La honestidad es una
particularidad que va mas allá del comportamiento tibio de una persona,
para contrarrestar la mengua de sus valores, se debe caracterizar
y articular en mecanismo demoledor de toda injusticia y aberración.
Sin una moral revolucionaria,
jamás se plasmaría en el portal de una sociedad los cimientos profundos
para fundar con solidez un socialismo real y duradero.
Convencidos debemos estar
que dentro de los parámetros que rigen la gigantesca estructura voraz
del capitalismo, los buenos procedimientos, los más puros ideales,
la más tallada voluntad en nuestro recóndito ser de zafarnos
de la volátil llama de las tentaciones deshonestas, todo esto
y más, es letra muerta en la jerarquía capitalista.
Cuando las posibilidades
favorables que por lo general escasean nos conducen por senderos
de justicia, raudo debe ser nuestro andar, lo mas lejos posible de ese
infernal agujero negro como lo es el capitalismo secuaz, inmoral y explotador,
capaz de devorar sueños enteros.
Salvaje, este adjetivo con que suelen calificar al capitalismo le queda demasiado grande. Yo, desde mi humilde percepción le llamaría salvaje a la flora y todos aquellos animales que conforman la fauna silvestre…
¡Salvaje! es una hermosa
frase, que aún revestida de peligro lleva implícita el halo
de la inocencia de su misma naturaleza, es el ALMIZCLE de lo indomesticable,
como lo son las verdaderas revoluciones, en cambio el capitalismo en
el fondo de su espeluznante caverna no tiene nombre, no es mas que un
impuro y oscuro vicio amoral que mancilla el sagrado espíritu del hombre
explotado.
Capitalismo y revolución son dos polos diametralmente opuestos.
El capitalismo desde su fase inicial tiene sus congéneres que le van como anillo al dedo.
Primero: Los medios de comunicación masivos mediáticos y alienadores, que lubrican los engranajes trituraradores de toda inteligencia en evolución.
Segundo: El fascismo, carburante que retroalimenta los motores necesarios de esa astronave plutocrática que le permite mantenerse en posición orbital cual estrella INASIBLE, alrededor de todas las hambres, las miserias, desigualdades, las necesidades y la impotencia del hombre atribulado en la tierra.
Mientras la palurda estampa del capitalismo nos hace menos, los hombres honorables transitan en pos de un antídoto, una fórmula mágica, una doctrina, un sortilegio, un mapa, una estrategia, una oración al cielo, una fe, nada esto se revertería en positivo, si a la postre no llenamos la oquedad de nuestro parietal izquierdo y derecho de aquella tan sustancial materia gris, sabia y audaz, para no caer en la rutina de las omisiones, traiciones y deslealtades que miniaturizan los mas elementales principios de catapultar nuestro accionar hacía la cúspide del combate victorioso, llevando clavada en el pecho la daga purificadora de la honestidad ideológica, ARMA EFICAZ, capaz de sellar por siempre, aquellas fisuras nefastas por donde desertan en estampidas las buenas disposiciones de los seres humanos, que afanosos caminan en aras de un destino con justicia.
Eh ahí, una de las
rígidas paredes de una revolución socialista real y duradera.