Mientras que el mundo está organizado por sistema regionales que han servido de caparazón frente a intentos de otras naciones y potencias de vulnerar soberanías y/o economías, la América Latina y el Caribe, al contrario, se ha visto plagada de traidores históricos encargados de evitar la cohesión regional, permitiendo así la debilidad frente a enemigos naturales de las soberanías e independencias.
El Bolivarianismo entendía que con la unión de nuestras naciones se podía lograr la fuerza suficiente para crecer y hacer frente a las amenazas externas, por ello en 1826 se lanza la perspectiva de integración en el Congreso Anfictiónico de Panamá, el cual fue truncado tanto por Colombia, Brasil, Argentina y Chile, según ellos, para evitar erróneos mensajes a Europa y el propio Estados Unidos. El escritor nicaragüense Aldo Díaz Lacayo, en su libro "El Congreso anfictiónico. Visión Bolivariana de la América anteriormente española" expresó que dicho Congreso "fue asesinado en su periodo de gestación por casi todos los actores, pero principalmente por el ejecutivo colombiano y por el Gobierno de los Estados Unidos, con quien de hecho se había asociado estratégicamente".
El gen de la traición hacia los intereses de los pueblos latinoamericanos y caribeños continuó y se profundizó por muchos años, no sólo para servir a los fines foráneos, también a los intereses expansionistas como el caso de Brasil. Años después, en 1865, se emprende la Guerra de la Triple Alianza, cuando por pretensiones mezquinas de Argentina, Brasil y Uruguay, Paraguay pierde gran parte de su territorio, asesinándose a la vez a más del 50% de su población. Algo totalmente triste para la historia que se ha intentado escribir con tinta nuestroamericana.
La división y el enfrentamiento entre las Naciones Latinoamericanas y Caribeñas, para mantener la vulnerabilidad debía perpetuarse, y es allí donde se crea la OEA, cuya esencia es divisionista e intervencionista, imponiendo a la vez la confrontación entre sus miembros. La Organización de Estados Americanos fue creada y adecuada para satisfacer intereses hegemónicos de Estados Unidos en la región.
Para dar algunos ejemplos, en los años 50 la OEA aprobó el despliegue de centenares de asesores militares estadounidenses en toda la región y junto a la Casa Blanca organizaron la llamada "Operación Éxito" en Guatemala, que logró derrocar el gobierno de Jacobo Arbenz y sustituirlo por otro gobierno servil a Estados Unidos. En los años 60 la OEA seguía respaldando y callando Golpes de Estado y despliegues de escuadrones para neutralizar a las poblaciones civiles, pero a la vez expulsaba a Cuba y se apoyaba el bloqueo naval por parte de la armada de EEUU.
La esencia de la Organización se mantiene intacta, aunque muchas de sus pretensiones en nuestros tiempos han tenido que ser postergadas, como el aislamiento y el derrocamiento del Gobierno venezolano y otros de índole progresistas.
El intento de neutralización y de golpes a la institucionalidad de la CELAC, la UNASUR y el MERCOSUR son ejemplo de esos vestigios de traición y servilismo que corren por la sangre de la oligarquía entreguista que habita en nuestra región. Debemos preguntarnos ¿Acaso no es Estados Unidos el principal beneficiario del Golpe contra Venezuela en el Mercosur?
En ningún caso en la historia regional la confrontación y la separación han servido a intereses del conjunto de nuestras naciones e intereses, al contrario, nos perjudica.
Ilegalidad en acciones de miembros del Mercosur:
La Canciller Delcy Rodríguez ha sabido explicar y develar el entramado antijurídico detrás de las acusaciones de los demás Cancilleres del Mercosur, cuya única incidencia es meramente mediática y no jurídica. Si se acusa a Venezuela del retardo en la incorporación del país en el acervo normativo del sistema subregional ¿cómo pueden explicar que de las 1.563 normas del Mercosur, Venezuela se ha incorporado en solo 4 años a 1.479? Es decir al 95% de las normas. Todo explica que tal acción solo intenta dañar la institucionalidad de este sistema económico subregional y hacerlo vulnerable frente a intereses extranjeros. La Ministra Rodríguez denunció que la confabulación de algunos países en la Región responden a la imposición de un nuevo Plan Cóndor para mantener el modelo de subordinación y explotación que venía aplicándose en la Región. La historia se repite.
¿Habrá un final del invierno neoliberal impuesto en Brasil y Argentina?
Existen indicios que nos permiten afirmar que el invierno neoliberal acabará pronto y muy mal. Los gobiernos entreguistas de Michael Temer en Brasil y Mauricio Macri en Argentina enfrentan una creciente rebelión popular que nada parece detener. Un milagro económico que luce imposible o la brutal represión no podrán detener a los pueblos que hasta hace poco se vieron representados y reivindicado, en cierta medida, con los gobiernos de Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, y los gobiernos de Nestor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina.
La descomposición de los gobiernos de Temer y Macri es acelerada. Las políticas de recortes de "gastos sociales" -lo que para nosotros es inversión social- está provocando torbellino sociales en esos países. No pasa un sólo día sin manifestaciones y represiones que no cuentan, o apenas comentan los medios transaccionales. La excusa por la que se habían "justificado" esos recortes, esa del "sacrificio producto del desastre dejado por las anteriores administraciones", no detiene el descontento creciente y generalizado. Nadie se cala las mentiras. El empobrecimiento se percibe cada día en las calles de Buenos Aires y Brasilia, Río de Janeiro, entre otras ciudades importantes.
Para colmo, la llegada de un gobierno en Estados Unidos, Donald Trump, que promete "revisará y/o desmantelará los Tratados de Libre Comercio (TLC) con los países del Sur", agrega más incertidumbres y miedos a los gobiernos neoliberales en la región. Lo que hasta hace poco se llamaba restauración neoliberal, está llegando rápidamente a su fin. Se abren nuevas posibilidades para nuestros pueblos.
La historia de traición y entreguismo debe detenerse, la Unión Latinoamericana y Caribeña es una necesidad en sí misma, y por ello los pueblos debemos rechazar cualquier vocero de la histórica traición que ha colocado trabas a la inexorable integración regional, cándido objetivo trazado por nuestro Padre de la Patria Simón Bolívar y continuado por el Comandante Chávez, la historia debe escribirse con tinta Nuestro-americana.