Por estos días de ciudades adormiladas y silenciosas, las ventanas de los barrios más pobres de Colombia gritan ayuda. Trapos, pedazos de tela, disfraces infantiles o camisetas rojas ensartados en palos cuelgan como banderas, como el más doloroso SOS de la pobreza y el hambre.
Empezó en Soacha, a las afueras de Bogotá, el lugar donde habitan cerca de 50.000 desplazados del conflicto armado, el municipio donde hace años el Ejército sacó a un grupo de muchachos pobres, los vistió como guerrilleros y los asesinó; el lugar donde viven miles de migrantes venezolanos y en el que un 36% de la población padece extrema pobreza. Soacha es hoy, por la estela del coronavirus, un enorme cúmulo de trapos rojos.
El alcalde de Soacha, Juan Carlos Saldarriaga, dijo a la agencia EFE que la mayoría de las personas en ese municipio sobreviven del día a día con trabajos informales. En Colombia, según las cifras oficiales, más del 46% de la población vive en esas condiciones.
Soacha es uno de los municipios con mayor densidad poblacional en América Latina: tiene 290 personas por kilómetro cuadrado y el 36% de su población en pobreza extrema. El alcalde sentenció: "podría morir más gente de hambre que del propio coronavirus".
En la capital, Bogotá, la alcaldesa Claudia López anunció la entrega de un ingreso básico equivalente a 100 euros a 350.000 familias pobres. Sin embargo, la entrega de comida y ayudas económicas aún no llega a todos los que las necesitan.
Rápidamente el grito de auxilio se extendió. Los trapos rojos cobraron vida y se convirtieron en un símbolo de la desigualdad social, pero también en una bandera de la solidaridad. Quienes los colgaban esperaban ansiosos que alguien los ayudara, y quienes los veían y tenían la oportunidad de hacer algo empezaron a golpear las puertas: mercados, medicinas, ropa y dinero empezaban a llegar a miles de familias que con la cuarentena perdieron su sustento diario.
La mayoría de expertos en salud advierten que todavía faltan días para el pico de la enfermedad en Colombia y la Organización Mundial de la Salud pidió a los países que no levanten la cuarentena prematuramente.