El paro agrario en Argentina desde hace más de 15 días, es utilizado por sectores golpistas para desestabilizar al gobierno y seguir explotando al pueblo con total impunidad.
Las retenciones que el gobierno impone a las exportaciones tienen diversas lecturas y contradicciones que han confundido y generado que los sectores del campo coincidan, en la protesta. Es necesario diferenciar si están juntos y revueltos para desestabilizar al gobierno, o tienen la suficiente claridad para diferenciarse en la lucha y reclamos que consideran que la medida del gobierno afecta a los pequeños y medianos productores rurales.
Hay que diferenciar y saber si están juntos, pero no revueltos y hasta dónde llega estar juntos sin quemarse.
Recuerdo esa pequeña historia que dice: “El ladrón corre hacia el Este y el policía corre hacia el Este. Pero los dos con intenciones diferentes”.
No hay que olvidar que los productores agropecuarios nunca tuvieron tantas ganancias como en los últimos años, beneficiándose por la política de cambio y las exportaciones de soja y girasol. Los indicadores son elocuentes y concretos.
Sin embargo, es necesario hacer un análisis de los costos que esa actividad tiene para el país, su rentabilidad y concentración de la riqueza en pocas manos. Las grandes corporaciones agropecuarias han destruido, quemado, miles de hectáreas de bosques, apropiándose de grandes extensiones de tierra para plantar soja transgénica. Utilizan agroquímicos altamente contaminantes sin importarles las consecuencias para el medio ambiente y vida de los pobladores.
Por otra parte, las contradicciones del gobierno no son pocas, pero hay que reconocer que ha dado algunos pasos importantes hacia la recuperación económica y eso es positivo. El saqueo a que fue sometido el país durante la crisis de 2001, fue un golpe de Estado económico, sacando al exterior los capitales, llevando al cierre de fábricas, desabastecimiento, aumento del desempleo y pobreza, provocada por las grandes corporaciones industriales y agropecuaria, como el sistema bancario, que buscaron el vaciamiento del país sin importarles las consecuencias sociales.
Sectores de la llamada “clase media, acomodada” salieron estos días con la cacerola de acero inoxidable y cucharita de plata a apoyar el paro agrario y dicen que lo hacen para “defender al campo”.
Ésta mañana sentí hablar a dos mujeres que se preguntaban: ¿Qué tal te fue en el cacerolazo? –Muy bien querida. Estuvo divino!!!!!!!!. ¿Y vos donde fuiste? – Estuve en el cacerolazo frente a la Quinta de Olivos. ¿Vas a ir hoy al cacerolazo? –No querida tengo una reunión en el club. Nos vemos querida. Mientras ponían en marcha su camioneta 4x4.
La falta de memoria a muchos les ha jugado una mala pasada. Se olvidaron que la clase media acomodada que siempre creyó estar a salvo de la debacle del país; también fueron víctimas del vaciamiento económico y muchos perdieron sus recursos y ahorros depositados en los bancos. Es necesario hacer memoria porque hoy nadie se hace responsable de esa situación y lamentablemente la impunidad continúa.
El gobierno tiene que asumir que se equivocó al poner las retenciones por igual y no diferenciar a los pequeños y medianos productores rurales, que son la mayoría y muchos tienen serias dificultades en su producción y con sus campos hipotecados; juzgarlos con la misma vara, con que mide a las grandes corporaciones y terratenientes que tienen ganancias exorbitantes que sacan del país y que no están dispuesto a la re-distribución de la riqueza.
Estamos frente al cuento del ladrón y el policía, en que los dos corren hacia el Este pero con intenciones diferentes.
A río revuelto, en la actual situación de conflicto, se suman sectores golpistas que buscan provocar tensiones para desestabilizar al gobierno y se suman al cacerolazo, no para defender el derecho de los trabajadores rurales. Sus intenciones son otras que todos conocemos y sufrimos.
La presidenta Cristina Fernández Kirchner pidió que levanten el paro para dialogar y encontrar una salida al conflicto. Es una medida prudente que los productores rurales no pueden dejar pasar. El diálogo es el camino para encontrar soluciones.
El gobierno no puede volver a equivocarse y tiene que diferenciar al campesino de los terratenientes.
No hay que permitir ni dejarse arrastrar por los golpistas para que se enfrenten trabajadores contra trabajadores.
Hay veces en la vida que la enseñanza es dura, pero se aprende. Los campesinos luchan por sus derechos y resistir en la esperanza para alcanzar a vivir con dignidad y recuperar la soberanía nacional, hoy amenazada por los grandes intereses económicos que se niegan a re-distribuir la riqueza.
Las retenciones son necesarias, no sólo al agro, a las empresas mineras, con políticas públicas para evitar la explotación irracional a que someten al país.
Las retenciones deben dirigirse correctamente a construir el país que queremos.
Queda un largo camino a recorrer que es necesario construir entre todos y todas.