Muchos foros se han abierto sobre la no renovación de la concesión a RCTV por parte del Estado Venezolano. Las posiciones se han focalizado en la calidad de la programación de ese canal, la de VTV y otras emisoras privadas y del Estado, la libertad de opinión y la defensa a ultranza de un vago territorio sicosocial que bautizé "con mi estiércol no te metas".
Percibo que faltó la parte propositiva. No se capta el deseo de ver programas de mejor calidad, la necesidad de programas de opinión menos agresivos (y más efectivos) para la denuncia y crítica, las identificación del enorme potencial educativo de la televisión sin perder calidad como entretenimiento, la urgencia de corregir patrones conductuales, la transculturización, la falta de interactividad entre el emisor y el usuario. Se oyen quejas y defensas, no se oyen propuestas.
En las riberas de noticierodigital.com, que la oposición asume como suyas, es difícil entender que a VTV le tocó asumir la contraofensiva mediática contra un abanico de emisoras que hicieron de su poder de penetración un arma política. En nuestro lado progobierno nos vemos obligados a atrincherarnos en VTV porque es necesario tener un vehículo para difundir la obra y propósito del programa gubernamental elegido por las masas, sin prestar mucha atención a la pobre calidad de los espacios no políticos de dicho canal. Hay mucha improvisación, pero también mucho compromiso, en los diversos programas que tratan de revelar el mensaje subliminal o corrosivo transmitido por los canales que azuzan a su audiencia al desconocimiento y satanización del proyecto de país por el que democráticamente votamos.
Ahora, está claro que algo no está bién en todo el panorama. Está claro que la televisión puede y debe ser mejor. Está claro que fuimos y somos víctimas de un sistema educativo que fue (deliberadamente) incapaz de producir y moldear al ciudadano "ideal", dueño y partícipe de sus acciones y responsabilidades, y ello inexorablemente implica la necesidad de utilizar el espectro radioeléctrico para corregir esta tara social que cargamos, y no para inducir un patrón de conducta consumista y despreocupado sobre los problemas colectivos de los cuales nos quejamos solo cuando nos afectan directamente... o cuando le son útiles a la oposición para su campaña de desprestigio.
En este contexto, hagámonos las preguntas pertinentes sobre la "televisión necesaria". Veamos si podemos convertirlas en propuestas coherentes, como usuarios y no como víctimas, para mejorar la calidad de nuestra televisión. Bienvenidas las sugerencias.
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