Hubo una vez un hombre de nostálgica mirada, un buen día, como él Cóndor de los Andes, se remontó en el cielo azul de la joven América Norteña Washingtoniana.
Allí en esa unión de estados que recién se iniciaba, ese hombre aportó un poco de su juventud a una causa independentista, que le valió un punto más, en su brillante hoja de servicio como soldado venezolano. Bolívar le dio el estatus (de Hombre Universal). Hoy prócer de muchas batallas, entre ellas, una llamada Pensacola, allí en la tierra de Abraham Lincoln, de Thomas Jefferson.
Por allí pasó Él, me refiero a Don Francisco de Miranda el Precursor, el Generalísimo.
Es allí en los Estados Unidos, dos siglos después emerge un personaje de nombre Barack Obama como Presidente de la primera potencia, un personaje con una particularidad poco común, que ayer nos llenó de emoción, hoy me llena de temor, por aquello de pretender ser uno más, para degustar una hamburguesa junto a otros comensales, cuando de forma aleatoria entró a una dependencia de comida rápida, este comportamiento casual del Presidente fue hermoso pero a la vez muy peligroso…
Allí en la calle del hambre, como le decimos coloquialmente los venezolanos a este tipo de negocio, allí donde se mata el hambre, también PUEDEN matar las esperanzas de nosotros los descamisados, que vemos en Obama al Presidente que puede bajarse del entronizado escalón imperial, para llevar a los Estados Unidos de Norte América por el camino correcto, de cambios profundos y sociales en su justa dimensión y sea esa gran nación orgullo de todos los hombres de buena voluntad, sin servilismo pero con ejemplarizante accionar de pueblos libres.
Esta ocurrencia del Presidente Obama, tal vez haya causado algún revuelo en muchos o pocos, pero lamentablemente también pudo haber despertado la sed depredadora de la mente desquiciada, que ya debe andar por ahí, poniéndole el ojo a cuanto tarantín de comida rápida esté a su alcance, para convertirlo en apostadero de su asesina intención y su certera mira telescópica.
Todo Líder es candidato a mártir, el pueblo noble y comprensivo lo sabe y prefiere que su Líder lo guíe desde un lugar donde se resguarde su integridad física, eso no priva, que el Líder pueda ser un hombre consustanciado con su pueblo.
Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Julio César Carrillo.
San Joaquín Edo. Carabobo.
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