Ayer sábado 17 de diciembre a las 10’30, en el Centro Arrupe de Sevilla, tuvo lugar la primera asamblea para debatir la conveniencia de avanzar hacia la apertura de un proceso constituyente, la cual debiera redactar mediante el concurso de la ciudadanía, y a partir de cauces efectivos de participación, una nueva Constitución, esta sí, verdaderamente popular en su génesis, contenido y aplicación.
Se trata de una idea que ha emergido en el seno del movimiento del 15-M, una vez constatado lo obsoleto, inoperante y fraudulento de la actual Carta Magna (¿cómo calificar de democrático a un régimen cuyo Jefe de Estado no es electivo y cuyo presidente no se decide mediante consulta directa?).
Lo cierto es que en un principio tal demanda suscitó recelos en el seno de este gran movimiento social, pero progresivamente ha ido tomando carta de ciudadanía, de modo que en la actualidad es asumida por numerosas comisiones y por buena parte de las asambleas de barrios y ciudades.
La convocatoria del pasado sábado contó con la asistencia de unas ciento cincuenta personas, llegadas de numerosos puntos de Iberia y del extranjero, como los casos de Venezuela y Chile, país este último donde también se está reivindicando un nuevo orden constitucional.
La presente asamblea se consideró como el “kilómetro cero” de la larga marcha hacia la nueva Carta Magna. Tras la presentación del grupo inicial de donde emergió la iniciativa (cinco personas provenientes de diversos ámbitos, desde el libertario hasta el cristianismo de base), se procedió a explicar brevemente la naturaleza de un Proceso Constituyente y las causas de su necesidad en el presente contexto sociopolítico, para abrir a continuación un turno de palabra mediante el que la gente se expresara libremente.
Así, la gran sorpresa, a criterio de quien escribe estas líneas y que se encontraba en la reunión, fue la intensa carga de esperanza, espíritu positivo, ilusión y ganas de trabajar reflejadas en las intervenciones.
De esta manera, una mujer de Sevilla, pionera del proyecto de unos huertos vecinales y comunales, lo calificó como el “milagro” que sucede cuando “la gente está enamorada de la vida”. Otros usaron, para calificar este emerger de las resistencias, los apelativos de “explosión” y de “entusiasmo”. Hubo quien invitó, de cara a la presente iniciativa, a aplicar un “amor inteligente”.
Alguna intervención recalcó lo insólito de una indignación canalizada mediante la fraternidad y la alegría, al contar que su hija afirmó, en referencia a los acampados en Sol que “para estar tan indignados se les ve muy felices”. Rubén Martínez Dalmau, asesor jurídico de los procesos constituyentes de Ecuador, Bolivia y Venezuela, reconoció, visiblemente contento, que anteriormente “había perdido la esperanza” de que en España emergiera semejante demanda, considerando por tanto que “este día en Sevilla es un momento histórico”.
Acto seguido, y en un ambiente no ya positivo, sino entusiasta, se propuso una hoja de ruta que desembocaría en el “kilómetro uno”, concretizado mediante otra asamblea a celebrar en Cádiz el día de la Pepa, el 24 de marzo.
Se hizo hincapié en la necesidad de transmitir a la ciudadanía la pertinencia de nuestra lucha para difundirla y hacerla calar en la opinión pública, dejando claro que aunque las iniciativas las impulsan las minorías, aquellas tienen vocación de universalidad de cara a su operatividad.
A partir de ahí, se aprobó por unanimidad y a brazo alzado el echar a andar desde ese preciso instante. Y así fue. Y todos rompimos a aplaudir, felices, aliviados, sonrientes, esperanzados.
Y, antes de irnos, un gaditano se ofreció para el trabajo de organización de la asamblea de la Pepa; alguien pidió voluntarios para una comisión de tecnología y otro respondió; se abrió una alcancía para gastos puntuales y empezaron a aparecer billetes; un universitario propuso abrir un frente de sensibilización en la Universidad y al punto emergió un grupo de personas intercambiándose los correos para darle forma a este plan concreto…
Y así fue como unos sanchos se transformaron en quijotes a la sombra de una causa noble que les entusiasmó. Helder Camara decía al respecto que “don Quijote es más realista que Don Sancho”. Y, en todo caso, ante lo difícil y complicado de la empresa, siempre diremos, con Silvio Rodríguez que “he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado”.
Nacho Dueñas es cantautor e historiador
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