Haití y el paradigma cubano de solidaridad

“Yo quiero que la ley primera de la República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”, anheló siempre José Martí, y así se lo prometió a sus compatriotas que junto a él lucharon por la independencia de la Patria, sojuzgada por el imperio colonial español.

Sesenta años después, Fidel Castro y sus compañeros de “la generación del centenario” cumplieron con ese anhelo y le proporcionó al pueblo las herramientas y condiciones iniciales para que cada cubano y cubana hicieran suyo el anhelo y realmente cada uno rinda culto, con la praxis diaria, a la dignidad plena del ser humano.

Esas palabras de Martí abren las páginas de la Constitución de la República de Cuba y con ellas llegan a todos los cubanos las sabias ideas y las nobles y firmes conductas del Libertador Simón Bolívar, una decisiva fuente de Martí.

Hoy, los médicos y médicas de Cuba son una porción y una muestra significativas de ese tipo de ser y de esa praxis mediante la cual se rinde diariamente culto a la dignidad humana. Otra gran porción son los maestros, otra los técnicos agrícolas o deportivos, otra los artistas, otra los ingenieros, otra los intelectuales, otra gran porción son los trabajadores industriales y una poderosa porción de ese tipo de ser que es ejemplo en rendir culto a la dignidad plena del hombre son los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, libertadores de pueblos en pleno siglo XX y listos para serlo en el siglo XXI si fuese necesario.

Es en ese anhelo martiano, y también en esa angustia, donde se afirma y se construyó el paradigma cubano de solidaridad, nacional o internacional.

De manera que no sería un error decir que es un paradigma martiano válido como referente pero también como compromiso, no sólo para los cubanos y cubanas, sino para todo aquel que “sienta en su propia mejilla el golpe dado a la mejilla de otro hombre” o de otra mujer, como enseñó otro maestro de pueblos, Ernesto Che Guevara.

Semejante praxis se funda en sólidos valores humanos y en profundos conocimientos de cada esfera y faceta de la vida, así como en cada función a desempeñar ante el ser humano y que este se reconozca como digno, por recibir un tratamiento digno, de una persona digna. ¡Y valga la redundancia!

Los haitianos, después del terremoto del 12 de enero, comprenden más profundamente la solidaridad ofrecida por Cuba iniciada desde hace más de diez años, con el primer gobierno de René Preval y luego con el gobierno de Jean Bertrand Aristide, hasta hoy, de nuevo con el amigo Preval.

Las urgencias actuales no son obstáculo para sentir ese respeto y dignidad que transmiten los y las cubanas en medio del fragor de la tragedia.

Cuba coopera con Haití desde 1998 aplicando conjuntamente el ya conocido por varias regiones del mundo “Programa Integral de Salud” mediante el cual más de 6 mil noventa colaboradores cubanos (médicos, paramédicos y técnicos de equipos de alta tecnología) han garantizado más de 14 millones de consultas médicas y de 225 mil operaciones quirúrgicas.

En esos diez años ¡ cuanta dignidad y cuánto sacrificio por el otro!.

Más de 230 mil vidas fueron rescatadas de la muerte y más de 100 mil bebes vieron la luz en manos de médicos o doctoras cubanas.

¡Qué maravillos historia de dignidad construida por ambos pueblos muy unidos!

¿Será ello parte de la preocupación del gobierno de Barack Obama que con 20 mil soldados pretenderá borrar de la memoria de los haitianos cualquier atractivo o atención por el ejemplo digno del “ser haitiano-martiano” que se ha ido creando a partir de la angustia mutua de Cuba y Haití de dar y recibir más salud a todos por igual?

Un año antes del huracán Katrina, pasó en el 2004 por Haití la tormenta tropical Jeanne, sobre todo por una de sus principales y pobladas ciudades, y fue la primera ocasión en que los haitianos angustiados por los destrozos y las víctimas de Jeanne recibieron en masa la primera ayuda de Cuba, material con 12 toneladas de medicamentos y humana con 64 médicos.

Y con todo ello, la dignidad de la solidaridad martiana. Todos en el mundo saben que Cuba no da lo que le sobra, sino que comparte lo que tiene.

Un año después, en el 2005, la población afroamericana de Nueva Orleáns fue impacta por el huracán Katrina de una forma atroz, y ante esa tragedia, el líder cubano Fidel Castro ofreció las experiencias cubanas al presidente de EEUU, en ese entonces George W. Bush quien dedicado a bombardear Irak y dominar los Balcanes, prestó poca atención a sus compatriotas esparcidos por el sur del país y mucho menos a la solidaridad cubana.

Miles de víctimas y muertos costó al pueblo estadounidense por la desidia y la indignidad de su presidente.

A partir de ahí, Fidel dio instrucciones para crear la Brigada “Henry Reeve” en honor al Brigadier General de origen estadounidense que luchó codo con codo con los independistas cubanos, convirtiéndose en uno de ellos a finales del siglo XIX. De manera que Henry Reeve, después de desaparecido físicamente, continúa rindiendo culto a la dignidad plena del hombre, como todo un buen martiano. Sus integrantes han asistido a víctimas de desastres naturales en Pakistán, Guatemala, Honduras y de otros países.

En Haití, a pocas horas de conocerse la tragedia sufrida al iniciarse el nuevo año, 60 integrantes de la Brigada Henry Reeve arribó a Puerto Príncipe con medicamentos, avituallamiento, alimentos, bolsas de suero y de plasma para reforzar en algunas especialidades a los 400 médicos cubanos y algunos médicos haitianos graduados en Cuba que ya prestaban asistencia médica en Haití, aunque sólo 200 de ellos en Puerto Príncipe.

Muchas familias en Cuba quedaron angustiadas y preocupadas, pero con el ojo siempre avisor y a su lado el fusil para ocupar el lugar de su compañero o compañera ausente si es que los gringos se atreven a invadir.

Es el permanente peligro sobre el cual vive el pueblo cubano y sobre el cual ayuda a más de 60 países en todo el mundo, algo reconocido por la ONU y sus organismos.

Hoy, diversos medios y organismos internacionales ya han reconocido que fue la más importante asistencia médica que recibió el pueblo haitiano en las primeras 72 horas luego del terremoto apoyada por la ágil ayuda en alimentos y materiales donados por Venezuela junto a un contingente de rescatistas venezolanos.

Como ha dicho el presidente Hugo Chávez, es prácticamente la única en estos momentos, la ayuda en médicos cubanos y venezolanos la que actualmente está asistiendo a los haitianos en 5 puntos asistenciales con tres hospitales de campaña (Del Anexo, La Renaissence y Ofatma) y 2 Centros de Diagnósticos Integrales (Grand Grove y Mirebalais) en zonas aledañas a la capital.

Ya para el día 15 convergían sobre la capital otro grupo de entre los 400 médicos cubanos en Haití que crearon el 6to punto de atención denominado Hospital Delmas 33.

En toda esa labor se estima que otros 400 jóvenes médicos haitianos formados en Cuba están enfrascados en las tareas de atención médica llevando la dignidad martiana al pueblo de Petión, Louverture y Dessalines.

Pero Cuba, ni es prepotente, ni es egoísta, como sí lo son sus adversarios imperiales, sino modesta y humilde en la victoria o ante los elogios de sus amistades y de sus aliados. Por ello, comparte sus experiencias con Venezuela, Namibia, Noruega, China, República Dominicana, México y Rusia para ayudar al pueblo haitiano mediante proyectos tripartitos o multilaterales.

Hacia EEUU ha mostrado sus quejas por demostrar más su prepotencia y su afán de dominación que su disposición a ayudar al pueblo con buenos modales y no a punta de bayonetas y de mirillas con laser.

No obstante eso, Cuba dio permiso de sobrevuelo por corredores aéreos del país a aviones estadounidenses con carga alimentaria y de socorro dirigida a Haití.

La Organización Panamericana de la Salud ha recibido solicitudes de Cuba en materia de apoyo logístico, material quirúrgico gastable, soporte hospitalario, y otros materiales necesarios para garantizar asistencia médica en Haití. Se espera que la OPS cumpla.

Al celebrarse próximamente el 28 de enero un aniversario más del nacimiento del Apóstol y Héroe Nacional de Cuba, José Martí Pérez, todos los médicos cubanos y haitianos impregnados de la solidaridad martiana podrán decir:

¡ Cumplimos Maestro ! ¡Gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo!.

¡Cumplimos Fidel ¡ enhorabuena tu bondad de hacer siempre el bien !

¡Muchas vidas salvamos!

¡Mucha dignidad quedó esparcida por toda la tierra haitiana!

¡ Viva Haití !


(*) El autor es editor y analista internacional, miembro de la Directiva de la Asociación de Cubanos Residentes en Venezuela y profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV.

wongmaestre@gmail.com


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Ernesto Wong Maestre (*)


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