Las apariencias engañan, más aún cuando hay mentiras de por medio. La fuerza de las mentiras es la repetición, hecha tantas veces que llegamos a confundirnos y a creer que lo falso se ha convertido en verdad. Estas ideas nos vienen a la mente cuando abordamos los problemas del deporte y observamos como siguen engañando al soberano.
Resulta que para este domingo 11 de Julio una transnacional explotadora de los obreros a nivel mundial, la Coca-Cola, anuncia conjuntamente con otra transnacional del deporte, el Comité Olímpico Venezolano, que harán campaña (una caravana) para presentar a los deportistas venezolanos que van a los juegos de Beijing, utilizando como eslogan “Ser venezolano es nuestra mejor medalla”. Esta frase, aparentemente inofensiva y cargada de patriotismo, ha servido de mampara para una campaña publicitaria televisiva que muestra visos de racismo y fomenta el espíritu discriminatorio contra la numerosa comunidad de inmigrantes chinos que hace vida en nuestro país, colocándolos como seres inferiores e incitando a la adquisición de productos alusivos a los venideros juegos olímpicos, con la excusa de apoyar a nuestra delegación. Esta actuación no es sorprendente de uno de los iconos de la globalización, lo que sí sorprende es que una empresa con esa ética sea uno de los patrocinadores principales de la llamada Generación de Oro, uno de los más alardeados logros de la revolución bolivariana que, por lo demás, insisto en reconocer. De esta manera, no cabe otra cosa que plantearse dudas y grandes sospechas sobre su buena fe, así como muchas angustias y preguntas sobre estos “señores” y sobre algunas cuestiones, como por ejemplo:
¿Estamos en presencia de un nuevo show mediático?
¿Qué buscan realmente estas transnacionales con nuestros atletas olímpicos?
¿Cuánto han aportado a la formación integral de nuestros deportistas estas empresas?
¿Quieren la explotación comercial de nuestros jóvenes como si fueran mercancía?
¿Cuántos beneficios obtendrán con este mercantilismo?
¿Qué hacen el Ministerio del Deporte y el IND para evitar el mercantilismo y explotación de nuestras figuras o glorias deportivas?
¿Quiénes son los cómplices que permiten que estos negocios se cometan contra la Patria y sus deportistas?
¿A quién rinden cuentas de sus enormes ganancias? ¿Será al SENIAT?
¿Quién cortará el cable de la corrupción que hace cortocircuito en nuestro deporte?
¿Por qué el presidente de la República, al designar una comisión presidencial encargada de todo lo relacionado con los juegos olímpicos, coloca al Presidente del COV (institución privada-transnacional) a dirigirla y queda segunda al mando la Ministra del deporte (representante de los interesas del Estado venezolano)? ¿Que sucedió en esos nombramientos y cuál fue el criterio utilizado para esa decisión?
¿Estamos en presencia del nacimiento o consolidación de una nueva oligarquía deportiva?
Debemos preguntarnos si comprar productos con el logotipo de los cinco anillos o utilizar cualquiera de los bienes ofertados por estas trasnacionales, es en realidad una manera efectiva de favorecer al deporte de alta competencia o más bien estamos contribuyendo al enriquecimiento de unos pocos que no son más que iconos vivientes del mercado globalizado del siglo XXI, que sigue privilegiando al mercantilismo, sin importar el destino de los seres humanos (en este caso, deportistas olímpicos) que estén en medio de sus negocios.
Declaraciones recientes del organismo representante del ente internacional en Venezuela, el Comité Olímpico Venezolano (COV), alertaron a la comunidad deportiva sobre las pretensiones que tiene esta entidad de aspirar encargarse del alto rendimiento y su comercialización. Las afirmaciones de los altos jerarcas del COV parten de un pretexto increíble: “Liberar al Estado de esa pesada carga y dolor de cabeza”, sospechándose más bien de un intento ideado por algunos factores, con el objeto de mantener su cuota de poder y beneficiarse indebidamente de los frutos de años de formación de los deportistas bajo la tutela del IND. Estas afirmaciones de los representantes del COV, coinciden con las de un editorial del periódico estadounidense New York Times, donde señalaban que las grandes corporaciones privadas deberían jugar un papel más importante para reformar el COI y llegar más directo a los atletas, o lo como popularmente diríamos: “pedirle al zorro que cuide el gallinero”.
Ahora bien, valdría la pena preguntarse ¿estamos preparados para romper con ese paradigma de dominación y explotación capitalista impuesto en nuestra institución deportiva? y ¿estamos dispuestos a crear una nueva organización, sólida e independiente, con decisiones que respondan al interés nacional? En definitiva, todo parece indicar que las instituciones deportivas (particularmente las de alto nivel), no han sido trasformadas en lo más mínimo por el proceso revolucionario que vivimos. Lo que no parece tener respuesta es ¿cuándo vendrá la reforma del deporte nacional? Si hasta la iglesia misma tuvo su reforma en su momento, ¿Por qué no pueden los organismos competentes impulsar estos cambios tan necesarios en esta área?
Como militantes comprometidos, hemos de aceptar el futuro de esfuerzo, creación y trabajo, alejados de los alienados vende-patria y de la apatía traidora. Tal es el camino para dar a las nuevas generaciones un legado deportivo solidario, consciente, verdaderamente humano y realmente libre. Ante nosotros se blande la espada de la sociedad capitalista, representada por sus organismos y valores, tras nosotros se levanta la pared de un pasado de abandono y explotación al que no queremos ni podemos volver. Necesario es luchar, imperativo es vencer.
“PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE… ¡VENCEREMOS!
(*)Dr. Antropólogo-Sociólogo
Docente- Investigador Asociado de la U.C.V.
Coordinador de la Unidad de Investigación Rendimiento humano, deporte y salud.
pedro_garciaa@yahoo.es