Como dijimos en nuestro artículo anterior titulado “Por Qué, Repentinamente, EEUUAA Comenzó A Derribar Los Muros Que lo Separaban De Cuba” publicado en Aporrea el 19/01/15; aquí volvemos a repetirlo: “nada de lo que sucede en el mundo debe analizarse aisladamente”. Todo tiene una causa y unas consecuencias; por tanto, no podemos analizar este hecho, de la búsqueda apresurada de la unión de los Colombianos “como el logró de la añorada paz”. No, señor, no seamos ingenuos; esta paz pretextada está, íntimamente relacionada, con el también apresurado y pretextado acercamiento del imperio a Cuba. Todo está cronometrado y sincronizado con los planes del imperio para liquidar a Rusia y a Venezuela, en esta primera etapa, para luego ir contra China ya, supuestamente, fortalecido con los recursos energéticos de los venezolanos.
Ahora, pregunto: ¿qué tiene que ver esta, hipotética, reconciliación de los colombianos con los planes imperiales en Venezuela?; muy sencillo, si no se eliminan las guerrillas en Colombia las fuerzas armadas de nuestro vecino y las enviadas por el imperio no podrían moverse en territorio venezolano porque tendrían a las guerrillas en Bogotá en un santiamén; por tanto, hay que desarmarlas y eliminarlas cuanto antes; y, que mejor pretexto que una apresurada paz en Colombia. Ven ahora cómo se mueve el imperio. Simultáneamente evita que Rusia o China monten bases misilísticas en Cuba y paralelamente eliminan un posible y gran contratiempo que causarían las guerrillas en nuestro vecino País, que de hecho pondría en juego sus planes en contra de Venezuela. Esto supone una intención velada del imperio para tomar, por la fuerza, nuestros recursos energéticos, no demos un paso en falso creyendo que el imperio va antes a agotar todas las formas de acción posibles; tales como: esperar las elecciones, que de hecho van a perder, de diciembre de este año, para la elección de Diputados a la Asamblea Nacional; o crear un ambiente de desordenes violentos que corten apresuradamente el hilo constitucional; o un supuesto magnicidio; o continuar con la guerra económica para que sea el pueblo el que se desilusione y se preste a un golpe de estado; o esperar a que un número de miembros de la Institución armada decidan hacerse con el poder, supuesto, negado y entregar al imperio nuestros recursos petrolíferos. No, definitivamente no, el tiempo de actuar se le ha agotado al imperio, no olvidemos que ellos tienen planificado atacar a Rusia, en esta primavera, supuestamente debilitada por la caída brusca de los precios del petróleo, lo que constituiría un error garrafal, ya que si el imperio ataca a Rusia, en el supuesto, igualmente, negado, de que logre vencerla, China no va a perder la gran oportunidad de atacar, inmediatamente al imperio, que ya estaría muy consumido por su accionar contra Rusia. Pero, tampoco olvidemos, que para llevar a cabo tan gigantesca tarea el imperio requiere, con urgencia, de nuestro petróleo, que constituye, de hecho, una fuente cercana, con una travesía por mar de apenas cinco días de navegación y en una cuantía que sobrepasa, con holgura, sus requerimientos bélicos al igual que domésticos. De la misma manera, el imperio va a requerir de nuestras refinerías funcionando a plena capacidad para obtener la gasolina, de primera mano, que mueva sus aviones, buques y vehículos terrestres; ya que nuestro petróleo es de los denominados ultra pesados y no en todas parte se le puede refinar para conseguir la nafta, gasoil, lubricantes y demás productos que son de utilidad general para llevar a cabo una guerra. Esto nos tiene que conducir a tomar en cuenta que si neutralizamos el funcionamiento de nuestras refinerías, por un tiempo, el requerido como para desbaratar los planes imperiales y contribuir a su derrocamiento, que en el fondo, no sería otra cosa que estar contribuyendo a la salvación del planeta tierra, nuestro hogar, nuestra casa, nuestra morada y de nuestras generaciones venideras.
Estas ideas, si no se implementan a tiempo, caerían en el mismo vacío que los discursos fatuos; debemos comenzar a comprender que nuestra Patria está en inminente peligro; que lo que tenemos para defendernos no es suficiente y que estamos obligados a esforzarnos, aunque sea, para minimizar los daños que nos van a infligir. Ya, al menos sabemos que el grueso del ataque se hará a través de Colombia; no digo la hermana Colombia, porque un hermano no se presta a tan sucio y criminal mandato; también sabemos que este ataque se llevará a cabo en un momento muy cercano, el cual estaría condicionado al requerimiento de nuestros recursos energéticos por parte del imperio, que sería antes de esta primavera; pero que, también, estaría condicionado al logro de la supuesta neutralización de la guerrilla del vecino País; así como del logro del acercamiento necesario a Cuba para evitar la instalación de bases militares Ruso-Chinas en territorio cubano. Aquí en Venezuela tenemos cerca de cinco millones de ciudadanos colombianos, muchos de ellos porque vienen huyendo de la persecución militar y paramilitar de la que han sido objeto; pero muchos están en nuestro territorio porque traen la misión de abrirles el camino a los futuros invasores; pero, en todo caso, en la ocasión de algún conflicto bélico estos van a plegarse a su país de origen, esta es una ley natural que no podemos evitar, pero que estamos obligados a resolver de alguna manera.
Y, por si fuera poco, Colombia acaba de adquirir de Canadá un número considerable de blindados y los ha movido hacia nuestra frontera en la Guajira. El propio Ministro de la Defensa colombiano ha dicho que están dotando a sus Fuerzas Militares con armamento moderno; no olvidemos que ellos tienen cerca de quinientos mil efectivos militares sobre las armas, además del apoyo militar del imperio a través de sus siete bases militares en territorio colombianos. Sería una guerra del más grande imperio sobre la tierra, amparados en supuestos ataques de fuerzas militares colombianas; o dejar que lo haga Colombia con el inmenso apoyo bélico imperial. Ahora, frente a la inminencia de tales ataques, pregunto a nuestra parte interesada, ¿acaso vamos a darle la espalda a esta gran amenaza y vamos a seguir priorizando otras actividades de menor importancia que la pérdida de nuestra Patria?; y, ¿qué le diremos a nuestros héroes independentistas, que acaso no tuvimos la voluntad ni el amor suficiente para defender su legado?.
Independencia y Patria Socialista