En medio de una peligrosa crisis política y moral, la República de Guatemala realizó en el lapso de pocas semanas, sus elecciones para los gobiernos municipales, el Congreso Nacional, la primera fase de los comicios presidenciales y, finalmente, la segunda vuelta para la elección del titular de la Presidencia de la República para el período 2016-2021, sin que se haya resuelto ni tenga visos de resolverse tal crisis, muy a pesar de los discursos edulcurantes del sector triunfante y beneficiario de la futura presidencia de ese país de Centroamérica, quienes parecieran pretender resolver con materiales de construcción, títulos agrarios precarios, beneficios laborales deficitarios y reformas gatopardinas del Estado, una crisis que se puede ubicar en el Sistema colonial-etnocida impuesto por la Corona Española, continuó con el nacimiento de 1.826 de la República y que se ha mantenido casi inalterable, salvo el noble intento del presidente Jacobo Arbenz (1.951-1.954; frustrado por las maquinaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, la bananera United Fruit y sus agentes golpistas del General Castillo Armas.
Y es que las crisis ni se decretan ni se resuelven con medidas demagógicas de corto y mediano plazo porque, en la esencia de una crisis política y moral de un Estado está el agotamiento de las bases de la legitimidad de los órganos de Poder y de las élites que los controlan, la pérdida de eficacia de los medios de representación de la sociedad y de interlocución frente al Estado, la incapacidad del sistema económica para atender las necesidades de desarrollo del país y el reparto social y territorial de la riqueza nacional y, lo que es especialmente relevante en la Guatemala de hoy, la descomposición moral de las elites y del aparato funcionarial que han pérdido la hegemonía moral frente a la sociedad que representan y gobiernan y la no existencia de medios dentro del "Estado de Derecho" que hagan posible que el descontento popular pueda ser canalizado por una vía constitucional y democrática que exprese la pluralidad nacional y siente las bases para la reconstrucción de la bases fundamentales del renovado Estado que debvería surgir de la presente crisis.
La prisión y condena en Estados Unidos por lavado de activos del ex-presidente Alfonso Portillo, la acusación de homicidio del proyecto golpista contra el presidente Alvaro Colon y las recientes renuncias-destituciones de la Vicepresidenta Roxana Baldetti y el Presidente Otto Pérez Molina, no representan la crisis en si misma sino las consecuencias de una crisis del Estado y la Sociedad guatemalteca que se ha venido desarrollando a lo largo de su historia colonial y republicana, la cual no fue resuelta con las luchas por la Independencia de comienzos del siglo XVIII, ni con el plan de Reformas de Jacobo Arbenz ni mucho menos, con la genocida guerra desarrollada por el ejército Kaibil de Mejia Victores, Rios Mont y su Jefe de Inteligencia Militar, Otto Pérez Molina, por cuanto tal crisis lo hizo fue profundizar con los juicios a los miembros de la trama de corrupción de gobernantes y empresartios, conocida como "La Línea", abriendo una fisura tectónica aún mayor, delibilitado aún mas el endeble tejido social y aumentando las distancia entre la minoritaria oligarquía política y económica del país y las mayoritaria masas de trabajadores subpagados, campesinos sin tierras e indígenas marginados, expulsados con la emigración laboral, como único medio de salvarse de la penuria material.
La elección de un "cómico" mediático como Jimmy Morales en la Presidencia de la República, sostenido por un partido marcadamente creado y sostenido por una fracción de la logia militar-burguesa que controla los hilos efectivos del Poder en Guatemala, tiene visos de conducir al país a un "callejón sin salida" porque el president electo no es un "outsider" con calificadas y probadas condiciones de liderazgos social y político y experiencia pública o privada, sino que se trata de un producto de marketinn político, que lo promovió en los medios para conseguir un posicionamiento mediático y lo orientó una Hoja Académica de Licenciado en Administración de Negocios y una Maestria en Seguridad Nacional, que ninguna relación tiene con su oficio de "cómico", la cual le serviría,como le está sirviendo hoy, como base de una "formación intelectual" suficiente para aspirar a ser candidato presidencial de un partido de la derecha militar-burguesa, como lo es el Frente de Convergencia Nacional, FCN, y servir de preparación para la futura carrera política o, como sucedió sin desearlo, "Plan B", de la cofradia militay-burguesa, para llenar el vacio dejado por las opciones oficialista que levantó el Partido Patriota frente a su derrotado rival del cuestionado oportunista Varizon y la candidate derrotada del UNE, Sandra Torres.
Dos parecen ser las opciones que el recien electo Presidente Jimmy Morales tiene para intentar renovar las bases del Sistema politico nacional, controlasr la conflictividad social de una país con una terriblemente injusta distribución de la riqueza y con gran exclusion étnica y social y responder a los amagos extraconstitucionales de fracciones de la logia militar guatemalteca asociadas al genocida Rios Mont y a su Jefe de Inteligencia Otto Pérez Molina: construir un Pacto de Elites para la Gobernabilidad a partir de la nueva composición del Congreso Nacional, lo que llevaría a hacer concesiones a sectores antagónicos y en lucha abierta por mantener sus espacios de Poder o; designar por decreto a una Comisión Constitucional de la Nación que redacte proyectos puntuales de reformas al Sistema electoral, al Sistema judicial y los derechos sociales a la cual sean convocados sectores exteriores a sus aliados dominantes de la logia militar-burguesa ubicados en el centrismo de de la candidata derrotada Sandra Torres y su partido Unión por la Nueva Esperanza, UNE, y los sectores académicos e intelectuales, para realizar un proceso constituyente supeditado a la aprobación del pueblo, lo cual le daría un espacio de apoyo social y político y le ganaría simpatias y alianzas regionales y extraregionales, sin romper la vieja camisa de fuerza impuesta por el imperialismo y sus empresas bananeras desde los años 50’s del pasado siglo XX, luego del derrocamiento del Presidente Jacobo Arbenz. Fuera de esas opciones, solo puede haber tensiones, conflictos y posiblemente, intentos antidemocráticos.