Ayer sábado, último día de febrero – ya que afortunadamente no estamos en año bisiesto –, en un auditorio con cabida de unas quinientas personas y cupo lleno, se hizo presente un hombre de edad indefinida, muy delgado y demacrado, vestido totalmente de blanco, quien le informó al público presente que era un enviado por las estrellas para orientar a la humanidad sobre su próximo futuro. Contó que las estrellas lo habían mandado a Colombia para acelerar la derrota y caída de Álvaro Uribe (¡benditas sean las estrellas!).
Los gaitanistas recibimos una deferente invitación para asistir a este acto esotérico, mientras que, paradógicamente, los gaitanistas fuímos vetados del Congreso del Polo con un “¡no los necesitamos y es más, no los queremos!”, lanzado por su jefe máximo, el ayer reelegido Presidente del Polo (las reelecciones están de moda), doctor Carlos Gaviria, que hace las veces de administrador de las pugnas de izquierda, ya que de líder popular no tiene ni uno sólo de los pelos de su bella cabellera blanca.
La invitación que nos cursaron se debe a que para dicha doctrina extraterrestre mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, es un “ser de luz”, junto con Bolívar y Sucre.
Yo tenía curiosidad de ir, pues hasta ahora todas las predicciones que nos han hecho, basándose en una profecía que supuestamente les entregaron los extraterrestres, han resultado ciertas, asombrosamente ciertas. Predijeron, recién elegido Álvaro Uribe por primera vez, que sería reelegido y, ante mi incredulidad total, que en Estados Unidos se elegiría después de Bush a un presidente negro… y esto dicho recién salió electo Bush por segunda vez.
De modo que me interesaba el anuncio que harían públicamente y en auditorio abierto. Pero el día que vinieron a entregarme la invitación me “ilustraron” un poco sobre sus ideas y expresaron su antisemitismo abierto y militante, señalando que eran enemigos de las tesis de Darwin porque este era judío. Y yo, que rechazo visceralmente toda manifestación racista, cualquiera que sea el grupo humano que se vea señalado, me declaré incapaz de hacerme presente en un evento programado por quienes satanizan a los judios.
Supe, entonces, por los amigos curiosos que asistieron, que la profecía señala que, el “castigo divino” que recibirá la oligarquía colombiana, será enfermar a los primogénitos de quienes han explotado políticamente a este país. Y el “enviado” de las estrellas aseguró que el castigo comenzará dentro de un mes (sic) con una grave enfermedad que caerá, como plaga maligna, sobre el hijo mayor del Presidente Uribe y así sucesivamente, habiendo nombrado a varios notables colombianos.
Si los terraqueos que nos gobiernan no me gustan, tampoco me gustan los supuestos extraterrestres porque son más de lo mismo. ¿Cómo así que castigar a los herederos de quienes han sido déspoticos mandatarios y adalides de la explotación y la muerte? ¿Por qué recaer su furia sobre los hijos, cuando han sido los padres los culpables?
Recordé de inmediato la condena que le dictaron los colonialistas españoles a nuestro héroe José Antonio Galán, el comunero, que dice: … será “declarada por infame su descendencia, ocupados todos sus bien y aplicados al Real Fisco; asolada su casa y sembrada de sal, para que de esta manera se dé al olvido su infame nombre... ».
También se me vino a la memoria una anécdota que suelo contarle siempre a mis alumnos. Se relaciona con el Presidente Salvador Allende.
Un poco antes del golpe militar estábamos una noche, ya tarde, jugando ajedrez en su biblioteca, cuando le anunciaron que, sorpresivamente, se habían hecho presentes en su casa todos los comandantes de las Fuerzas Armadas que requerían hablarle con urgencia.
Me hizo pasar a su habitación mientras él los recibía en su biblioteca. Terminada la reunión entró el Presidente y me dijo: “Este caucho no estira más, debes irte ya para Colombia, el golpe está encima”. Le pregunté: “Es un general o son varios los que lideran el golpe”. “Uno”, me respondió, a lo que le respondí: “Si tu quieres yo lo mato”. Allende se descompuso, me tomó por los hombros, me sentó sobre su cama y ante su rostro demudado le dije: “No te preocupes, yo sé que moriré en este operativo”. “No es eso - me respondió – es que si tú lo matas ¿qué nos diferenciaría de ellos?”
Sí, los antiuribistas no podemos ser iguales a los uribistas. Debemos comportarnos en forma diferente. Si esos supuestos “extraterrestres” van a castigar a los hijos de Uribe, como los españoles que nos sometieron lo hicieron con la descendencia de José Antonio Galán y hoy Uribe lo está calcando y aplicando sistemáticamente contra la descendencia de Jorge Eliécer Gaitán ¿qué diferencia habría entre los supuestos extraterrestres y los déspotas terrícolas? No es entonces del más allá – como lo desean algunos – de donde se hará justicia.
La izquierda, los demócratas, los humanistas, debemos comportarnos en un todo acorde con los principios éticos que nos son de obligatorio cumplimiento. De ahí que, con el secuestro, la guerrilla esté violando los principios que han de guiar a todo revolucionario y están en la obligación ideológica de liberar a los secuestrados ¡¡¡ya!!!
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