Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
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En un absurdo divorciado de la realidad, las autoridades brasileñas están tratando de mantener una imagen "políticamente correcta" durante las olimpíadas de Rio de Janeiro en tanto que todos los juegos están imbuidos de la desagradable política de la Guerra Fría.
Por "políticamente correcta" queremos decir una aparente ausencia de política. Pero esa ausencia es parcial, unilateral y falsa y la medida forzada es en sí misma un acto eminentemente político.
Los organizadores de las olimpíadas brasileñas sostienen que está en contra de la Carta Estatutaria del Comité Olímpico Internacional, permitir cualquier forma de expresión política dentro de las sedes deportivas. Y así, ellos alegan que va en el interés del decoro y la decencia pública, las sedes olímpicas deben mantenerse "libres de política" con el objeto de no incomodar a otros espectadores o a las audiencias de la televisión global.
De tal modo, se informa que aficionados deportivos han sido expulsados de los estadios por escuadrones de corpulentos policías ante el menor asomo de disturbio. Algunos espectadores
http://www.telegraph.co.uk/olypimpics/2016/08/08/rio-olympics-organisers-back-police-crackdown-on-protesters/ han sido obligados a salir de los estadios por atreverse a gritar "Fora Temer" expresión en portugués dirigida al presidente interino Michel Temer exigiéndole que renuncie al cargo.
Incluso algunos aficionados han sido expulsados por sostener en silencio pancartas escritas exhibiendo la misma consigna o sentándose ingeniosamente en fila vistiendo camisetas cada una con una letra individual denotando la consigna de protesta.
Pero, alto por un momento. Todos los juegos olímpicos del 2016 en Rio de Janeiro están siendo realizados en medio de un espectacular fondo de siniestra política.
La presidenta elegida de Brasil, Dilma Rousseff, fue suspendida de su cargo el pasado mes de mayo luego que opositores parlamentarios de derecha la acusaron de prácticas contables ilegales. Ella niega las acusaciones sosteniendo que las medidas presupuestarias que ella tomó eran legales y que ella está siendo expulsada del cargo ilegalmente, lo cual desautoriza a los más de 54 millones de electores. Durante la semana de inauguración de los juegos el senado brasileño votó continuar con la acusación constitucional contra Dilma Rousseff.
Los seguidores izquierdistas de Rousseff del Partido de los Trabajadores sostienen que ella fue suspendida por un golpe parlamentario. Michel Temer, vicepresidente de la coalición derechista desde entonces asumió su cargo como presidente interino del país. A Temer se le acusa de orquestar un golpe de facto. También está estrechamente alineado con la agenda anti izquierdista de Washington en América Latina la cual apunta contra Venezuela, Bolivia, Chile, Nicaragua y Cuba, entre otros.
Durante la ceremonia de inauguración de la Olimpíada, Temer fue ampliamente abucheado por los brasileños y aparentemente tuvo que acortar su discurso.
Antes de la inauguración, el desfile con la Antorcha Olímpica fue interrumpido por furiosas protestas callejeras, con la muchedumbre quejándose por el alto costo para mantener los juegos en medio de la adversidad económica para millones de brasileños. Se calcula que el costo de los juegos de Rio de Janeiro es de tres mil millones de dólares. La policía anti motín disparó balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes y poder entrar con la Antorcha Olímpica al estadio.
La baja venta de entradas indica que para la mayoría de los brasileños los juegos olímpicos son inalcanzables con el precio de las entradas individuales, (entre 100 y 350 dólares) equivalentes a medio mes de salario mensual para muchos trabajadores brasileños.
Dada la absurda desconexión entre la extravagancia deportiva y la creciente adversidad económica para la población, en combinación con la amplia percepción de que Temer y sus seguidores de derecha han usurpado a una presidenta elegida, no hay duda alguna en que los brasileños tienen mucho por qué protestar. Y resulta especialmente mortificante que los susodichos usurpadores del poder del estado estén ahora invocando la corrección política en el "espíritu de los juegos" con el propósito de reprimir cualquier forma de disensión –en nombre de "mantener la política fuera del deporte."
Los seguidores de Dilma Rousseff sostienen que –y con buena razón—el derecho democrático de realizar pacíficas manifestaciones está siendo sencillamente aplastado bajo el encubrimiento de una supuesta ética olímpica.
Lo absurdo está siendo remarcado por el superior fondo político de los juegos que están siendo rehenes de una renovada y forzada agenda de Guerra Fría contra Rusia.
La prohibición de participar en los juegos olímpicos para unos cien atletas rusos acusados de dopaje, denota la sospecha que la política está siendo introducida en el evento deportivo más importante del mundo.
A Rusia se le permitió en el último momento enviar un equipo nacional luego que el Comité Olímpico Internacional, COI determinó que las acusaciones contra atletas individuales no justificaban una prohibición colectiva. Pero las acusaciones mismas fueron controversiales ya que estas se basan en informes de prensa occidental y en la Agencia Internacional Anti Dopaje (WADA sigla en inglés) que está dominada por Occidente. Esta última repitió muchas de sus acusaciones sobre aquellas de supuestos informantes rusos quienes talvez si o talvez no, estarían buscando alguna recompensa personal.
Las tendenciosas acusaciones presentadas por WADA y asumidas por la prensa occidental con gusto, es que el supuesto dopaje ruso es "patrocinado por el gobierno".
Sin embargo, las autoridades rusas no fueron consultadas ni se les dio una oportunidad sincera para que refutaran las acusaciones. Las acusaciones fueron sencillamente un artículo de fe y manejadas por una agenda política occidental con el objeto de aislar a Rusia al igual que en otras áreas de las relaciones internacionales durante los últimos dos años, incluyendo el derribamiento del avión de pasajeros malayo sobre Ucrania oriental en el mes de julio del 2014. Nadie aún conoce la causa de esa tragedia, pero los medios de prensa occidentales han tratado de culpar a Rusia sin ninguna prueba, tal como lo hacen actualmente con el "dopaje patrocinado por el gobierno".
De tal modo, los juegos olímpicos del 2016 se están realizando dentro de una tóxica atmósfera geopolítica que huele a la vieja Guerra Fría entre Occidente y la Unión Soviética.
El ex astro de la natación olímpica rusa, Vladimir Salnikov, durante una entrevista señaló
http://www.reuters.com/article/us-olympics-rio-swimming-russia-exclusive-idUSKCN10K260
a la agencia de noticias Reuters que los juegos olímpicos de Rio de Janeiro recuerdan a la Guerra Fría durante los años 80 cuando Estados Unidos y la Unión Soviética boicotearon el evento de cada uno.
"Creo que la atmósfera es sumamente extraña" dijo Salnikov, quien se encuentra en Rio de Janeiro como presidente de la Federación Rusa de Natación.
Salnikov, que ganó cuatro medallas de oro durante los años 80 indicó que era lamentable que los atletas rusos estén expuestos a tales actitudes hostiles de parte de algunos espectadores como también de competidores sobre la base de acusaciones de dopaje.
En particular se refirió a los desagradables comentarios públicos hechos por la nadadora norteamericana Lilly King quien obtuvo una medalla de oro esta semana en los 100 metros mariposa para damas. King dijo que su rival rusa Yulia Efimova, que llegó segunda y ganó una medalla de plata, no se le debió permitir participar debido que ella anteriormente fue suspendida por tomar drogas para aumentar el rendimiento. Desde entonces Efimova fue exonerada y autorizada por la Corte Internacional de Arbitraje para el Deporte para participar en los juegos olímpicos de Rio de Janeiro.
Salnikov comentó que "Efimova está atravesando por un muy grave y dura prueba, inmersa en una atmósfera de desconfianza e incertidumbre. Yo creo que ella ha demostrado una gran fortaleza de carácter, resistencia y dedicación –por lo tanto yo creo que mereció su medalla. Ella está transitando por una temporada muy dura y estoy seguro de ella ha estado a la altura".
Aparentemente, la nadadora rusa no pudo dormir durante las dos semanas anteriores a las olimpíadas debido a la tensión que le causó el escándalo del dopaje.
Presumiblemente toda la delegación rusa compuesta por 270 atletas, un 70 por ciento del equipo completo, el más pequeño en décadas, ha sido afectada de la misma manera por la atmósfera política que ha sido impuesta sobre su desempeño en Rio de Janeiro en lo que debió ser el pináculo de sus carreras deportivas.
El asunto es que Rusia ha sido injustamente satanizada a través de acusaciones de dopaje que han sido agitadas sobre dudosas bases por la prensa occidental al servicio de una agenda geopolítica –la misma chabacana agenda que ha sido desplegada sobre Ucrania, Siria, la seguridad de Europa, las sanciones comerciales, etc., etc.
De este modo, las olimpíadas de Rio de Janeiro han sido convertidas en un juego moral anti ruso que persigue un bajo objetivo politizado.
La pesada represión de las legítimas manifestaciones brasileñas contra un anti constitucional y posible presidente impostor en nombre de "mantener la política fuera del deporte" está siendo absurdamente dirigida en medio del espectáculo internacional de subvertir los mismos juegos olímpicos y convertirlos en un evento anti Rusia.
Como el pan y circo de la antigua Roma, se espera que nosotros creamos que los "grandes y los buenos" están de manera noble entreteniendo a las masas con espectáculos deportivos –a través de un evento que ha sido profusamente contaminado por una tóxica política.
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