Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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El presidente Vladimir Putin durante una reunión con embajadores rusos el pasado 19 del corriente, señaló que "los principios de competencia y franqueza en el comercio mundial están de manera creciente siendo reemplazados por el proteccionismo, al tiempo que la ganancia y la conveniencia propia están siendo reemplazadas por agendas partidarias y presión política. Los vínculos económicos y la libertad empresarial están siendo politizados." El presidente piensa que Rusia debe oponerse a esa tendencia. Existen amplias evidencias que lo demuestran.
Existe un grupo grande de legisladores norteamericanos que está impaciente por apoyar cualquier cosa que haga que Europa asienta y perjudique a Rusia. Su blanco es el proyecto gasífero Nord Stream II que es un gasoducto que corre bajo el Mar Báltico desde Rusia hasta Alemania con una capacidad anual de 55 mil millones de metros cúbicos. Esa empresa mixta entre el gigante energético ruso Gazprom, la empresa francesa Engie, la austríaca OMV AG, la británico-danesa Royal Dutch Shell y la alemana Uniper & Wintershall se espera que esté operativa a finales del 2019.
El presidente norteamericano tiene la autoridad para imponer sanciones contra el proyecto según la ley de sanciones CAATSA pero existe el riesgo que no lo haga. Por ende, algunos legisladores creen que la ley debe ser modificada con el objeto de hacer que esas medidas punitivas sean obligatorias.
El pasado 18 de julio el senador John Barrasso (R. por Wyoming) introdujo un proyecto de ley copatrocinado por los senadores Cory Gardner (R. por Colorado) y Steve Daynes (R. por Montana) para permitir que los estados miembros de la OTAN, según sus palabras, "escapen de la coerción política y de la manipulación de Rusia." Eso es demasiado bueno. En circunstancias en que nadie en Europa solicitó tal "ayuda". El senador en su página en la red alega que el Acta de Europa Sobre Seguridad Energética y Cooperación con los Socios Aliados o "Acta de ESCAPE" incrementa la seguridad energética de los miembros de la OTAN brindándoles a esos países el confiable y seguro combustible norteamericano. También ordena sanciones contra el gasoducto Nord Stream II que surtiría gas natural desde Rusia hasta Alemania junto a otros gasoductos de exportación energética de Rusia."
Abreviando, esta legislación pretende brindarles a los europeos una guía para saber qué hacer, ya que evidentemente ellos carecen de la capacidad para entender lo que es bueno para ellos mismos al faltarles el beneficio de una asesoría altamente valiosa de ultramar. Los europeos no ven la necesidad de diversificar su suministro y rutas energéticas con el propósito de incrementar su seguridad energética", es así como ese insidioso presidente ruso, Vladimir Putin, emplea su gas natural para "extorsionar y amenazar a los aliados de Estados Unidos." Ellos son lo suficientemente ingenuos como para ser fácilmente manipulados, los europeos son demasiado miopes para darse cuenta que están siendo "amenazados". Los senadores republicanos norteamericanos sí que lo saben.
Por ejemplo Alemania. Este país recibe entre el 50 y el 75 por ciento de su suministro gasífero de parte de Rusia. El presidente norteamericano Donald Trump arremetió contra Berlín durante la cumbre de la OTAN hace unos días por confiar en el suministro de gas y petróleo desde Rusia, lo cual es "inapropiado" y hace que Berlín sea un "cautivo" de Moscú. Esto no puede seguir así y su amigo norteamericano está dispuesto a poner fin a eso apoyando la posición dura del presidente a través de la legislación. El gas constituye solo el veinte por ciento de toda la mezcla energética empleada por Alemania, pero los norteamericanos son felices ignorando este hecho inconveniente.
El Sr. Barrasso no tardó en lanzar su campaña para salvar a sus amigos y evitar que cayeran en la trampa dispuesta por esos astutos rusos que se atreven a ofrecer energía estable y barata que los europeos necesitan con urgencia para incrementar su desempeño económico. La mejor manera de hacerlo es castigando a la Unión Europea (por su propio bien) autorizando sanciones obligatorias contra el proyecto gasífero Nord Stream II y al mismo tiempo promoviendo el gas natural licuado (GNL) norteamericano de exportación. La legislación incluye un serie de requisitos que obligan al gobierno a ejercer presión sobre los europeos "aportando una mano amiga" a aquellos que no le han solicitado nada, lo cual es una manera de forzarlos a comportarse.
Obviamente la política norteamericana va en contra de los intereses de la Unión Europea que de ningún modo necesita del gas licuado norteamericano ya que sus miembros están conectados vía gasoductos con Rusia, Noruega y Argelia. Gas que es más barato y mucho más confiable. Europa está muy lejos de ser dependiente del Nord Stream. Europa cuenta con opciones competitivas y la demanda europea de gas está creciendo, lo cual acentúa la importancia de los precios más bajos. El gas ruso suministrado por vía submarina puede suplir la declinante producción, inglesa, holandesa y danesa. Debemos tomar en cuenta que Nord Stream I ya está siendo utilizado a plena capacidad en este año 2018. Europa va a necesitar 120 mil millones de metros cúbicos adicionales de gas importado alrededor del año 2035.
Las exportaciones de gas desde Rusia hacia Europa crecieron en un 8,1 por ciento el año pasado hasta el extraordinario nivel de 193,9 mil millones de metros cúbicos a pesar de la creciente competencia. Más de 670 empresas de 23 países están comprometidas en el proyecto. A consecuencia de estas inversiones, solamente Alemania obtendrá un beneficio económico de más de dos mil millones de euros y trece mil puestos de trabajo a tiempo completo. Estos positivos efectos serían aún mayores durante la etapa de construcción. Las cosas podrían cambiar en la medida que pasa el tiempo, pero actualmente el gas licuado no es económicamente muy atractivo como el gas de cañería debido al tiempo que se necesita para su transporte marítimo, su regasificación y almacenamiento. Europa necesitaría invertir mucho dinero en la construcción de instalaciones con el propósito de aumentar el número de puertos capaces de recibir y reprocesar el gas licuado natural. Eso tomaría mucho tiempo y esfuerzo.
El derecho de Europa de tomar sus propias decisiones está en tela de juicio al tiempo que la lucha por el Nord Stream II recrudece. Europa posee las herramientas para oponerse a la presión de Estados Unidos.
Sin duda alguna, el proyecto de ley será procesado en el congreso por la vía rápida pero podría ser adversado. Una fuerte y decidida resistencia europea podría hacer que los legisladores norteamericanos lo piensen dos veces antes de apoyar el proyecto de ley que coarta las prerrogativas del presidente en política exterior. Esta es la ocasión para que la Unión Europea se levante y se niegue a aceptar la presión. La elección está entre una Europa fuerte a independiente, capaz de defender sus propios intereses e independencia o ser una marioneta atada a los hilos de Washington bailando al son de este.
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