Colombia. La paz y la rebelión de los generales

La captura y posterior liberación mediante intermediación internacional, del Brigadier General Rubén Darío Alzate, Comandante del Grupo de Tarea "Titán", del Ejército de la República de Colombia, vuelve a poner en el debate del debate público el grado de insubordinación y disciplina de los Mandos de las Fuerzas Militares ante su Comandante Jefe, el Presidente Juan Manuel Santos.

Desde inicio de su primer mandato en el año 2008 pero, especialmente a partir del rompimiento de su subordinación política a los dictados del narcoparamilitar expresidente Alvaro Uribe Vélez, la relación entre los Jefes de las Fuerzas Militares y el presidente Juan Manuel Santos, ha venido caracterizando por la desconfianza y la tirantez, a causa de la influencia política que sobre los mandos castrenses viene manteniendo el hoy Senador de la República, Alvaro Uribe Vélez y el proyecto del Presidente Santos de romper la dinámica perversa de la "Guerra sin Victoria" que, no solo impide el desarrollo del proceso de transformación capitalista de Colombia y su pleno ingreso al Capitalismo Global con la firma de los Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y la Unión Europea, sino modernizar un Estado Colombia corroído por el cáncer de la corrupción, la ineficiencia, la pobreza y la violencia social y política.

Los Mando Militares, desde los años 50’s del siglo pasado, con el inicio de la intervención militar de los Estados Unidos en el conflicto interno colombiano, iniciaron un paulatino pero irreversible proceso de autonomización respecto a los gobierno del Frente Nacional y de los Partidos Liberal y Conservador, inicialmente planteado como una necesidad con el fin de evitar que los endémicos conflictos estas dos fracciones en que se divide la oligarquía colombiana pero también, porque la penetración política, financiera y de inteligencia de los Estados Unidos en el seno de las Fuerzas Militares, especialmente a partir del inicio del Plan Colombia y su mellizo, el Plan Patriota, los fueron convirtiendo en factor determinantes en los reconocimiento de méritos, ascensos y atribución de mando en las unidades militares estratégicas y por ende3 , su acceso a las más altas posiciones del mando militar.

Pero es a partir que se rompió la unidad interna entre el presidente Juan Manuel Santos y el ahora senador Alvaro Uribe Vélez por el tema de las negociaciones de Paz de la Habana, que se ha hecho más patente la autonomización del Mando de Las Fuerzas Militares respecto a su Comandante en Jefe, al filtrarse a los medios colombianos la existencia de tales negociaciones, publicar el narcoparamilitar senador Alvaro Uribe Vélez las coordenadas de vuelo de los helicópteros que trasladarían a la delegación de las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo (FARC-EP) a la Habana, República de Cuba, la creación de un grupo de inteligencia militar y hackers civiles, con el nombre de "Andrómeda" para infiltrar las comunicaciones del Presidente Santos y su delegado Humberto de la Calle Lombardo y, el anuncio del inicio de contactos con el Ejército de Liberación Nacional, ELN para una conversaciones de Paz; todo lo cual avergonzó ante el país y la opinión pública internacional a un Presidente que, pese a tales escándalos, no pudo ser capaz de destituir a ninguna de sus generales, teniendo que recurrir al recurso del "Retiro por Cumplimiento de Servicios", para desincorporar a sus desleales "subalternos".

El reciente caso del Brigadier General Ruben Darío Alzate es el último episodio de esta zaga de deslealtades, tensiones y conflictos entre el presidente civil y sus mandos militares porque, a pesar de haber cometido una falta gravísima en Acto de Servicio y haber tenido un comportamiento absolutamente indigno de su grado y responsabilidad de Comandante de una unidad militar estratégica como lo es la Fuerza de Tarea "Titán", tuvo que limitarse a solicitarle al BG Alzate que le "… diera una explicación al país", cuando lo que, conforme a los hechos y a los Reglamentos Militares correspondería, por lo menos, a destituirlo y pasarlo a retiro del servicio activo; optando por aceptar la solicitud de Baja del Servicio, sin que el cuestionado alto oficial le explicara a su Comandante en Jefe, a las Fuerzas Militares y al país, las verdaderas causas razones por las que, en violación de los reglamentos y protocolos de actuación, abandonó sin escolta y armamento su unidad militar y se internó en zona de control de la insurgencia en el departamento de El Choco.

Lo más importante del "affairs" del BG Alzate, es la demostración de que hoy existe casi un "Estado de Pronunciamiento" por parte de las alta oficialidad militar colombiana contra su Comandante en Jefe, el presidente Juan Manuel Santos y que, como consecuencia de ello, el Presidente no pareciera estar en plena capacidad de dirigir acertada y efectivamente el proceso de aplicación de los acuerdos de seguridad con la insurgencia sobre temas delicados como la Cesación de Fuego, Acantonamiento Temporal de las Unidades de Combate de la Insurgencia, Conservación y Dejación controlada del Armamento Insurgente, e incluso, el papel político, económico y social de la insurgencia en el posconflicto; todo lo cual hará necesario que en las negociaciones de la Habana, en la cual están ya presente generales miembros de una Subcomisión sobre el Pos-Conflicto, tengan que reforzarse las medidas que ayuden a afirmar la supervisión internacional, amplia y efectiva, "en el terreno" y el involucramiento de otros actores y factores dentro del Estado Colombiano y la Sociedad, con el fin de neutralizar todo intento "in exteremis", del uribismo y sus generales pentagonistas y de estructuras del espionaje estadounidense, que pretendan destruir el difícil y esperanzador proceso de Paz con el cual sueñan hoy la mayoría de los colombianos y las colombianas.



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Yoel Pérez Marcano


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