La ONU y la igualdad de género

Leo hoy la siguiente noticia

La ONU advierte de que la igualdad entre hombres y mujeres puede tardar 300 años.

¿Tanto preocupa eso a la sociedad? ¿Le preocupa a la ONU cuánto tiempo tardará la igualdad entre heterosexuales y homosexuales y todas las variantes de género? ¿Ha calculado la ONU el tiempo que tardarán en acercarse un palmo los ricos y los pobres? Porque esto y los posibles remedios es lo que debiera importar a la ONU, y a todos: mujeres, hombres, niños y ancianos, negros y blancos, altos y bajos, gigantes y enanos. Esta preocupación convertida en llamamientos, como éste que se convierte hoy en noticia, es lo que debiera embargar a la ONU y a todas las naciones, no devanarse los sesos sobre los siglos que tardará esa igualdad imposible entre hombres y mujeres, cada género con caracteres biológicos y psíquicos complementarios entre ambos, por ser precisamente diferentes.

De todos modos no comprendo la idea, la ideología o la filosofía de este movimiento llevada a la ONU. Ni que la ONU haya llegado tan lejos para tan absurdo cálculo. Pues las leyes en los países donde bulle esa inquietud, no discriminan a hombres y mujeres. En el sistema de los países occidentales y parte de los orientales, las distancias las pone en todo caso la propia sociedad a través del mercado y de las leyes del mercado. Por ejemplo, no se puede, si es la libertad lo que las regula, obligar a un empresario a contratar a una mujer, si ese mismo trabajo lo desempeña también el hombre, que quiere eludir los inconvenientes laborales que acarrea la menstruación y la maternidad. Etc, etc. Sobre todo, acercando un poco más la lupa a tan persistente inquietud se ve palpablemente lo siguiente: hasta ahora, paradójica y principalmente, las verdaderas diferencias entre los dos géneros son debidas a las que marcan la fortaleza moral de la mujer, por un lado, y la debilidad moral del hombre frente a ella, por otro. Y así sucesivamente…

Por lo que, planteadas así las cosas, de tal manera que hasta la ONU hace un vaticinio necio que solapa una ironía, lo que parecen buscar esas mujeres que sufren semejante ansia de igualdad, así como su lucha y sus movilizaciones, no es, en serio, la igualdad. Lo que persiguen es la pura identidad. Menos mal que afortunadamente para todos, eso es imposible…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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