Señor Granier: ¿Privado de qué? ¿Usted vio “Mentiras que matan” o “OutFoxed? ¿Sabe algo de Echelon?

Usted, seguro que es así, vio la película “Mentiras que matan” y el documental “Oufoxed”. También es cierto el uso, como pieza importante de su trabajo cotidiano, del siguiente dialogo entre Dustin Hoffman y Robert De Niro:

“Robert De Niro: -¿Qué es lo que la gente recuerda mejor de la Guerra del Golfo? Una bomba cayendo por una chimenea. Déjame decirte algo: yo estaba en el edificio dónde filmamos eso con un modelo de 25 centímetros hecho con Legos.
Dustin Hoffman: -¿De verdad?
Robert De Niro: -¿Quién diablos puede decirlo?”

Y no hay dudas, que el documental es el retrato fiel de todos sus turbulentos días. OutFoxed: “evidencia secretos de productores, guionistas de Fox, reporteros, presentadores y columnistas arrepentidos de estar subordinados a un seudo periodismo. Los empleados de Fox News son máquinas de producir mentiras, que más tarde tomarán cuerpo y se transformaran en verdades absolutas, sin contradicciones.”

Así es como gestionan, sus patrones y usted, el “Negocio Mundial de la Información”. Allí está el montaje (y precisamente, no con legos) de “Puente Llaguno”: el trabajo más truculento realizado por el poder mediático contra el proceso revolucionario y operación extremadamente demostrativa de como los mass media baten el cobre.

Un experto en los mecanismos aseguradores de la manipulación, de eso que se llama “la opinión pública”, con conocimiento cabal de las técnicas y dispositivos diseñados para regular nuestras vidas; y privarnos de lo real (de la vida real) con la producción de la realidad virtual y sus consecuencias reales. Esto es: un hombre de negocios, tal cual usted, que conoce muy bien como funciona el sistema garante de sus beneficios políticos y financieros, también sabe, exactamente, “como vamos a respetarnos”. Y en ese sentido está al tanto, mejor que nadie, de sus privaciones.

Y todos sabemos que en su negocio no hay nada inocente: su negocio está minado de especialistas y técnicos en montar o producir historias relacionadas con precisos objetivos ideológicos, políticos, económicos y militares. Historias armadas con secuencias de ficciones, como se evidencia en “Mentiras que matan”, cuya trama es resumida por su director (Barry Levinson) como sigue: “Se ha vuelto imposible diferenciar entre la política y el show-business”.

La afirmación de Levinson tiene que ser sometida a determinados ajustes y consideraciones críticas. No obstante, señala la cuestión clave (la intricada y sumamente cuestionable red de relaciones complementarias entre la política de la elite imperial y el inefable mundo de los negocios de la información- comunicación) que coloca en absoluta tela de juicio al poder mediático.

“Mentiras que matan”, “OutFoxed” y en general los denominados “thrireles” políticos del mismo corte, no aluden casos puntuales. En el capitalismo de hoy (imperial o imperialista) asistimos al desmoronamiento y desaparición de los mediadores políticos y aparatos ideológicos tradicionales. Los mass media (esa estructuración y reingeniería mediática del mundo) son, en la actualidad, los dispositivos ideológicos y operadores políticos claves del reatrincheramiento (masivo, político, militar y económico) de la elite imperial; y tienen el comando de producir “el cemento ideológico” del proceso de exclusión, dominación y explotación social, garante del funcionamiento salvaje y violento del capitalismo, de las ficciones que este sistema produce y dota de sentido.

La finalidad básica de los mass media, de lograr que sea impensable e irrealizable alternativas políticas posibles al capitalismo, no es un secreto para nadie. Esa letanía sobre la televisión, en tanto proveedora del merecido entretenimiento, el necesario rato solaz después de un día duro, y la satisfacción de necesidades a los teleaudientes; así como la figura de abnegados empresarios mediáticos , cuyo único interés y placer es que todo el mundo “la va a pasar muy bien”, es pura ideología o en buen criollo, puro mareo.

Lo cierto, en el capitalismo de hoy, en eso que los neoliberales llaman con talante autoritario “las nuevas realidades”, es como la vida y el mundo toman los rasgos de una falsedad planificada por los medios de comunicación. Empero, (y allí, señor Granier, radica su espina en la garganta, su verdadero contratiempo y malos ratos) la red mediática, los mass media no son un poder omnímodo e impugnable

La sentencia de Levinson acerca de la imposibilidad o dificultad para diferenciar la realidad real de la virtual, no da para tanto. La TV, los mass media no pueden impedir la oposición entre lo real y la realidad planificada: las experiencias de vida son, y no puede ser de otra manera, asumidas a contrapelo de las historias trucadas.

La eficacia de la digitalización y virtualización, de las relaciones políticas, sociales, económicas, amorosas y sexuales, tiene barreras frágiles y vulnerables: hay una realidad real más allá y más acá de la lógica capitalista y del soporte virtual-ficticio, emanado de la red mediática. Y ello es ratificable en el caso específico de Venezuela. Aquí, entre nosotros, es cada vez más evidente, la naturaleza radicalmente incoherente e incompleta de la realidad virtual.

Y la gestión política de RCTV, Globovisión y demás familia mediática, ya no puede disimular tan grueso problema, no sabe que hacer con ese clavo caliente, con esa espina en la garganta: definitivamente, no tiene la potencia para determinar lo que es legítimo, normal o la verdad.

Bien simple, los mass media no definen lo que es bueno o malo para el pueblo o la nación, que conviene a los venezolanos o que asumimos como la verdad. Lo precisamente virtual es la percepción, errónea, y falsa del capitalismo como un dato universal e inexcusable, del cual no hay escapatoria. Y lo verdaderamente real es que el pueblo no es una tal nada, el ninguno o cualquier cosa que flota sin césar en la realidad virtual, el idiota que navega pasiva y placidamente por el “ciberespacio” y sobrevive en la realidad que las empresas mediáticas simulan y disimulan.

Señor Granier no se estruje más los sesos. Vamos, ustedes (los viejos amos del valle y sus sucedáneos) ya no tienen su “gallo tapa’o” de la ideología invisible, esa que funciona perfectamente en el mundo de los desprevenidos, desentendidos y políticamente desmovilizados.

Lo real, la vida real es eso que se excede. No existe poder para asegurar la privación absoluta de la realidad real. Y para que usted sea, por una vez en su vida, un “hombre hecho y derecho” o “un individuo democrático”, debe confrontarse, por ejemplo, con “ese caso de la vida real que es “Echelon”:

Con ese descomunal dispositivo u oreja universal que a la velocidad de la luz o en tiempo real, intercepta, clasifica, evalúa y analiza toda la información trasmitida por satélites, radio, fax, telefonía fija y móvil e Internet; con esa potencia capturadora de toda la comunicación digital, de todos los civiles del mundo. Y además, asumir que tal oreja imperial funciona en red con los programas Windows, los cuales refuerzan el trabajo de Echelon, de esa maquinaria vigilante y acosadora de nuestra vida individual y colectiva.

Cuando de Echelon se trata, usted se hace la vista gorda; esto es, el propio cómplice. En este punto no estrila porque sus valores democráticos son de un horizonte demasiado estrecho y reducido. En cambio, se arrecha, se pone rabioso y hasta busca padrinos, descaradamente y sin vergüenza alguna (como Insulza, Aznar, la Sociedad Interamericana de Prensa y otros desmedidos privatizadores), para un auxilio o una segunda en su desventura privada que está expuesta a la luz pública.

Usted nada dice acerca de la articulación Echelon-Windows. Del seguimiento planetario, la vigilancia exhaustiva y permanente de nuestras actividades diarias (conversaciones, compras domésticas, etc.) que dejan huellas en el sistema informático. Huellas que los dueños de los negocios mediáticos y las agencias de inteligencia del poder imperial recolectan, clasifican, procesan, analizan y almacenan, con la finalidad de vulnerar o violentar tanto las libertades públicas como nuestra historia de vida.

Y todo ello se hace, sin nuestro conocimiento y aprobación. ¿Qué entiende usted por poder totalitario?

Es harto conocido como el trabajo clandestino de Echelon-Windows (a nuestras espaldas y sin nuestro consentimiento, es obligatorio insistir en esto) ha sido amparado y legalizado por George Bush. Su patrón (su gran señor matanza), ha dado luz verde para la instalación de “Total Awarenss Information Sistems”. Sistema con acceso ilimitado y sin control (salvo por los servicios de inteligencia estadounidense) a cuanta base de datos existe en la tierra: “Nada de lo que hagamos será ignorado por este Big Brother”.

Una vez más: ¿Qué entiende por poder totalitario?

Usted está totalmente de acuerdo con el funcionamiento de “Total Awarenss Information Sistems”. Y no venga con el cuento de “eso no le consta”. Al margen de su respuesta (la típica cuando queda al descubierto y su impunidad es desdibujada), tal visto bueno, nada tiene de extraño.


Refrescaremos su memoria:

La ciudadanía en la cual usted cree: es la audiencia sondeable; la persona rasteable; los grupos focales (sobre todo si son “peligrosos”); los individuos atomizados, desagregados; el público amorfo cuyas pasiones y sentimientos es responsabilidad, o está a cargo de la risa enlatada; y aquéllos relacionados para formalizar negocios y hacer contratos de acuerdo con, ni más ni menos, sus intereses egoístas.

Su visión, de este problema crucial, de tan decisiva cuestión, se corresponde con la tesis de la “ciudadanía postnacional”: esto es, el individuo y grupos sociales (“grupos de interés”, según la jerga manejada por usted) sin preferencia nacional, sin lazos o vínculos fuertes con la comunidad nacional. Y tal visión es coherente con la siguiente percepción de la democracia: “La democracia pierde sentido si tanto gobernantes como gobernados dejan de formar parte de una comunidad vinculada a un territorio específico…Como y cuando votemos durante los próximos cien años puede ser un detalle insignificante para los historiadores.”

Su democracia, es el modelo bastardo (exactamente ese detrito) del dominio de la opinión pública. Opinión forjada por el poder mediático y regulada, día a día, con base a la simulación de la vida real como un show business y un reality show. Aquí radica su poder: en como funciona la televisión. Por ejemplo, usted sabe perfectamente que: “la gente entrevistada en la calle no constituye una muestra representativa de nada…no revelan la voz del pueblo: revelan la voz de los medios.”

En su concepción de la democracia, priva la idea del gobierno por la opinión pública y no el gobierno que el pueblo elige. Esto es, que la toma de decisiones políticas sobre los asuntos de la sociedad, sea determinada por lo normado, establecido y legitimado desde un espacio privado que tiene un desmedido acceso al lugar de lo público. Quizás ahora, pueda comprender que usted no es un demócrata, sino uno de los tiránicos dueños de la despótica opinión pública.

Absolutamente verídico: a esta altura usted tiene fresca la memoria. Y frente a lo hecho y deshecho por el poder mediático, no puede exclamar ¡quien diablos puede saberlo!

Señor Granier, ha calificado de totalitaria a la decisión del Presidente Chávez que pone fin al manejo espurio de un bien común: la vara con la cual mide no es que obedezca a criterios equivocados o errados, sino que es una vara interesada.

La etiqueta de totalitaria y fascista a la medida de no renovar la concesión que desmedidamente su empresa ha explotado, es una toma de posición política propia de una ideología cínica, de quien mantiene una acentuada distancia, una brecha consistente, con lo verdaderamente real.

Distancia y brecha propia de ese mundo, en el cual las palabras no cuentan y no forman parte de un compromiso riguroso con la vida: usted sabe perfectamente lo que hace y aún lo hace.

Señor privado, la verdad, la purita verdad es que ha hecho suya, más que nadie en este país, la idea de: “La mayoría de los individuos cree poder desolidarizarse del destino de su comunidad política imaginando con buen fundamento, que el óptimo inmunológico de los individuos no se encuentra, o sólo en contadas ocasiones, en el colectivo nacional. Donde más claramente lo encuentra es asegurándose en forma privada, sea en el terreno religioso, dietético o en la compañía de seguros. Y es que la patria como espacio de la vida buena es cada vez menos fácil de encontrar.”

Y como consecuencia de tal creencia usted vive en el mundo de la indiferencia general, salvo que la cuestión sea un negocio o un bien privado. A pesar y en contra de su creencia, la nación venezolana existe. Y por asumirse tal cual se acepta, se encuentra en un serio aprieto: su “óptimo inmunológico” está seriamente vapuleado. Lo siguiente, le sonará añejo, a la vaga idea de un perro muerto (Marx). En esta Venezuela, que ahora es de todos, experimentamos las causas, efectos y resultados de un antagonismo social o lucha clases en desarrollo. Y ello, no admite fugas hacia atrás o hacia delante. Ni correr la arruga o refugiarse en la realidad que usted privilegia. Es decir, la virtual, la no actual.

No se haga el desentendido, al margen de su cinismo, de su distancia irónica, sabe muy bien de que se habla, se hace y se trata. La cuestión no es tan sencilla como eso de “RCTV es mía, demasiado mía”. Propiedad privadísima, por cierto que el Estado o el gobierno no le va a confiscar o expropiar; puede quedarse con su gallo muerto, llore y patalee hasta el hartazgo. Tampoco tiene lugar eso del peligro para la “la libertad de expresión” o la cantinela idiota de “somos el canal más antiguo y la familia RCTV es un patrimonio de Venezuela”.

Y menos aún, tiene pertinencia alguna, el alegato o la bolsería de si “estuviéramos en una sociedad libre y economía de mercado todo se resuelve mediante la opción de agarrar el control y cambiar de canal”. Es decir, todo se soluciona con un Estado promotor y permisivo del crecimiento o abultamiento del monopolio de los canales privados, con que Venezuela funcione con más show business y reality show. Y así, el impávido televidente tenga la posibilidad “de escoger a su gusto y conveniencia”; pero normado, claro está por el funcionamiento eficaz y eficiente de la risa enlatada.

La sociedad venezolana, (en una de las dimensiones estratégicas del problema complejo, trascendente y de gran envergadura, como es él de “imaginar y hacer una revolución”) constituye un caso emblemático, de como partidos políticos y un grupo numeroso de dirigentes (todos con carnet, de eso que se llama la oposición) son desplazados por el poder mediático.

Radio Caracas Televisión y Globovisión, han copado la política de la derecha, con base a la conducción de Ravell, usted y líderes de opinión afines a ese clan: la comunicación y elaboración de la política opositora corre, fundamentalmente, por cuenta de los mass media. Mass media que tienen secuestrado al mediocre liderazgo de los Romer, Mendoza, Borges, Petkoff, Ledesma, Medina, Rosales y tutti cuanti.

Todo el mundo sabe que el papel protagónico de Rosales y demás maromeros duro tres meses, que murió cuando finalizó la campaña electoral. De inmediato fueron sustituidos por “Alo Ciudadano”, “La Entrevista”, “Noticiero Digital”, noticias CNN y demás especimenes.

Tal posicionamiento político, aupado por el imperio, es una amenaza directa a la vida democrática de nuestra sociedad. Se impone darle un “para’o” radical a esa desmesura o despropósito. Para la construcción de la Venezuela democrática y socialista es decisivo: si somos personas de carne y hueso, gente participativa, ciudadanos activos y protagónicos, comunidades organizadas, pueblo con voluntad de poder y con poder o una mera audiencia, simple público, cualquier espectador o uno más de los consumidores de una sociedad, por supuesto mediática.

Y en esa encrucijada, es una estupidez afirmar: “los medios de comunicación cumplen el papel de garantizar el funcionamiento de la democracia y son el bastión básico para la defensa de las libertades ciudadanas.”

Señor Granier, tenga claro esto: no puede ser privado de un bien no ajeno, sino público. Si se asume como “individuo privado y con intereses egoístas”, ese es su rollo, suyo hasta donde le venga en gana. Desmóntese de esa nube, no dé más vueltas al asunto. Ha sido refutada, por el pueblo venezolano, la chatarra ideológica comercializada por Anthony Giddens: “Así se hace la historia, la televisión llega primero y monta el espectáculo”.

La prueba del ácido, nos dice, claramente, que la telepolítica, la sociedad teledirigida, la agenda mediática de la opinión pública, el dios digital, no dan el alcance de lo real, de la vida real. Estamos en un punto álgido de ese mano a mano, de esa querella. Allí nos encontramos, y la bronca es lo de menos. Lo que sigue es y no es con usted:

“Antes de toda confrontación de intereses y valores, antes de todo sometimiento y peticiones de validez entre interlocutores está el litigio sobre el objeto del litigio, el litigio acerca de la existencia del litigio y de las partes que se enfrentan en él...

La modernidad no sólo pone los derechos subjetivos en el lugar de la regla objetiva del derecho. Inventa también el derecho como principio de la comunidad. Y esta invención va a la par con la fábula de origen, la fábula de la relación de los individuos con el todo, hecha para liquidar la relación litigiosa entre las partes...

...la apariencia del pueblo es el lugar de la conducción de un litigio. El litigio político se diferencia de todo conflicto de intereses entre partes constituidas de la población dado que es un conflicto sobre la cuenta misma de las partes...La democracia instituye por lo tanto comunidades de un tipo específico, comunidades polémicas que ponen en juego la oposición de dos lógicas, la lógica policial de la distribución de los lugares y la lógica política del trato igualitario

Antes de arreglar los problemas por medio de interlocutores sociales juiciosos, es preciso arreglar el litigio en su principio, como estructura específica de la comunidad...

La identificación absoluta de la política con la gestión del capital ya no es un secreto vergonzoso que enmascaran las formas de democracia, es la verdad declarada con que se legitiman (determinados) gobiernos...

El desacuerdo no es el desconocimiento...Tampoco es el malentendido...el descuerdo no solamente se refiere a las palabras. En general se refiere a la situación misma de quienes hablan.” Jacques Ranciere


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Francisco Cedeño Lugo


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