Hugo y Los Miserables

El pasado lunes se inauguró el segundo puente sobre el Rio Orinoco. Una obra de enorme envergadura que beneficia a todo el Sur y Oriente venezolano, un sueño de décadas se hizo realidad gracias a los esfuerzos de nuestro gobierno revolucionario en colaboración con nuestros hermanos brasileños. Claro, el evento, al cual asistieron dos presidentes que conocen la reelección desde el antes (Chávez) y el después (Lula), fue transmitido en cadena nacional, única manera para que esas imágenes trascendentes de la historia venezolana aparecieran en Globovisión.

En estos días un evento similar se lleva a cabo en el Parque del Este, aquí en Caracas: la feria del libro, un puente entre las mentes de autores y lectores ávidos de conocimiento, tan trascendental para la comunicación como el primero, tan olvidado por los medios como aquél.

La importancia del puente para el fortalecimiento de la infraestructura ferroviaria y vial del país y su integración con el MercoSur es indudable; la feria del libro es un peldaño más para el empoderamiento de las bases populares a través del conocimiento, que se hace más palpable tras el obsequio de la obra maestra del otro Hugo en tres tomos para incentivar ese incalculable, invaluable hábito que es la lectura.

Victor Hugo nos habla de las tribulaciones a las que Jean Valjean se enfrenta por nacer y estar en el lado equivocado de la barrera social, donde la pobreza se asocia con lo repugnante. Nuestro Hugo nos abrió los ojos para que viéramos cómo se nos había colocado a la mayoría de los venezolanos en ese mismo lado, para que viéramos cómo se nos había ocultado nuestro derecho a la autodeterminación y el carácter originario popular de nuestro poder constituyente.

Quinientos mil ejemplares de la obra "Los Miserables" de Victor Hugo se han distribuido de manera gratuita en todos los municipios del pais; soy uno de ese medio millón de venezolanos afortunados que ahora tienen en sus manos los tres tomos. Lamento que este regalo del gobierno pase prácticamente desapercibido para ese sector de la población que, de conocerlo, pensaría quizás que es un manual "para" los miserables, tal es el efecto que los mensajes reaccionarios logran insertar en sus mentes.

El silencio de los medios sobre la obra de gobierno, la complicidad con ese candidato balurdo del pasado, la hipocresía de la alta iglesia, la actitud despectiva de ese segmento de la población que se avergüenza de tener un presidente que rescata lo más primigenio del patrimonio cultural e histórico del pueblo venezolano nos hace percatarnos de quienes son los verdaderos miserables, los pobres de espíritu que tiemblan de miedo ante la perspectiva de que se les descubra ese vacío que llevan dentro de sus almas corrompidas por la falta de amor al prójimo, el egoismo y la paranoia.

Desde aquí les llamamos al diálogo constructivo, a la confrontación inteligente de ideas, a la colaboración desinteresada para construir un país mejor para todos; nada de ello puede suceder mientras se mantengan encerrados en las posiciones irreconciliables que los medios corporativos les alimentan para favorecer la división, la secesión y la segregación necesarias al imperio para debilitarnos como colectivo y como nación.

Si sólo se tomaran el tiempo de leer el prólogo escrito por Farruco Sesto a la citada edición. Si sólo salieran de ese capullo de odio en el que se encierran para ver que el mundo tiene solución. Una donde no existen miserables.

muninifranco@gmail.com



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Franco Munini


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