Algunas voces desesperadas auguran escenarios "apocalípticos" después del anuncio hecho por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos de elevar a "nivel 3" la alerta de un ataque nuclear, por las supuestas "amenazas"de Rusia*. Cabe destacar que el denominado DEFCON (Estado de Defensa) es un sistema de alertas utilizado por el ejército estadounidense para indicar el riesgo de una guerra nuclear, que cuenta con cinco niveles de alerta, el de menor riesgo se clasifica con DEFCON 5 (nivel 5), y el más grave con el DEFCON 1 (nivel 1). El DEFCON 3 significa que el ejército estadounidense está preparado para movilizarse en sólo 15 minutos. Todo un verdadero show apocalíptico que han sabido explotar los mercaderes religiosos para vender terrenos en el paraíso de los corderos.
Desde la irrupción de la crisis capitalista mundial reconocida en 2008 y el resurgir de Rusia y China como nuevas potencias mundiales que disputan espacios económicos y geopolíticos al decadente imperialismo estadounidense, las contradicciones, los antagonismos inter-capitalistas y entre los Estados, así como las amenazas de guerra se han puesto a flor de piel. No obstante, muchos parecen haber olvidado las lecciones del pasado no tan lejano, de antes de 1991, sobre todo aquella de la razón del equilibrio que resultaba de la lucha de las fuerzas contrarias entre los bloques capitalistas y comunistas. Con la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (La URSS), la humanidad perdió el equilibrio, y entró en una fase oscura anti-dialéctica, en otras palabras, en una fase anti natura en donde el imperio vencedor impuso con arrogancia su hegemonía; el pensamiento único y el caos neoliberal al resto de los países del mundo. Los soviéticos contaban con una fuerza militar-nuclear impresionante y ocupaban un espacio gigantesco en el mapa mundial que obligaba a EE.UU. y sus vasallos a limitar sus ansias depredadoras y belicistas.
La mayoría de los responsables políticos estaban conscientes que la guerra fría nunca iba a desembocar en un invierno nuclear porque, sencillamente, ese paso habría significado el fin de toda la humanidad, sin vencedores ni vencidos. Los capitalistas occidentales entendían que la guerra nuclear entre Estados Unidos y la URSS no era negocio rentable. No habría lucro posible. Tan solo 100 bombas de las más de 25 mil bombas atómicas contabilizadas y que de paso cuentan con un poder destructivo superior a las utilizadas por Estados Unidos en 1945 contra las poblaciones civiles japonesas de Hiroshima y Nagasaki, acabarían con toda la humanidad. Ese límite lo entendían todos los actores del pasado, aunque durante el pulso de las fuerzas antagónicas se llegaron a extremos apocalípticos en varias ocasiones. La más conocida fue en 1962 con la conocida crisis de los misiles.
Con el fin de la guerra fría entre los bloques ideológicamente antagónicos de poderes mundiales, los neoliberales vencedores se quitaron las máscaras de "demócratas" y "libertarios" pasando a la ofensiva directa contra toda la clase trabajadora mundial. En 1991 había dejado de existir la Unión de Estados Socialistas que, pese de todos sus errores, se identificaba y defendía los intereses la clase trabajadora, el proletariado, y obligaba a los los capitalistas occidentales a disfrazarse de corderos con políticas sociales, a través del "Estado de bienestar social" que hoy ha sido desmontado.
El premio Nobel de la Paz de los Sepulcros, Barack Obama, saldrá muy pronto de la casa blanca con una nueva "medalla al honor" por haber arrastrado a la humanidad al borde de una guerra nuclear en tres ocasiones: en 2009 contra la República Islámica de Irán, más recientemente contra la R.D. de Corea y la Federación Rusa. Los poderes de Estados Unidos vuelven a desempolvar el viejo formato de la "amenaza rusa" y la "amenaza china" como excusa para distraer a sus aliados, y en especial al pueblo estadounidense, por la gran debacle que enfrenta su economía. Pero así como sucedió en el pasado, la fuerza y determinación de esos países amenazados marcaron los límites a los bárbaros imperiales. La arrogancia de occidente nunca podrá transgredir sus fronteras porque entienden, así como entendieron en el pasado, que ese día sería el fin de todos. La guerra nuclear no es un negocio del que alguien pueda lucrarse.
Sin embargo, el escenario apocalíptico se está gestando en otro espacio, directamente contra la clase trabajadora mundial.
Un artículo publicado recientemente por la BBC titulado "Qué es la cuarta revolución industrial y por qué debería preocuparnos"** describe perfectamente el escenario apocalíptico que enfrentará en los próximos años la clase trabajadora de todo el mundo. Dice el escrito:
"La primera revolución industrial permitió pasar a la producción mecanizada, gracias a novedades como el motor a vapor. Para la tercera hubo que esperar a mediados del siglo XX, con la llegada de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones. Ahora, el cuarto giro trae consigo una tendencia a la automatización total de la manufactura - producción a una total independencia de la mano de obra humana.
La automatización corre por cuenta de sistemas ciberfísicos, hechos posibles por el internet de la cosas y el cloud computing o nube.
Los sistemas ciberfísicos, que combinan maquinaria física y tangible con procesos digitales, son capaces de tomar decisiones descentralizadas y de cooperar -entre ellos y con los humanos- mediante el internet de las cosas.
Lo que veremos, dicen los teóricos, es una "fábrica inteligente". Verdaderamente inteligente.
El principio básico es que las empresas podrán crear redes inteligentes que podrán controlarse a sí mismas, a lo largo de toda la cadena de valor.
Los guarismos económicos son impactantes: según calculó la consultora Accenture en 2015, una versión a escala industrial de esta revolución podría agregar US$14,2 billones a la economía mundial en los próximos 15 años.
En el Foro de Davos, en enero de este año, hubo un anticipo de lo que los académicos más entusiastas tienen en la cabeza cuando hablan de Revolución 4.0: nanotecnologías, neurotecnologías, robots, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D serán sus artífices.
Pero serán también los gestores de una de las premisas más controvertidas del cambio: la cuarta revolución podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo en los 15 países más industrializados del mundo".
Otro artículo publicado en 2015 por el diario español El Mundo, titulado "Los robot amenazan su empleo" resalta lo siguiente:
"Se llama Baxter, trabaja en una empresa de control de calidad de bebidas de consumo y en sus ratos libres juega sin descanso al cuatro en raya, para mejorar sus habilidades mentales. Su proceso de formación es constante, su potencial de conflictividad laboral cero y, la mayor ventaja para su empresa, no cobra ningún sueldo ni cotiza a la seguridad social. Porque es un robot.
Un estudio del banco ING-DiBa, con sede en Fráncfort, predice que en solo dos décadas los robots se habrán hecho con 18 millones de empleos en Alemania, aproximadamente la mitad del total. Los enormes avances de la robótica permitirán en la industria que hasta el 59% de los actuales puestos de trabajo sean reemplazados por robots mucho más productivos y rentables que los humanos. Pero no solamente en la industria.
Al otro lado del charco sucede lo mismo. Un estudio realizado en el 2013 por Carl B. Frey y Michael A. Osborne, de la Universidad de Oxford, concluyó que el 47% de los empleos en Estados Unidos podrían ser ocupados por robots en los próximos 10 años. Por no hablar de China, donde esta visión de futuro es ya una realidad. Desde 2013, el gigante asiático es el primer mercado mundial de robots industriales y el triángulo que forman las ciudades de Dongguan, Foshan y Cantón, en el sur, es un referente industrial y tecnológico para todo el planeta. Las empresas chinas compraron 34.000 robots en 2013 y la cifra subió en 2014 hasta las 56.000 unidades"***.
Para alivio de los apocalípticos nucleares, la humanidad debería preocuparse más por los peligros de la "cuarta revolución industrial" que de la "guerra nuclear", aunque nadie puede descartar la posibilidad que algún desquiciado halcón imperial pueda desatarla. La revolución industrial será el negocio en que sí podrán lucrarse los capitalistas, pero ¿Qué harán con las enormes masas de trabajadores desempleados? Enfermedades contagiosas, guerra en la periferia capitalista, fundamentalismos religiosos, neofascismo, etc., son algunas repuestas.
Fuentes:
* Estados Unidos eleva las alertas
http://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/311270/defcon-eleva-alerta-ataque-nuclear-amenaza-rusia
** Qué es la cuarta revolución industrial
http://www.bbc.com/mundo/noticias-37631834
*** Los robots amenazan el empleo
http://www.elmundo.es/economia/2015/05/25/5562033fca47411e408b457f.html