excluyente. En esta revolución de saltos cualitativos, la superestructura y la infraestructura van sufriendo transformaciones radicales que se van ajustando al modelo incluyente, participativo y protagónico, como muy bien lo expreso Gramsci, “lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir…” es decir para nosotros en el campo del deporte algo nuevo tiene que gestarse y lo antiguo extinguirse.

En definitiva este ensayo tiene, como todo escrito sobre lo social, su contenido político que algunos no dejarán de calificar, como todas las cosas, las valoraciones dependen siempre del cristal con que se mire y, en este caso, de las concepciones políticas que rijan la ética del lector. Sin embargo, es nuestra obligación empezar a debatir y construir una nueva hegemonía en el deporte, asentado en un modelo alternativo humanista de esta actividad, encaminado hacia el desarrollo integral del hombre, donde se establezcan otro tipo de relaciones entre ellos. Como bien lo señalaba Marx, “la futura sociedad socialista será la demostración práctica de la posibilidad de unir la enseñanza y la gimnasia con el trabajo manual, y viceversa: el trabajo manual con la enseñanza y la gimnasia. Será una educación que unirá, en todos los niños por debajo de cierta edad, el trabajo productivo con la instrucción y la gimnasia, y no solamente como método de aumentar la producción social, sino como el único método de producir hombres plenos.”.


Por lo antes expuesto, considero que es un deber como revolucionario notificar y persuadir a nuestro comandante Chávez sobre las dimensiones: sociales, económicas, educativas , culturales y los alcances políticos e ideológicos, que se están jugando con el deporte, así como la analogía profunda que hay entre la estructura mercantilista capitalista y la organización deportiva burguesa vigente; se trata de cambiar esas viejas estructuras. Todas estas categorías sociales y políticas ayudarán en la determinación del nuevo sistema deportivo que anhelamos, esta actividad física no puede permanecer impasible o inerte, ha de ser revolucionaria ella también.


Apreciado comandante: confiamos en usted, pero no deje que se le atribuya las máximas populares que dicen: “no hay peor ciego, que el que no quiera ver”; “la culpa no es del ciego, sino de quien le da el garrote”. Usted tiene la palabra.

pedro_garciaa@yahoo.es


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Pedro García Avendaño


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