Seamos metiches: "No más reyes"

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños debería emitir un documento declarándose preocupada por la forma autocrática, despótica, antipopular e inconsulta como se deciden los más importantesasuntos de Estado en España.

Las naciones de la Celac, muchas de las cuales fueron -durante 300 años y más- colonias de la nación europea, bien podrían encomendar a sus cancilleres escribir una de esas proclamas en las que, enclásica jerga diplomática, se manifiesta inquietud por el hecho de que Juan Carlos(a quien algunos malévolos llaman "el Rey de Copas") pretenda traspasarle la corona a su hijoFelipede la manera más soberanamente unilateral, es decir, porque a él le sale del forro de su real capa, sin tomar en cuenta la opinión de una porción considerable de la ciudadanía española que, desde hace muchos años y en forma por demás creciente, viene repudiando todo ese cuento de la realeza y de los derechos históricos a gobernar de una entronizada dinastía de manganzones.

Hay argumentos de sobra para meter la cuchara. El hecho de que un señor que nunca ha sido elegido por el pueblo (lo eligióFranco, dizque encompinchado con Dios, calcule usted) decida renunciar a lajefatura del Estadoy entregársela a su hijito, como si fuera un hatajo de vacas, es algo suficientemente escandaloso como para activar alarmas en la tan cacareada comunidad internacional, que por mucho menos que eso acostumbra desatar bloqueos, intervenciones armadas y bombardeos humanitarios. 

No me vengan con que ese es un asunto de los españoles y allá ellos si se la calan.España es, después de Estados Unidos (que en eso resulta inalcanzable), uno de los países más metiches en los temas internos de las naciones latinoamericanas, especialmente de las que tienen gobiernos que no son de su agrado.¡Hostia, tío, que lo que es igual no es trampa!

Emitir un manifiesto exhortando a laclase políticaibérica a someter el asunto de la monarquía a referendo popular sería una manera de darle vuelta a la tortilla (y ya que se trata de España, que sea con bastante papa), pasar a la ofensiva en este campo del intervencionismo fisgón del que hemos sidovíctimas predilectaspor tantos años. Los embajadores latinoamericano-caribeños podrían asumir el rol que habitualmente tienen los estadounidenses y europeos en este lado del charco: el de entrometidos, intrigantes y correveidile. 

La ofensiva diplomática multilateral podría respaldarse con frecuentes ruedas de prensa de figuras y figurones políticos, quienes exigirían que el referendo sea supervisado por gobiernos hostiles,ONGmedio raras de derechos humanos y asomados de toda laya en calidad de "observadores".¿Qué cree usted que dirán en el Reino?



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Clodovaldo Hernández


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