El primero en la línea de salida es Robert Rubin, secretario del Tesoro entre 1995 y 1999. Desde que llegó al Tesoro tuvo que enfrentarse con la crisis financiera de México, primer gran fracaso del modelo neoliberal en los años noventa. Luego impuso, junto con el FMI, un tratamiento de choque que agravó las crisis producidas en el sudeste asiático en 1997-1998, y después en Rusia y Latinoamérica en 1999. R. Rubin no dudó nunca de los beneficios de la liberalización y contribuyó decididamente a imponer a la población de los países emergentes políticas que degradaron sus condiciones de vida y aumentaron las desigualdades. En Estados Unidos, ejerció su potente influencia para conseguir la abrogación de la Glass Steagall Act, o Banking Act, establecida desde 1933, y que, en especial, declaró la incompatibilidad del banco de depósitos con el banco de inversiones. De este modo, la puerta quedó abierta para toda suerte de excesos de los financieros ávidos del máximo beneficio, lo que posibilitó la crisis internacional actual. Para rizar el rizo, esta abrogación de la Banking Act permitió la fusión de Citicorp con Travelers Group para formar el gigante bancario Citigroup... En el 2000, Robert Rubin entro en la dirección de Citigroup… que el gobierno estadounidense acaba de salvar con urgencia, en noviembre de 2008, ¡garantizándole más de 300.000 millones de dólares de activos! A pesar de ello, R. Rubin es uno de los principales asesores de Barack Obama.
La segunda personalidad en escena es Lawrence Summers, heredado del puesto de director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca. Sin embargo, su carrera contiene cierto número de manchas que deberían ser indelebles. En diciembre de 1991, mientras era economista jefe del Banco Mundial, Summers osó escribir en una nota interna: «Los países con escasa población de África tienen una bajísima contaminación. La calidad del aire es de un nivel inútilmente mayor que la de Los Angeles o México. Es necesario alentar el desplazamiento de las industrias contaminantes hacia los países menos avanzados. Debe existir cierto grado de contaminación en los países en los que los salarios son más bajos. Pienso que la lógica económica que dice que los residuos tóxicos deben volcarse allí donde los salarios son los más bajos es imparable. [...] La inquietud [a propósito de los agentes tóxicos] será evidentemente mayor en un país donde la gente vive bastantes años como para enfermar de cáncer, que en un país donde la mortalidad infantil es del 200 por mil en menores de cinco años |1|.» E incluso agrega, en ese mismo año: «No hay […] límites a la capacidad de absorción del planeta capaces de bloquearnos en un futuro previsible. El riesgo de un apocalipsis debido a un calentamiento global o a cualquier otra causa es inexistente. La idea de que el mundo corre hacia su perdición es profundamente falsa. También es un profundo error pensar que deberíamos imponer límites al crecimiento debido a los límites naturales, que además es una idea cuyo costo social sería asombroso si alguna vez se llegase a aplicar |2|.» Con Summers al comando, el capitalismo productivista gozará de un espléndido porvenir.
Habiendo sido nombrado secretario del Tesoro durante el gobierno de Clinton, en 1999, Summers presionó al presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, para que se sacara de encima a Joseph Stiglitz, que lo había sucedido en el puesto de economista jefe y que era muy crítico con las orientaciones neoliberales que Summers y Rubin ponían en marcha en todas las partes del mundo donde estallaban incendios financieros. Después de la llegada de George W. Bush, Summers continuó su carrera convirtiéndose en presidente de la universidad de Harvard en 2001, pero se destacó particularmente en febrero de 2005, cuando logró la enemistad de toda la comunidad universitaria después de una discusión en la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, sus siglas en inglés) |3|. Interrogado sobre las razones por las que hay escasas mujeres en los puestos elevados en el ámbito científico, afirmó que las mujeres están menos dotadas que los hombres para las ciencias, descartando cualquier otra explicación posible como el origen social y familiar, o una voluntad de discriminación. Esto provocó una gran polémica |4|, tanto en el interior como en el exterior de la universidad. A pesar de sus excusas, las protestas de una mayoría de profesores y estudiantes de Harvard lo obligaron a dimitir en 2006.
Si su responsabilidad en la situación actual todavía no está demostrada, su biografía, que se puede consultar en el sitio internet de la universidad de Harvard en la época de su presidencia, confirma que «ha dirigido el esfuerzo de la puesta en marcha de la más importante desreglamentación financiera de estos últimos 60 años». ¡No se podría ser más claro!
La tercera personalidad elegida por Obama, Timothy Geithner, será nombrado secretario del Tesoro. Actualmente presidente del Banco Central de Nueva York, había sido subsecretario del Tesoro encargado de las Relaciones Internacionales entre 1998 y 2001, adjunto sucesivamente a Rubin y a Summers, y activo, en particular, en Brasil, México, Indonesia, Corea del Sur y Tailandia, todos símbolos de los desastres del neoliberalismo, que sufrieron graves crisis durante ese período. Las medidas promovidas por este trío infernal hicieron recaer el coste de la crisis sobre las poblaciones de estos países. Rubin y Summers son los mentores de Geithner. Ahora, el alumno se une a sus maestros. Nadie duda que continuará defendiendo las grandes instituciones financieras privadas, sordo a los derechos humanos fundamentales, ridiculizado en Estados Unidos y en cualquier lado debido a las políticas económicas que defiende con vehemencia.
Pretender regular de nuevo una economía mundial que ha perdido el norte dando el comando de la operación a los que la desregularon con violencia, es como querer apagar un incendio con gasolina.
|1| Han sido publicados extractos The Economist, (8 de febrero de 1992), así como Financial Times (10 de febrero de 1992) con el título «Preservad al planeta de los economistas».
|2| Lawrence Summers, con ocasión de la Asamblea Anual del Banco Mundial y del FMI en Bangkok, en 1991, fue entrevistado por Kirsten Garret, «Background Briefing», Australian Broadcasting Company, segundo programa.
|3| Financial Times, 26-27 de febrero de 2005.
|4| La polémica también estuvo alimentada por la desaprobación del ataque lanzado por Summers contra Cornel West, un universitario negro y progresista, profesor de Religión y de Estudios afroamericanos en la universidad de Princeton. Summers, prosionista, denunció a West por antisemita porque éste sostenía la acción de los estudiantes que exigía un boicot a Israel mientras el gobierno israelí no respetara los derechos de los palestinos. Ver el Financial Times del 26-27 de febrero de 2005. Actualmente Cornel West, que ha apoyado a Obama con entusiasmo, se asombra de que se haya rodeado de Summers y Rubin. Ver www.democracynow.org/2008/11/19/cornel_west_on_the_election_of
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Traducido por Griselda Pinero y Raul Quiroz