Finiquito y ruptura de Syriza: de la imposibilidad para asumir una política anticapitalista

"…la radicalidad se define en términos de coyuntura y no abstractamente."

 Stathis Kouvelakis

Ante el finiquito y ruptura de Syriza, la frase de Alexis Tsipras es de ocasión, un lugar común ajeno a toda ética de la responsabilidad política:

"Tenemos la convicción de que todo va a empezar un curso normal"

Topado con el hecho real de que Syriza no tiene mandato popular para asumir el tutelaje de la troika y su programa de austeridad (privatizaciones de los activos del Estado, programa inaceptable del pago de la deuda incobrable, aumento del IVA, cercenamiento de las pensiones); el apoyo parlamentario de la derecha al paquete de ajustes impuesto por la dictadura de las finanzas, pero sobre; pero sobre todo por la fractura de Syriza y la perdida de la mayoría parlamentaria: Tsipras mueve sus piezas, para deslastrarse de la izquierda, y finiquitar la ruptura de Syriza:

Capturada Syriza por el realismo político de Alexis Tsipras y del europeísmo de izquierda, se impone el análisis de la política que significa la imposibilidad real de configurar una alternativa democrática y anticapitalista, que defina y posicione los horizontes de cambios que dinamizan las luchas del pueblo griego: la capitulación, ante la dictadura de las finanzas, exige delimitar porque una perspectiva política determinada fracasa en dar cuenta, en una coyuntura determinada, de la estrategia del poder imperial.

Después de todo, el realismo político en cuestión, "No creemos en el acuerdo, pero no había otra opción...Hemos elegido un compromiso que nos obliga a poner en práctica un programa en el que no creemos, y vamos a ponerlo en práctica porque las alternativas son difíciles", tiene pleno sentido en el esquema de las dos derechas neoliberales: la conservadora; y la socialdemócrata, a que da lugar la "Tercera Vía" de Clinton, Blair, Mitterand y Fernando Cardozo.

Quizás carezca de pertinencia demostrar que los términos del acuerdo, pactados por el gobierno de Tsipras, enfatizan que la deuda griega más que impagable es incobrable, y que las políticas de austeridad como los recurrentes procesos de privatización, delimitan lo que ya sabemos: miseria, explotación, desempleo y exclusión. Efectivamente, no hay lugar para lamentarse y denunciar que simplemente la cuestión es un arreglo impuesto por la dictadura de las finanzas, porque no había otra solución factible, salvo el caos y la catástrofe.

Si estamos ante el resultado coherente de una política pragmática, que para su puesta en práctica depende de la comprensión y benevolencia de los gestores del capital global, de ningún modo se trata de una traición: sino de la consecuencia lógica de la propuesta política que asume, "salvar el capitalismo de sus propios excesos, ofrecerles a los griegos un plan que funcionara para ellos y al mismo tiempo poder devolver parte del dinero a Europa occidental".

Ante la rudeza de la dictadura de las finanzas, ha sido vano el intento pragmático de asegurar, lo que todos sabían era imposible: "un compromiso honorable", con base de "argumentos económicos racionales". La debacle de Syriza es el desenlace de la socialdemocracia moderada de Tsipras-Varoufakis que cree posible el retorno del Estado de bienestar, en tiempos del capital global y de crisis estructural del capitalismo tardío.

Quizás tal debacle, para ser comprensibles, amerite un ajuste de cuentas con un envite que la integra y la supera: la salvación del capitalismo que defienden Varoufakis y una amplia como difusa familia de economistas y políticos neo-keynesianos. Y no estamos ante una novedad, sino ante el límite recurrente y auto-impuesto de los viejos y nuevos pragmatismo, que optan, invariablemente, "por lo que es realmente posible", en términos de lo que el capital permite o tolera.

Es evidente que el pico alto de las luchas democráticas y anticapitalista, después del referendo, experimenta un duro revés:

La capitulación de Syriza pareciese indicar la imposibilidad de "un salto de calidad" en Europa. No obstante, lo que está demostrado es la insuficiencia del realismo político neo-keynesiano. El dogma de Stiglitz, Krugman, Varoufakis y demás está imposibilitado para asumir y desarrollar el más recatado y moderado proyecto político anti-neoliberal, dada su extrema negación de visualizar políticas alternativas que desaten procesos de ruptura con la institucionalidad europea impuesta por el poder del capital.

No se puede, de ningún modo, ignorar la tesis política de que los nuevos fascismos son más peligrosos que los clásicos o tradicionales; obviarla significa negar un dato real de estos tiempos: la escala y dimensión de la ofensiva estratégica del poder del capital, el contenido político-ideológico de la dominación imperial, y la guerra económica global.

Declarada la convocatoria del referendo, el Banco Central Europeo recrudece la suspensión de la liquidez financiera de Grecia y hace efectivo el cierre de los bancos. Tal instrumento de la política del miedo al miedo, constituye el pulso que consolida los viejos temores de la derecha de Syriza, y dinamiza las fuerzas políticas de la derecha griega en su conjunto: la aceptación de la dictadura de las finanzas, se consolida como lo viable y lo único imaginable mediante el disfraz que hace posible el pretexto de evitar el surgimiento, si se adopta el deslinde con el tutelaje de la troika, de los nacionalismos y el regreso del fascismo.

El costo de permanecer en la eurozona, en tanto la única posibilidad de continuar siendo europeo, se consolida con base de dejar en las sombras la eficacia de las nuevas modalidades fascistas y el odio a la democracia que emblematiza la tecnocracia del Banco Central de Europa, y el poder del talante de Ángela Merkel, que estable la definición de la identidad de Europa, en una referencia directa a la posible exclusión de Grecia de la Unión Europa, como sigue:

"Un buen europeo no es aquel que busca un acuerdo a cualquier precio".

Y no podemos obviar el lenguaje típicamente fascista de Jean-Claude Juncker (presidente de la Comisión Europea):

"Estoy feliz por el memorando aceptado por el gobierno griego, alivia inmediatamente el sufrimiento de su pueblo, y nos quita una preocupación que angustia"

No obstante: es una absoluta ilusión pretender que el referéndum no tuvo lugar; que el pico alto de las luchas del pueblo griego no es efectivo, y que empuja hacia la izquierda. El naufragio es de la política que otorga supervivencia a los neo-keynesianos y europeístas de izquierda.

El referendo y la debacle de Syriza constituyen el inicio de un nuevo ciclo que afirma un conjunto de condiciones de posibilidad, para avanzar en el proceso de reconfiguración de la izquierda anticapitalista europea: demostrada ya, y suficientemente, que la zona euro significa un límite cero que debe ser superado, en tanto elemento clave de la política de la elite imperial. La hipótesis de Varoufakis de "ganar ganar" (el inefable win-win), todos ganamos al mismo tiempo y nadie pierde (la dictadura de las finanzas y el pueblo griego, la lógica del capital y la lógica del poder del pueblo), ha perdido todo su encanto.

Tal fantasía implosiona.

Al margen de las vicisitudes e inconsistencias de la teoría del juego en política, de tal pretensión infortunada que vanamente intenta desplazar la lucha de clases, los agentes sociales e institucionales de la Unión Europea están reglamentados por la lógica del capital global, y si se prefiere por el modelo de acumulación capitalista financiarizado.

"No se trata de maldad, ni de mala formación económica, ni nada por el estilo. Y el hecho de que el conflicto sea tan brutal y violento, refleja la brutalidad del tipo de competición que se da a nivel mundial."

El realismo político que avala la capitulación ante la dictadura de las finanzas, más que una visión equívoca del presente, es una visión errática de lo que viene: la familia neo-keynesiana y pragmática supone que los acuerdos impuestos por la troika posibilitan un margen estrecho de maniobras y esperanzas, que el euro gozará de buena de salud, que la institucionalidad de la Unión Europea se democratiza, y que la Unión Europea superara su crisis de identidad. Esa es la propia cuestión que está en juego:

"Esta ideología que es ahora compartida por la mayoría de las fuerzas de la izquierda radical europea…está en la raíz del problema, y la derrota que estamos sufriendo en Grecia tiene que ver con el fracaso de esta estrategia. Estamos pagando el precio de internalizar esta ideología del europeísmo de izquierda… debe ser considerado como un síntoma de una más profunda derrota ideológica de la izquierda..."

La capitulación de Syriza es el fracaso del modelo actual de integración europea, y de las limitaciones de la izquierda que apela al "núcleo emancipatorio del legado occidental", pero que no asume como el conjunto de los aparatos estatales están subordinados a un entramado de poder económico y militar que asegura el desempeño y supervivencia del capitalismo tardío.

Se impone, si la izquierda radical es la cuestión:

Deslindarse de la receta de Tsipras y demás europeístas de izquierda, que sostienen la idea de que "el chantaje no es parte de la tradición de la UE, su tradición es la de la solidaridad y la democracia".

Establecer un proceso de ruptura radical con la hegemonía real y efectiva del neoliberalismo y el recetario de la austeridad y afirmar una alternativa de emancipación.

La política de izquierda radical que no eluda la posibilidad real de ruptura con la zona del euro, y se soporte en la unidad de Europa con base del poder de los pueblos, a contrapelo de la Unión que resulta de la contra-revolucion por arriba que avanza y consolida el capital global. Reto que Jacques Sapir visualiza como sigue: a la izquierda radical europea "Le ha llegado la hora de la verdad, romper con el modelo actual o se condena a desaparecer".

Advertidos los neo-keynesianos de que, "en algún momento, en algún país, el Euro se rompa", de la posibilidad real que se efectivice la decisión de abandonar la eurozona, no renuncian a su función de salvar el capitalismo y el europeísmo que es afin a la lógica del capital:

"Y si la alternativa son salidas desordenadas e incontroladas, precipitadas por países sometidos a tensiones extremas y a convulsiones políticas, entonces tal vez lo sabio sería preparar un nuevo sistema, un sistema que pueda, llegado el momento, substituir el Euro por un esquema multidivisa más flexible pero todavía controlado. Y no se trata de ninguna idea extravagante.

De lo que se trata es de tener el trabajo hecho, antes de la irrupción del caos."

Lo que obvian los neo-keynesianos, es que el caos y la catástrofe ya está significado por las políticas económicas y financieras que aplica la eurozona; lo que no asumen es el fuerte deterioro de la democracia dinamizado por el impulso de la crisis de representación política, a causa del modelo de gobernabilidad que resulta del poder de organismos supranacionales y del ascenso de los nuevos fascismos.

Lo que Etienne Balibar denomina la "revuelta de los ciudadanos" contra la dictadura de las finanzas, ha concluido, en la coyuntura, con un punto de inflexión. Empero, está acicateada, permanentemente, por procesos de alto contenido anti-democrático y de generación creciente de nuevas y viejas desigualdades. Y se impone decir, que también por la debacle de las fantasías, y capitulaciones del realismo político neo-keynesiano.

Quizás estemos asistiendo a la crisis del largo proceso del colapso ideológico de la izquierda europea, proceso que se inicia con el Programa de Gotha, que es re-articulado por Keynes y redimensionado por el eurocomunismo y el izquierdismo europeísta, como por el marxismo manualesco. Existen numerosos indicios que apuntan hacia la emergencia, en Europa, de un fuerte movimiento anticapitalista y democrático.

Y quizás en el despertar de los pueblos de Europa ya concluye el ciclo de las meras revueltas, y se inicia el procedimiento de verdad que constituye la fuente y motor de las revoluciones. Las revueltas contra capital, a escala mundial:

"…tienen en común el hecho de que sublevan a una gran cantidad de personas con la cuestión de que las cosas, tal como están, hay que considerarlas como inaceptables".

Y ese proceso, es extraño a las vicisitudes, quimeras y derrotas del realismo y pragmatismo neo-keynesiano. La ética de la responsabilidad política de la izquierda radical, la organización y movilización política de los puebles se decide en otro lugar.



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Francisco Cedeño Lugo


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