Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
http://www.strategic-culture.org
La operación de la OTAN denominada "Atlantic Resolve" (Resolución Atlántica) siguió desarrollándose esta semana con la última llegada de más fuerzas norteamericanas a la región del Báltico. Con el pretexto de defender a la Europa del Este de la "agresión rusa", más de cien tanques Abrams y transportes blindados de personal Bradley entraron en Latvia. El mes pasado, un despliegue motorizado similar de apoyo militar fue desplegado en Estonia, en el pueblo de Narva, con banderas norteamericanas desplegadas por el II Regimiento de Caballería del ejército norteamericano a solo 300 metros de la frontera con Rusia.
Narva se proyecta de manera aguda hacia el este –metafóricamente como una espada—hacia territorio ruso. Está a solo cien kilómetros de San Petersburgo, la segunda ciudad rusa después de Moscú y con una ardiente historia de asalto militar por parte de la Alemania Nazi durante el lapso entre 1941-1944. El asedio a San Petersburgo, antigua Leningrado, causó la muerte de más de un millón de personas, principalmente de hambre antes que la Wehrmacht (fuerzas armadas alemanas) fuera eventualmente expulsada y derrotada por el Ejército Rojo. Vuelvo por más.
De vuelta al presente, el general norteamericano, John O’Conner dijo que el último despliegue en Latvia de tropas norteamericanas "detendría la agresión rusa", agregando con prosa orwelliana: "Se debe luchar por la libertad, la libertad debe ser defendida."
La operación encabezada por Estados Unidos, Atlantic Resolve, ha significado un aumento de la presencia militar norteamericana en los países bálticos y otros países de la Europa Oriental miembros de la OTAN durante el año pasado. Se alega que técnicamente las fuerzas norteamericanas están en misión y por lo tanto no están contraviniendo acuerdos anteriores con Rusia para limitar las fuerzas permanentes de la OTAN en las fronteras rusas. Pero, dejando a un lado la semántica, es difícil no darse cuenta que en efecto, Washington de manera significativa ha aumentado su huella militar en una región geoestratégica sensible en descarada contravención de compromisos otrora firmados con Moscú. Los vuelos de aviones de la OTAN se han cuadruplicado en la región del Báltico durante el año pasado, como también los navíos de guerra de la OTAN en el Mar Negro.
Agitando "la agresión rusa", Washington y los gobiernos derechistas condescendientes de Lituania, Latvia y Estonia se dan licencia para hacer lo que les está prohibido hacer según acuerdos vinculantes tales como el Acta Fundacional OTAN-Rusia firmada durante los años 90 –es decir—no destacar fuerzas militares en las fronteras occidentales de Rusia.
La operación Atlantic Resolve descansa, sobre reclamaciones carentes de fundamento, principalmente por parte de Estados Unidos –propaganda—en el sentido que Rusia es el origen de la agresión, principalmente en Ucrania y el resto de Europa. En los hechos, Rusia no está en Ucrania ni en ningún otro país de Europa.
Semejante inversión de la realidad forma parte de las "operaciones psicológicas" en la ofensiva propagandística encabezada por Estados Unidos.
Las maniobras militares comandadas por Estados Unidos que incluyen ejercicios con munición de guerra y la instalación de misiles Patriot y Cruise, están pautadas para llevarse a efecto en los próximos meses en los países bálticos tales como Polonia, la República Checa, Hungría, Rumania, Bulgaria como también en Ucrania y Georgia en el flanco sur de Rusia. Estos últimos dos revelan la dimensión extra OTAN de la agenda geopolítica de Washington.
El coronel norteamericano, Michael Foster declaró que las venideras maniobras militares a través de Europa "significan que para fines del verano, bien podríamos ver una operación militar que se extienda desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro."
Resulta improbable que este coronel norteamericano entienda la significación histórica de su sobreexcitada vista panorámica militar. Parte del problema es que los norteamericanos y muchos otros occidentales sufren de una insuficiente comprensión histórica. Se encuentran embriagados con la Historia de los Vencedores Occidentales la cual carece de las causas y efectos reales. Se trata de una versión propagandizada de los eventos cronológicos que no menciona las fuerzas causales y que se utiliza para justificar acciones posteriores por parte de las potencias occidentales. Esta visión borracha de la historia explica por qué pareciera que esta se repite.
Cuando no se comprenden las verdaderas causas de los eventos, ¿cómo podrían evitarse las repeticiones? Y eso es justamente lo que les gusta a los gobernantes corporativos occidentales. Su culpabilidad bien oculta a los ojos del público.
Demos un vistazo a la operación Atlantic Resolve dentro de una perspectiva histórica más realista. De este modo, podremos apreciar que esta operación tiene un enfoque y una certera y siniestra relevancia con un desarrollo militar anterior –la Operación Barbarrosa-- la gigantesca invasión de la Unión Soviética por parte de Alemania Nazi en el verano de 1941.
Por otra parte, no se trata de permitirse el sensacionalismo de una analogía superficial. Si examinamos el motivo de las fuerzas ideológicas veremos un consistente flujo continuo.
El asalto no provocado de la Alemania Nazi contra la Unión Soviética en el mes de junio de 1941 fue la mayor invasión jamás lanzada en la historia de la guerra moderna. Esta produjo la muerte de unos treinta millones de rusos a manos de las Waffen-SS y los Einsatzgruppen –escuadrones de la muerte, junto a la hambruna forzada, enfermedades y horribles carencias en las ciudades de San Petersburgo y Volgogrado, antigua Stalingrado.
La operación Barbarrosa, al igual que la Operación Atlantic Resolve, se extendió desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro, con puntos de invasión clave a través de Estonia, Polonia y Ucrania. Y nos preguntamos ¿por qué la violenta arremetida del actual régimen de Kiev contra los pueblos rusos del oriente de Ucrania es considerada tan provocadora por Rusia? Durante la Operación Barbarrosa, regimientos ucranianos sirvieron como auxiliares de las Waffen-SS en el asesinato masivo de millones de ciudadanos ucranianos, rusos, polacos, gitanos, judíos y de otras nacionalidades. Todos ellos fueron considerados "untermenschen", sub humanos que debían ser eliminados por la "excepcional" "raza aria" alemana.
Cuando Adolfo Hitler escribió su infame manifiesto, Mi Lucha el año 1925 postuló la idea que la grandeza imperial de Alemania se realizaría aplastando a la Unión Soviética. La expansión que se buscaba (lebensraum – expansión para la supervivencia) se llevaría a cabo a través de la conquista de las regiones orientales, pobladas – como él decía despectivamente— por "untermenschen eslavos gobernados por judíos bolcheviques."
El odio de Hitler por los judíos solo era comparable con su aversión por la Rusia Comunista. En su opinión, ambas debían ser exterminadas.
La historia convencional occidental tiende a enfocar el antisemitismo de Hitler y su Solución Final dirigida directa y principalmente contra los judíos. La verdad es que Hitler y la Alemania Nazi estaban igualmente obsesionados por destruir a la Rusia Soviética. Esta obsesión por la Rusia Soviética fue íntimamente compartida por los círculos dominantes occidentales durante los años que precedieron a la II Guerra Mundial.
En el año 1918 a finales de la I Guerra Mundial, que a pesar de todos sus horrores y una tasa de muertos de alrededor de 20 millones de personas, el Secretario de Estado, Robert Lansing, se molestó bastante por una cuestión harto diferente cuando escribió que "el Bolchevismo es la cosa más horrible y monstruosa que mente humana alguna haya concebido… peor aun, mucho peor, que la Alemania prusianizada y que significa una mayor y permanente amenaza para la libertad humana."
La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia y la amenaza de una insurrección comunista mundial, representó para los gobernantes occidentales una pesadilla impactante, cosa que era realzada por la crisis del capitalismo en esa época y su pantano de recesión económica, colapso social y el acecho de la Gran Depresión, situación nada diferente a la actual.
El fascismo en Europa, desde Portugal, España, Italia hasta Alemania, fue cortejado por las elites occidentales como un baluarte contra la expansión de los movimientos socialistas inspirados por la Revolución de Octubre en Rusia. La Alemania de Hitler con su pericia industrial era vista particularmente como un régimen favorito de mano dura anti-soviética la cual podía aplastar al creciente movimiento obrero europeo como también era considerada como el rival geopolítico de Rusia por el capitalismo occidental.
Es una cuestión bien sabida que grandes corporaciones norteamericanas desde bancos de Wall Street hasta la Ford y la General Motors invirtieron profusamente en la construcción de la máquina de guerra nazi durante los años del 1930. El Fuhrer también estuvo encubiertamente comprometido con la elite conservadora británica, dirigida por el Primer Ministro, Neville Chamberlain y su Secretario de Relaciones Exteriores, Lord Halifax, quienes le dieron carta blanca para que se expandiera hacia el este. Cuando la Alemania Nazi anexó Austria y al Sudeten checo el año 1938 fue justamente el comienzo del eventual asalto contra la Unión Soviética que los gobernantes occidentales estaban calladamente fomentando. (Véase The Chamberlain-Hitler Collusion de Alvin Finkler y Clement Leibovitz).
Cuando se lanzó la Operación Barbarrosa durante el verano de 1941 --la más grande invasión militar de la historia-- fue de ese modo en cumplimiento de una agenda estratégica cuidadosamente mantenida con el objeto de aplastar a Rusia como rival geopolítico, no solo para Alemania sino también para las potencias occidentales, las cuales de manera encubierta había contribuido a la construcción de la maquinaria de guerra alemana.
Una singularidad en la matriz histórica encontró a los gobiernos occidentales yendo a la guerra contra lo Alemania Nazi debido a sus propios intereses tácticos. Pero el punto revelador es que en cuanto finalizó la II Guerra Mundial, estas mismas potencias occidentales comenzaron a reclutar asesinos y agentes nazis de inteligencia para que contribuyeran en la Guerra Fría contra la Unión Soviética. Ucrania y los países bálticos resultaron una vez más factor fundamental en el subterfugio de post guerra contra Rusia, tal como lo habían sido durante la Operación Barbarrosa, solo que esta vez fueron reclutados por la CIA, el MI6 y la OTAN bajo la dirección de Estados Unidos, formada el año 1949.
Puede que hoy en día Rusia no profese el bolchevismo como ideología del estado. Tampoco estamos tratando aquí de pronosticar que las actuales maniobras de la OTAN encabezada por Estados Unidos en las cercanías del territorio de Rusia vayan a provocar un ataque militar total. Eso está un tanto aparte del asunto principal. El punto es que Rusia todavía se presenta como un rival problemático para la hegemonía occidental y norteamericana. Moscú bajo el régimen de Vladimir Putin es considerado como un obstáculo para la dominación capitalista encabezada por Estados Unidos tanto en Asia como en el resto del mundo. La imperturbable insistencia de Rusia de regirse según el derecho internacional, resulta irritante para la "excepcional" petulancia de Washington de emplear la fuerza militar cuando quiera y donde quiera para reafirmar su presunta hegemonía global. El apoyo popular internacional para Putin como respetable estadista mundial, junto a un extenso desdén por los gobernantes norteamericanos, es también otra fuente de disgusto para Washington. Es en este contexto donde deberíamos evaluar la hostilidad que conduce Estados Unidos contra Rusia y las latentes señales bélicas que emanan de la Operación Atlantic Resolve.
Las resonancias históricas sobre el siglo pasado son las mismas. La Operación Barbarrosa y la Operación Atlantic Resolve son parte de la misma continuidad de la agresión occidental contra Rusia. Rusia está considerada como una fuerza de contrapeso a la hegemonía occidental, y por lo tanto debe ser erradicada. Para Rusia, el amenazante encercamiento militar de la Operación Atlantic Resolve tiene una profunda y mala resonancia con el pasado y por muy buenas razones.
La Operación Barbarrosa –de hace solo 74 años—está marcada en la consciencia rusa a través de un inconmensurable sufrimiento humano. Rusia estuvo entonces al borde de la aniquilación y se salvó solamente por el heroico sacrificio de millones de sus habitantes. Ningún país permitiría jamás que semejante peligro ocurriera de nuevo.
Occidente jamás en la historia ha sufrido en la profundidad que ha sufrido el pueblo ruso, y por lo tanto, muchos en el Occidente, especialmente las consentidas elites gobernantes, no tienen idea cuan resueltos son los rusos cuando se trata de defender su patria. La ciudad natal de Vladimir Putin es San Petersburgo, ciudad donde murió un millón de personas a raíz del asedio nazi.
Cuando los líderes occidentales hablan incesantemente acerca de "defender la libertad" y con elocuencia muy poco sincera tratan de escarnecer a los rusos tildándolos de "paranoicos", su espantosa y borracha ignorancia de la historia es una razón más para estar alarmados.
Nota.- Sus comentarios y opiniones acerca de este artículo serán bienvenidos en