Como es del conocimiento público, el lunes pasado la transmisión de un audio con la supuesta voz de Mario Silva, abrió momentáneamente incógnitas y sospechas sobre quienes comandan el proceso revolucionario. Interrogantes y dudas aún se mantienen en algunos, y en otros, persiste la rabia al descubrir que es una nueva treta de la oposición. Una treta más que no debe mellar la unidad ni desmoralizar.
Técnicamente no poseo los elementos, como la mayoría del pueblo chavista, para afirmar o negar la veracidad de esa cinta, no obstante estoy convencido del avance de la electrónica e informática para alterar cualquier información digital. Por lo pronto, sólo dispongo de argumentos básicos desde el punto de vista del análisis discursivo y de la racionalidad política necesaria.
Quienes presentaron la cinta de audio precisaron que la misma contiene un diálogo entre Mario Silva y un representante del G2 de Cuba. Como diálogo, supone un intercambio de locuciones casi equitativas mediante preguntas, asentimientos, oposiciones entre las partes, lo que no pasa en ese acto; sólo breves interrupciones, del interlocutor del supuesto Mario Silva, quien habla casi solito durante casi 50 minutos. Estructuralmente esa pieza oral presenta una disociación en la exposición de ideas, y no precisamente por responder a múltiples preguntas de su par. Es por eso que en sus señalamientos, se pasea por escenarios y niveles disímiles dentro del gobierno, evidenciándose, inconsistencia argumentativa y desesperación por construir un mosaico de situaciones que no responden a un informe formal de inteligencia.
Lo cierto es que este audio, lo lanzaron para cumplir, entre otros, tres objetivos contrarrevolucionarios bien importantes.
Primero, resaltar la precaria situación de las relaciones entre los dirigentes de la revolución, lo cual validaría sus exposiciones respecto a las fracturas y descomposición del chavismo, que por tal no podría generar gobernabilidad en el país. Segundo, develar actos de corrupción por parte de altos funcionarios, lo que reviviría sus denuncias. Ante esto, rememoro cómo se veía en el pasado con naturalidad por ejemplo, que Diego Arria hubiese robado a la nación con la compra-venta de los autobuses Leyland e Ikarus en la década de los setenta, y que más adelante Vinicio Carrera, flamante ministro de Luis Herrera comprara un título nobiliario en Europa (con esto no pretendo justificar las corruptelas que pudieran existir en el gobierno actual, las cuales deberían erradicarse profundamente para avanzar; pero esos actos deben recordarse por sus hondas implicaciones en los problemas estructurales de hoy). Pese a esas actuaciones ninguna televisora hizo acusaciones sancionatorias, menos el estamento político de poder, que se limitó en ocasiones, a “dar saludos a la bandera”. Tercero, contar que el chavismo proporciona información gubernamental a la inteligencia cubana, lo cual es un delito de traición a la patria.
Respecto a ese último objetivo es conveniente hacer algunas preguntas y precisiones. Si Mario Silva es un espía o asesor cubano y su interlocutor es el receptor y tal vez parte del equipo procesador de la información junto a Raúl y Fidel Castro, ¿acaso no ameritaba un protocolo por lo menos sencillo para dar tal información, que incluyera folios de expedientes, audios, videos con una estructura expositiva coherente?, al fin de cuentas, sus contenidos serían determinantes para que el buró político cubano moviera las piezas en el gobierno venezolano, como lo aduce la oposición. Tal “verdad” que los “aterroriza” les hace olvidar que ellos resguardaron, mejor, blindaron tanto la soberanía nacional, que en amazonas tenían su asiento “Las Nueva Tribus” (agentes de la CIA) que experimentaban genéticamente con los Yanomami; así como también, que parte de nuestra Fuerza Armada era formada en la Escuela de las Américas, que el Pentágono asesoraba a los altos rangos, que además estábamos obligados a ser dependientes de las armas chatarra que nos vendían; igualmente, que el cerebro de la industria petrolera estaba en manos estadounidense (de INTESA); por sólo nombrar algunos casos de entrega de nuestra soberanía por parte de quienes hoy acusan de traición a la patria, al tener como evidencia un audio que pudiera ser trucado. En todo caso, de ser cierta tal cinta, ha de interpretarse como un cuasi monólogo extremadamente informal de alguien que expone con iracundia las causas de los resultados electorales no esperados, momentos después de consumarse dicho evento. Por tal, debe entenderse que es la visión de una persona que subjetivamente, pretende hacer un análisis desmesurado.
En suma, todos esos objetivos configuran el propósito principal de la oposición venezolana: falsear la realidad, negarla. Falsear la revolución, sus logros y proyectos. Justificar tales falsedades permanentemente para que en el imaginario colectivo sean aceptadas, como muchas veces ha sucedido. Análogamente, tal práctica en la abstracción de la ciencia Lógica, se denomina “método de reducción al absurdo”, el cual, con la difusión del aludido audio, empezó nuevamente a aplicar la oposición para amilanar y dividir al pueblo llano y bolivariano.