Desde la Alemania nazi hasta la Otan, las potencias occidentales amenazan otra vez y Rusia tiene derecho a estar en guardia

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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*/La política y la dinámica de hoy en día tienen un eco amenazante proveniente de los viejos tiempos, cuando las potencias occidentales consiguieron que el fascismo hiciera su sucio trabajo geopolítico, afirma Finian Cunningham-/*

Las potencias occidentales juegan con fuego cuando ignoran los urgentes llamados de Rusia en torno a garantías de seguridad en Europa. En una serie de reuniones de alto nivel la semana pasada con los representantes rusos, los norteamericanos y los del bloque militar de la OTAN, rechazaron las demandas de Rusia en torno a una desescalada de largo alcance.

Rusia trata de alcanzar un tratado a través del cual las potencias occidentales de la OTAN renuncien a décadas de acosamiento. Para apreciar la gravedad de la actual coyuntura, primero se necesita una comprensión profunda de la geopolítica que las potencias occidentales han aplicado contra Moscú. Durante más de un siglo.

Ese espacio de tiempo comprende la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el advenimiento del fascismo en Europa lo cual condujo hacia la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente Guerra Fría que lleva cinco décadas de duración y luego la última fase del expansionismo de la OTAN durante los últimos treinta años.

En realidad las reuniones sostenidas las últimas semanas entre funcionarios de Estados Unidos y la OTAN –y los medios de prensa occidentales informando acerca de esas reuniones—la realidad quedó puesta de cabeza. Estados Unidos y sus socios de la OTAN de manera incesante han acumulado fuerzas ofensivas a las puertas de las fronteras occidentales de Rusia. Evidentemente que el agresor no es Rusia, lo son las potencias occidentales. Son ellas las que necesitan desescalar.

Por segunda vez, durante el siglo pasado, Rusia percibe una masiva acumulación de fuerzas militares frente a su territorio desde el Este. En el año 1941 la invasión protagonizada por la Alemania Nazi condujo a la Gran Guerra Patria durante la cual cerca de treinta millones de ciudadanos soviéticos perdieron la vida hasta que eventualmente el Ejército Rojo derrotó al Tercer Reich y liberó a Europa del fascismo.

Aproximadamente, la mitad del número total de muertos de la Segunda Guerra Mundial fueron rusos y de otros pueblos eslavos. Este horror permanece en la memoria viva. No es sorprendente que (si la historia se apreciara debidamente) Rusia hoy esté perpleja ante lo que observa como otra movilización ofensiva de fuerzas militares en sus fronteras occidentales, esta vez bajo la égida de la alianza militar de la OTAN encabezada por Estados Unidos.

Esta acumulación –concentración de fuerzas militares—ha estado desarrollándose durante los últimos treinta años –y sobre todo desde la disolución de la Unión Soviética. A pesar de las promesas verbales en sentido contrario, el bloque militar de la OTAN se ha expandido desde Alemania hasta el Mar Báltico y el Mar Negro. Actualmente, Rusia está rodeada por los miembros de la OTAN que son capaces de instalar misiles nucleares norteamericanos que pudieran alcanzar Moscú en cuestión de minutos. Norteamericanos, británicos, canadienses, alemanes y otros miembros de la OTAN cuentan con aviones de combate, tanques y navíos de guerra realizando permanentemente ejercicios de guerra a las puertas de Rusia a lo largo del arco que va desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro.

Y no solo eso, sino que los países que han ingresado a la OTAN después de la Guerra Fría –que supuestamente terminó—tienden a ser verbalmente anti Rusia. Polonia y los estados bálticos de Latvia, Lituania y Estonia que colindan con Rusia son los más estridentes acusando a Moscú de "agresión" y piden un mayor despliegue de fuerzas de la OTAN. Estas naciones son las más fanáticas acerca de admitir a Ucrania en las filas de la OTAN a pesar que la antigua república soviética es agobiada por una guerra civil entre el régimen de extrema derecha de Kiev y el pueblo de habla rusa en el sudeste del país.

Las facciones políticas dominantes en Polonia, los estados bálticos y la Ucrania están prejuiciadas debido a su asociación con la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, se realizan ceremonias públicas que glorifican a figuras políticas y militares locales que colaboraron con el Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial durante su criminal invasión de la Unión Soviética.

Fue a través de estos mismos países que la maquinaria de guerra nazi se abrió camino contra la Madre Patria Rusa. Por lo tanto no cabe duda que hoy en día Moscú esté profundamente preocupado acerca de una concentración de fuerzas militares en su frontera occidental, especialmente en naciones que abrigan una intensa política anti rusa y que en el pasado sirvieron como guías para la Operación Barbarrosa de la Alemania Nazi.

Es por eso que Rusia insiste en que Estados Unidos y las otras potencias de la OTAN ingresen a un tratado concertado que limite una mayor expansión de esta hacia el Este del bloque militar, como también ordenar el retiro del armamento pesado de Estados Unidos desde los territorios fronterizos y reducir los ejercicios y movilizaciones regionales. La mayor –y más importante prioridad para Moscú es un compromiso de parte de la OTAN de no admitir a Ucrania o a otras repúblicas ex soviéticas en sus filas. Esto, debido a que de hacerlo plantearía una amenaza existencial inaceptable para Moscú.

Algo preocupante es presenciar la indiferencia de Estados Unidos y de otros dirigentes de la OTAN hacia las proposiciones de Rusia en torno a su seguridad. El resultado de las últimas reuniones en tres capitales europeas fue un arbitrario rechazo de parte de los norteamericanos y sus aliados europeos. Dijeron que la OTAN sigue expandiéndose y merodeando cerca de Rusia. Dijeron que Rusia no tiene derecho a veto en cuanto a la expansión de la OTAN en adelante. Esto se debe –dicen ellos—a que la OTAN es de carácter "defensivo" y "democrático".

Semejante actitud es increíblemente ingenua o soberbia o sino habilidosamente doble. La OTAN fue fundada a comienzos de la Guerra Fría el año 1949 con el propósito de confrontar a la Unión Soviética. La Unión Soviética está ahora ausente pero el bloque militar liderado por Estados Unidos la ha reemplazado con la Federación de Rusia como el enemigo contemporáneo. Washington y La OTAN han declarado públicamente que ellos ven a Rusia como una amenaza a su seguridad nacional sin siquiera substanciar de manera creíble las bases para tales provocativas aseveraciones.

En todo caso, son los miembros de la OTAN más cercanos a Rusia como Polonia, los estados bálticos y otros estados del Este europeo, como también potencialmente Ucrania, los que agregan una dimensión preocupante. Las facciones políticas gobernantes de estos países son rabiosamente anti rusas, adolecen de un paranoico sentido de inseguridad, hacen histéricas acusaciones acerca de agresión e invasión rusa y aún más tóxicamente guardan un oscuro revanchismo con la Alemania Nazi.

Rusia, con toda razón, ha advertido a Washington y a las otras potencias occidentales que ellas están jugando con fuego envalentonando la tendencia ultra derechista de los miembros europeos orientales de la OTAN. La militarización de Polonia, los estados bálticos y Ucrania por parte de la OTAN, el despliegue entre estos países de una actitud aún más osada para confrontar a Rusia. Paradójicamente, Rusia es acusada de agresión y de planificar una invasión cuando en realidad es la Ucrania y sus vecinos de la OTAN los que más probablemente sean capaces de montar algún tipo de provocación que conduzca a una guerra contra Rusia.

Las oligarquías dominantes, norteamericana, británica y francesa financiaron el desarrollo del Tercer Reich como un bastión contra la Unión Soviética y un garrote contra el socialismo internacional. El capitalismo vio al fascismo como un arma conveniente contra una percibida amenaza contra su orden. Con este propósito, Wall Street y el Banco de Inglaterra invirtieron masivamente en la construcción de la maquinaria de guerra nazi bajo Adolfo Hitler.

Las potencias occidentales se comprometieron con el Tercer Reich con el propósito de desarrollar esferas de influencia en las cuales el Imperio Británico sería dejado a su propio estilo, mientras que a Hitler se le daría manga ancha para la expansión nacista hacia Oriente. Un gran objetivo de este pacto (tácitamente revelado por la Cumbre de Munich del año 1938 entre Hitler y el Premier británico Neville Chamberlain) era contener a la Unión Soviética. El rabioso anti comunismo del Tercer Reich, mal llamado "nacional socialismo" y sus creencias "untermensh" (subhumanos) acerca de los pueblos eslavos considerándolos inferiores, hizo de la Alemania Nazi el socio ideal para las potencias occidentales para contener a Rusia.

Resulta oportuno señalar que las potencias occidentales no vislumbraron cuán desastrosamente lejos llegaría la Alemania Nazi en sus ambiciones imperiales o lo que podría resultar del horrible y genocida alcance de su depravada política de Solución Final. Eventualmente, esto redundó en que los imperialistas británicos y norteamericanos se vieran obligados ir a la guerra contra el régimen nazi luego que lo construyeron. Las potencias occidentales habían jugado con fuego al promocionar un régimen rabiosamente anti soviético que eventualmente terminó siendo un forajido contra sus propios intereses imperiales.

No obstante, podría decirse que el resultado de tales maquinaciones de parte de las potencias occidentales para confrontar a la Unión Soviética,

con certeza condujo hacia la Segunda Guerra Mundial y a un costo de muerte de más de setenta millones de personas alrededor del mundo.

Hoy en día, Gran Bretaña y Estados Unidos se pavonean acerca de su papel en la derrota de la Alemania Nazi. Sin embargo, la verdad es que ellos crearon el monstruo fascista y la espantosa guerra que este desencadenó. La guerra fue necesaria para acabar con el perro rabioso que habían desatado. La real victoria en la guerra pertenece al pueblo soviético y al Ejército Rojo quienes sepultaron en Berlín a la maquinaria de guerra nazi. La victoria soviética sobre la Alemania Nazi fue el evento definitorio de la Segunda Guerra Mundial. Las potencias occidentales fueron un evento colateral producto de sus propias e incesantes maquinaciones para empujar a la Alemania Nazi contra la Unión Soviética.

En la base de estas maquinaciones imperialistas estaba el objetivo de contener a la Unión Soviética, objetivo nacido del imperativo del capitalismo occidental.

Cuando la amenaza nazi fue erradicada el año 1945 las potencias occidentales reanudaron su obsesión anti soviética en medio de los escombros de la Segunda Guerra Mundial. La formación de la OTAN como una alianza militar, el reclutamiento de remanentes nazis, científicos, espías y colaboradores por parte de las potencias occidentales y el despliegue de saboteadores fascistas apoyados por la CIA en la Europa Oriental detrás de las líneas soviéticas –todo apuntó hacia la reanudación a largo plazo de la geopolítica de confrontación a Moscú.

Hoy en día Rusia no plantea una amenaza ideológica contra el capitalismo occidental a la manera como lo hizo la Unión Soviética. Sin embargo, Rusia representa una problemática obstrucción a lo que sería una eventual hegemonía del poder imperial occidental como lo sostiene China y otros que proclaman la meta de un orden multipolar internacional opuesto a aquel dictado por Washington y sus aliados occidentales.

Es por eso que la OTAN continúa expandiéndose en torno a las fronteras de Rusia. Se trata de una operación de contención estratégica basada en la intimidación y en el impacto desestabilizador. Esta ha sido una vía consistente durante todo el pasado siglo.

Washington pretende que Moscú sea un subordinado bajo su poderío global del mismo modo que lo son sus aliados –vasallos—europeos de la OTAN. De manera ideal, un cambio de régimen en Moscú sería el último objetivo en que el capital occidental sería capaz de explotar al país más grande del mundo y a sus vastas riquezas naturales.

De manera similar a la incesante promoción de la Alemania Nazi como reducto contra Moscú, las potencias occidentales están alimentando en los regímenes de ultra derecha de la Europa Oriental con el formato de la OTAN. La política anterior que condujo al cataclismo de la Segunda Guerra Mundial lo cual querría decir envalentonar y armar a regímenes rusofóbicos en la Europa Oriental que similarmente ¿podría esto desembocar en un conflicto incontrolable?

La política y la dinámica de hoy en día son un eco de tiempos pasados cuando las potencias occidentales apoyaron al fascismo para que este hiciera el sucio trabajo geopolítico.

Actualmente, fuerzas similares lo están haciendo y Moscú tiene razón en señalar los peligros con que actualmente las potencias occidentales están jugando una vez más.

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Finian Cunningham

Analista internacional


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