“Esclavo por una parte, servil criado por la otra, es lo primero que nota el último en desatarse”. —Pablo Milanés, “Canción por la unidad latinoamericana”).
Los que vieron el video de la reunión entre los presidentes George W. Bush y Alan García quedaron boquiabiertos porque, por primera vez Bush, quien siempre hace gala de un pensamiento infantil, apareció como un verdadero estadista, calmado y relajado mirando con sonrisa condescendiente al tenso y nervioso nuevo lacayo peruano. García parecía un Herodes moderno, pronunciando frases placenteras para el oído del emperador, traicionando así los intereses de su propio pueblo y hasta de su propio partido, el APRA, fundado por Haya de la Torre. Este postuló en el libro, “El Antimperialismo y el APRA” la necesidad de “crear la resistencia antiimperialista indoamericana y organizarla políticamente para garantía de nuestra independencia y seguro de nuestro progreso. Es misión histórica… señalar realísticamente el camino y dar los primeros pasos, es la tarea histórica del APRA”.
Ahora el alumno preferido de Haya de la Torre solicita al Gran Patrón el derecho de liderazgo alternativo en el continente para crear, junto con México, Chile y Colombia un frente de resistencia contra Venezuela, Bolivia y Cuba que “le conviene a Estados Unidos para evitar propósitos antidemocráticos y otros conceptos económicos se extiendan por América Latina”, según dijo, al puro estilo de “felpudini”. No fue Bush sino Alan García quien habló del “peligro” que representa Hugo Chávez para la paz y estabilidad regional. El presidente norteamericano le contestó calmado: mi “mamá Bárbara quedó muy dolida cuando escuchó decir al venezolano que yo era alcohólico y diablo, pero yo no lo tomé en serio porque soy un político”.
El cinismo de García llegó a su clímax cuando en nombre de los pobres exhortó al gobierno de Estados Unidos a firmar el Tratado de Libre Comercio con el Perú (TLC). Ignorando la experiencia trágica de los mexicanos, que fueron las primeras víctimas del NAFTA firmado con Estados Unidos y Canadá, dijo que un eventual veto de los congresistas norteamericanos a este tratado “sería una grave noticia para los pobres peruanos”. “Las corporaciones norteamericanas llevarán prosperidad a los pobres en la sierra convirtiéndola en la Sierra Exportadora”, igual como hizo la Alianza para el Progreso hace varias décadas”. Olvidó a decir García que tanto la Alianza para el Progreso, como el Instituto Linguístico de Verano fueron expulsados del Perú por el general Velasco Alvarado por sus muchos delitos y por ser dañinos a los intereses nacionales.
Realmente daba vergüenza ajena, pero no es necesario imaginar los ofrecimientos de este nuevo incondicional presidente alfombra. Apenas regresó a Lima después de la última entrevista con Condoleezza Rice, lo primero que hizo fue atacar a Hugo Chávez, sobre todo la emprendió contra el tratado militar entre Venezuela y Bolivia, objetivo del Gran Patrón en estos momentos.
Copiando la editorial del ultra conservador diario chileno, El Mercurio, dijo que “el apoyo de Venezuela a Bolivia en el campo militar es de mayor gravedad y preocupa enormemente a los países vecinos’.
Ese mismo día, el presidente argentino Néstor Kirchner dijo todo lo contrario sobre dicho acuerdo.
Felizmente, para Latinoamérica, no todos son serviles.
En su primera presidencia 1985-1990 García fue llamado “ caballo loco” por barrer la economía peruana y hacer tripas las finanzas nacionales pero sin olvidar sus bolsillos personales. Todo lo hizo bajo el pretexto del ‘antiimperialismo’, violando de paso los derechos humanos y creando escuadrones de la muerte. Ahora se ha convertido en “potro domado”, pues sueña con relaciones carnales - al igual como lo hiciera Carlos Menem cuando casi regaló Argentina- y convertirse en un nuevo aliado estratégico de Estados Unidos.
Ahora se entiende porqué, el ex presidente del Perú, Fernando Belaúnde Terry dijo que “si nuestro Congreso descalifica a Fujimori por 10 años, Alan García debiera ser descalificado por 30 años, por lo menos.
Vicky.pelaez@eldiariny.com