Es difícil imaginar un escenario más complejo para aterrizar en Pekín. Pedro Sánchez llegó a China en plena guerra comercial entre el gigante asiático y Estados Unidos —una guerra iniciada por la batería de incrementos arancelarios de Donald Trump— y como primer representante de la Unión Europea (UE) en visitar el país asiático y reunirse con su presidente, Xi Jinping, desde que despegó la escalada de las tensiones propiciada por los planes proteccionistas del presidente estadounidense.
Los dos mandatarios se reunieron pocas horas después de que Trump dejase los aranceles de sus socios comerciales en un 10% —también los de la UE— y asegurase que los mantendría así al menos durante 90 días, un lapso que Sánchez y Bruselas esperan aprovechar para negociar y reconducir las relaciones comerciales con Washington. La Casa Blanca, en cambio, ha tomado una dirección distinta con China. En lugar de reducir también los aranceles al país asiático, los volvió a incrementar situándolos en un 145%.
Prueba de que el encuentro entre Sánchez y Xi Jinping se produjo en un momento de máxima convulsión es que pocas horas después de que terminara, el choque entre las dos grandes potencias se acentuó todavía más. China respondió a Trump incrementando también sus aranceles del 85%, al 125%.
El presidente chino, además, aprovechó una atención a los medios tras la reunión para hacer referencia por primera vez a la deriva arancelaria de Trump y al enconamiento de sus relaciones. "No hay vencedores en una guerra arancelaria", remarcó, para rematar asegurando que "oponerse al mundo solo lleva al aislamiento". Además, dejó un mensaje muy claro cuando definió el desarrollo de China como "autosuficiente", no dependiente "de nadie" y —muy reseñable— sin tener ningún tipo de miedo "a la represión injustificada".
Sánchez, por su parte, mantuvo en su propia comparecencia un tono conciliador sobre Trump, pero sin perder de vista el que era su principal objetivo en este viaje asiático: sentar las bases para el fortalecimiento de las relaciones entre España y China. De hecho, habló de la importancia de "expandir horizontes" y trasladó a Xi Jinping que tanto España, como la Unión Europea ven en China un "socio imprescindible" en el terreno comercial y "para hacer frente a las luchas globales".
El viaje de Sánchez estaba previsto desde hace meses. No se ha producido a cuenta de la cruzada arancelaria de Trump de los últimos días. Sin embargo, le ha servido para representar una suerte de avanzadilla de la UE en China. El presidente del Gobierno ha repetido en más de una ocasión que se ha mantenido en comunicación con Ursula von der Leyen. Y, de hecho, todo indica a que la presidenta de la Comisión Europea también viajará en verano al país asiático.
Citando sus conversaciones con Von der Leyen, Sánchez busca repeler las críticas del Partido Popular, cuyo portavoz nacional, Borja Sémper, afirmó también durante este viernes que el viaje de Sánchez ha sido "unilateral" —dando a entender que lo habría hecho de espaldas de Bruselas— y que habría "enfadado" a la UE. Es un extremo que rechaza completamente el presidente del Gobierno. Sánchez ha pedido al PP, por otra parte, "anteponer el interés general" al partidista.
Esa presión del PP no ha sido el único peso que ha llevado Sánchez a las espaldas en su reunión con Xi Jinping. También el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, afeó al socialista su apuesta por ampliar las relaciones comerciales por el flanco chino. De todas formas, Sánchez ha mantenido desde el primer momento la misma postura: tratar de encauzar la situación con Trump sin volar los puentes con Estados Unidos, pero aprovechar el momento para reforzar la autonomía de la Unión Europea y ampliar el mercado. En esencia, es una estrategia muy parecida a la que ha venido defendiendo el PP.
En términos prácticos, Sánchez vuelve a España con varios acuerdos comerciales con China debajo del brazo. Entre otras cosas, se han firmado dos protocolos de exportación —desde 2018, ya son diez— en los sectores agrícola y ganadero. En concreto, ha especificado el presidente español, repercutirán en la industria porcina y en el ámbito de la producción de cerezas. Además, se ha reunido con empresarios chinos con interés en invertir en la "reindustrialización de nuestro país".
Tregua política en Semana Santa
En términos domésticos, la Semana Santa dará algo de tregua al Gobierno, pero a la vuelta tendrá que retomar las negociaciones para lograr la mayoría parlamentaria necesaria con la que convalidar el decreto que aprobó el pasado martes el Consejo de Ministros para movilizar 14.100 millones de euros y ayudar a las empresas españolas a soportar mejor y con más garantías la presión arancelaria. Esa mayoría necesaria la puede reunir o bien consiguiendo atraer al PP a un acuerdo, o bien echando mano de la mayoría de investidura.
El Gobierno insiste en que quiere que el decreto se convalide por la puerta grande, es decir, con la máxima unidad posible, pero lo cierto es que por el momento no está asegurado ni siquiera que vaya a salir adelante. El acuerdo que alcanzó con Junts para amarrar sus votos ha alejado al PP, aunque por el momento se mantiene abierto a negociar. Carlos Cuerpo, ministro de Economía, y Juan Bravo, vicesecretario de Economía del PP, quienes están llevando las negociaciones, dejaron claro en la comparecencia del ministro en el Congreso el pasado miércoles que ambos tienen la intención de entenderse, aunque aún los separa una distancia considerable.
Si la vía popular fracasa, el Ejecutivo tendrá que mirar hacia la mayoría de investidura. Ahí, el escollo para el Gobierno puede ser Podemos. La diputada Noemí Santana ya avisó a Cuerpo de que sus votos no están asegurados y recordó que su formación ha puesto medidas encima de la mesa, como expropiar los inmuebles en España a los fondos buitre estadounidenses. La propia Irene Montero, en las últimas horas, ha cargado contra Sánchez también por su viaje a China. Lo ha calificado de "puro maquillaje" y ha subrayado que no tendrá incidencia en la economía española "mientras no se acabe con la sumisión militar y económica a Estados Unidos".