Definitivamente en América Latina se tejen dos modelos diametralmente opuestos: un modelo humanista, enaltecedor del género humano, amante de la paz, del respeto a las leyes y derechos del hombre y otro modelo basado en la sumisión a los poderosos, en el culto al dinero, a los vicios y a la degradación del ser humano.
El primero de los modelos, el socialista y humanista, está dirigido por verdaderos líderes sociales, con el apoyo de la mayoría de los pueblos, que ven en este modelo el camino a la paz y a una real y efectiva democracia donde la justicia brille como el sol. El segundo modelo, orientado por un sistema capitalista perverso e injusto, sólo busca el enriquecimiento de pequeños grupos, sin importar la pobreza y la miseria de una inmensa mayoría.
Esta realidad que se vive en el sur del continente americano, es el reflejo de la ya tradicional lucha entre el bien y el mal. El bien que se origina desde la época en que Cristo, el de Nazaret, revolucionó al mundo con su prédica de paz y solidaridad entre los seres humanos y quienes se le oponían con la idea de mantener privilegios y dominar al prójimo por medio de la fuerza y de la manipulación.
Afortunadamente los pueblos, con su sabiduría infinita, han abrazado mayoritariamente el modelo que persigue y propulsa un mundo más humano, más justo y más igualitario mientras que sólo algunos grupos, acompañados de mafiosos, paramilitares y militares trogloditas retardatarios, se inclinan miserablemente ante poderes imperiales malignos, que tienen como única premisa apropiarse de los recursos naturales, minerales y energéticos que existen en suelo suramericano.
La ALBA, como instrumento de integración de los pueblos de América Latina, continúa adelante en su cometido de apoyo solidario entre los pueblos que forman esta alianza. Actualmente se celebra en Cuba, los 5 años de su creación mostrando innumerables e innegables logros que forman parte de ese modelo a seguir, mientras que grupos rabiosos, enemigos de la justicia y de un mundo de iguales siguen como borregos a sus amos políticos y trabajan a espalda de sus pueblos, instalando bases militares donde se prostituyen sus mujeres y niñas, y a sus jóvenes los llevan como carne de cañón a guerras sin sentido, cuando no los utilizan como esclavos de la droga y de los negocios ilegales. Este es el modelo que se debe erradicar por constituir un mal que corrompe, asesina y destruye al ser humano.
La lucha entre estos dos modelos es dura y seguramente será por mucho tiempo, sin embargo quienes apostamos por el modelo socialista y humanista que se impulsa desde Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbados, así como el pueblo de Honduras y otros pueblos progresistas, que buscan líderes que les acompañen en sus luchas reivindicativas, estamos seguros que seguiremos venciendo y que al final, se impondrá en nuestra región Latinoamericana una verdadera zona de paz.
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